La
diáspora de PDVSA sufre en carne propia el colapso del petróleo
http://lat.wsj.com/articles/SB11674580490993444606104582018472515806702?tesla=y
Humberto
Romero, un ingeniero en petróleo, llegó en 2005 a Alberta, Canadá, con su
familia. Lleva un año sin empleo. PHOTO: CHRIS BOLIN PARA THE WALL STREET
JOURNAL
Por Chester Dawson y Kejal Vyas
miércoles,
20 de abril de 2016 16:44
EDT
Cuando
emigró de Venezuela a Canadá en 2005, el ingeniero de petróleos Humberto Romero
recibió tres ofertas de trabajo un mes después de completar un programa de
orientación ofrecido por una iglesia.
Sin embargo,
desde que fue despedido en abril de 2015, no ha podido encontrar un nuevo
empleo en Canadá y dice que no puede regresar a Venezuela debido a la crisis
económica y política del país.
“Pensé que
encontraría trabajo en tres meses, pero han pasado nueve meses y apenas he
tenido un par de entrevistas”, dijo Romero, de 52 años, casado y con dos hijos
adolescentes. Fue despedido de Husky Energy Inc.
luego de trabajar una década con la empresa de Calgary. “La competencia es
realmente intensa por los pocos empleos disponibles”, señaló.
En medio de
los recortes más profundos en dos décadas en la industria de petróleo y gas,
algunos trabajadores que siguieron el auge energético de la última década en busca
de mejores oportunidades están ahora desempleados y lejos de sus países de
origen. El colapso del precio del crudo ha generado más de 300.000 despidos en
todo el mundo, según Graves & Co., una consultora de Houston.
Pocos países
han producido probablemente tantos profesionales del sector en busca de empleos
en el exterior como Venezuela, y ahora muchos de estos expatriados han quedado
atrapados entre la desocupación en el extranjero y el caos económico en su
tierra natal.
Miles de trabajadores petroleros, muchos de los cuales se formaron en
la estatal Petróleos de Venezuela, S.A., o PDVSA., se fueron del país luego de una huelga que entre 2002 y 2003 tuvo como propósito
derrocar al entonces presidente Hugo Chávez. El líder
izquierdista despidió de un plumazo a 19.000 empleados que habían
apoyado su destitución, casi la mitad de la fuerza laboral de la compañía en
ese momento.
Gente del
Petróleo, un grupo formado por ex empleados de PDVSA y
con sede en Caracas, calcula que tres de cada cuatro de esos
trabajadores despedidos, que eran principalmente ingenieros y gerentes de nivel
medio, encontraron trabajos en México, Argentina,
Colombia y Medio Oriente, además de Estados
Unidos y Canadá. Desde entonces, miles más se han sumado, incluyendo
mecánicos y técnicos con más de dos décadas de experiencia, dijo el líder
sindical venezolano Iván Freites.
La provincia
occidental canadiense de Alberta, que enfrentaba
una escasez crónica de trabajadores calificados durante una década de auge de
inversión en sus arenas bituminosas, resultó un gran atractivo para los
profesionales venezolanos. Su
experiencia con el crudo pesado que se produce en la faja del Orinoco, parecido
al petróleo extrapesado de las arenas bituminosas, los convirtió en un
talento altamente buscado por los productores canadienses.
Venezuela se
convirtió en una de las 10 principales fuentes de inmigrantes en Alberta a
mediados de la década de 2000, cuando aceptaba cientos de familias al año,
según datos laborales de la provincia.
La repatriación
no es una opción. La economía venezolana está postrada, los empleos son escasos
y el temor a la represión política es generalizado. El Fondo Monetario
Internacional proyecta que la economía, cuyas exportaciones dependen casi
totalmente del petróleo, se contraerá 8% este año, luego de una contracción de
5,7% en 2015.
Más de un
centenar de profesionales dejan la industria al mes a medida que la crisis
económica se agrava, calcula Freites.
Francia
Galea, una ex ingeniera de Intevep, el otrora prestigioso brazo de
investigación de PDVSA, ha trabajado en Kuwait durante
los últimos cuatro años y no tiene intenciones de regresar. En lugar de eso,
esta profesional de 64 años planea mudarse a EE.UU., donde solicitará asilo
político.
Humberto
Romero, con su esposa, Mariela Palmer, y su hija de 17 años, Daniela, en su
casa de Calgary. PHOTO: CHRIS BOLIN PARA THE WALL STREET JOURNAL
“¿Qué voy a
hacer a Venezuela? No hay trabajo, no hay medicinas, la delincuencia es alta”,
dijo. “Es casi un estatus de refugiados en el que estamos”.
La
propagación de trabajadores venezolanos exiliados por todo el mundo refleja la
globalización de la industria petrolera.
“La
petrolera es probablemente la industria más móvil” para trabajadores,
especialmente para quienes son especialistas en aguas profundas o extracciones
poco convencionales, señaló Neil Gascoigne, un gerente global de Hays
Specialist Recruitment LLC en Houston. “Hay abundantes oportunidades para
ejercer esa profesión alrededor del mundo”.
Los
profesionales del sector energético estaban en alta demanda —particularmente en
centros de producción de energía emergentes como Canadá y EE.UU. — antes de que
los precios del crudo empezaran un declive precipitado a mediados de 2014.
Desde
entonces, los empleos para expatriados se han “casi cerrado a sólo aquellos que
trabajan en los roles más centrales”, dijo Peter Clarke, jefe de la práctica de
movilidad global de PricewaterhouseCoopers LLP en Nueva York. “Algunas de estas
personas han pasado a ser nómadas” en busca de empleo, agregó.
En la región
petrolera de la costa occidental de Noruega,
muchos trabajadores de Europa del Este han
quedado desempleados a medida que la actividad se desacelera con rapidez.
Durante los años del auge de la inversión petrolera hasta 2014, muchos de
ellos, notablemente de Polonia y los países bálticos, se sintieron atraídos al
área.
Muchos
miembros de la comunidad venezolana en Calgary dicen que ellos y sus familias
han echado raíces y están tratando de quedarse en Canadá, aunque los empleos
petroleros son escasos.
Gerson
Charmell, un experto en cadena de suministro de 52 años con una maestría en
administración de empresas, quien emigró con su familia en 2006, fue despedido
en febrero de 2015 de la filial canadiense de
ConocoPhillips. El venezolano ha tenido problemas desde entonces para
encontrar trabajo y pagar las cuentas. Sus dos hijos, uno de los cuales le dio
el año pasado su primer nieto, un ciudadano canadiense, se educaron en Alberta
y no trabajan en el sector de hidrocarburos. “Estoy achicando mi casa para
intentar quedarme en Canadá”, afirmó Charmell.
La
Asociación Venezolana Canadiense de Calgary, un grupo sin fines de lucro
establecido en 2000 con el propósito original de recaudar fondos para las
víctimas de una inundación devastadora, empezó hace poco a dictar seminarios de
preparación de currículums para ayudar a los desocupados a encontrar trabajo.
Lorenzo
Hernández, un veterano de PDVSA, quien emigró a Canadá en 2004 y perdió en
agosto su puesto en la filial canadiense de Royal Dutch
Shell, ahora trabaja como voluntario con grupos de expatriados. “Lo
bueno de haber sido despedido es que me ha dado una oportunidad de proveer
apoyo adicional a la comunidad”, dijo.
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