El
virus del zika es un castigo divino de Allah para exterminar a las poblaciones católicas
por estar bombardeando a indefensas poblaciones árabes; como la iglesia prohíbe
el aborto y el virus se come el cerebro de los fetos de su propia feligresía, en
20 años la población católica de América con respecto al mundo pasara de 50 % a
10 % y con una gigantesca carga económica de niños descerebrados, no habrá progreso
alguno en América y en las poblaciones católicas
del África central.
El
daño cerebral en los bebés con zika es mucho peor de lo que se creía
http://lat.wsj.com/articles/SB10977839675679644140504582034704168788234?tesla=y
PHOTO:
PERCIO CAMPOS FOR THE WALL STREE
Por
Luciana
Magalhaes y
Betsy McKay
jueves,
28 de abril de 2016
18:42 EDT
SALVADOR,
Brasil—Ana Gabriela do
Prado Paschoal se sentó en un escritorio en un pequeño consultorio médico y dio
inicio a un ritual tan conocido como desgarrador. La cabeza de su bebé es más
chica de lo normal, le dijo a una madre ansiosa que había contraído el virus
del zika mientras estaba embarazada.
Su hija de
tres meses, Maria Luiza, también tenía lesiones en su cerebro. Sus músculos
eran más rígidos de lo normal, una señal de daño cerebral. Maria Luiza
demoraría más de lo habitual para caminar y hablar, le dijo a la madre, una
trabajadora agrícola de 24 años. Era probable que el bebé sufriera
complicaciones más graves, pero la doctora consideró que ya había dado
suficiente información por un día.
La
escala y la severidad del daño prenatal producido por el zika son mucho peores
que los defectos previos asociados con la microcefalia, una condición caracterizada por una
cabeza pequeña y anormalidades en el cerebro.
Las
tomografías, las resonancias magnéticas y las autopsias muestran que el zika consume parte del cerebro fetal.
Reduce o
destruye los lóbulos que controlan el pensamiento, la vista y otras funciones
básicas. También impide el desarrollo de
partes del cerebro que no se han desarrollado por completo.
Clicia Nunes
Santos Ferreira examina a Geovanna, nacida con microcefalia, en el Instituto
Bahiano de Rehabilitación. PHOTO: LUCIANA MAGALHAES
“No es sólo microcefalia,
como una cabeza más chica. La estructura cerebral es muy anómala”, manifestó Jeanne Sheffield,
directora de medicina materna fetal de la Escuela de Medicina
de la Universidad Johns Hopkins, quien ha estado asesorando a las
embarazadas sobre la microcefalia durante dos décadas.
La
microcefalia, un defecto de nacimiento poco común que en Estados Unidos, afecta
a cerca de seis de cada 10.000 bebés, se asocia normalmente con retrasos de
desarrollo y discapacidades intelectuales. Algunos niños, no obstante, tienen
variantes muy leves. Casi todos los casos en Brasil
vinculados al zika implican un daño cerebral significativo.
Los casos
más graves en Brasil han muerto antes del parto u horas después del nacimiento.
Nadie sabe cuánto vivirán los
sobrevivientes ni cuánto se les podrá ayudar en los próximos años.
Brasil se
prepara para una segunda etapa de la crisis de los seis meses: cuidar a
infantes con una amplia gama de discapacidades. Los expertos han denominado a
la constelación de males ligados al virus Síndrome de Zika Congénito para
describir los bebés nacidos con discapacidades más severas que las de los casos
típicos de microcefalia. A menudo, líquido llena los espacios donde no hay
tejido cerebral.
“Hay áreas del cerebro
que ni siquiera se han formado”, dice Janeusa Primo Chagas, directora de neuropediatría de un
hospital operado por Sister Dulce, una organización filantrópica, donde la
doctora Paschoal también trabaja.
Silvia
Leandra de Jesus Pinheiro y su hija Geovanna de Jesus Pinheiro. PHOTO: LUCIANA MAGALHAES
Maria Luiza
es una de más de mil recién nacidos desde octubre con defectos cerebrales que,
se sospecha, estarían ligados al virus del zika, que es transmitido por los
mosquitos. Es probable que muchos de los 130 infantes que son pacientes de las doctoras
Chagas y Paschoal nunca aprendan a hablar o caminar, dijo Chagas. Algunos
podrían tener problemas para ver y muchos podrían desarrollar epilepsia.
“Se podría decir sin temor
a equivocarnos que casi todos ellos requerirán atención continua y de largo
plazo”, indicó Edwin
Trevathan, profesor de neurociencia de la Universidad
de Baylor, en Texas, y ex director del centro de defectos de nacimiento
y discapacidades de desarrollo de los Centros de EE.UU. para el Control y la
Prevención de Enfermedades.
Janeusa
Primo Chagas directora de neuropediatría en Sister Dulce, en Salvador. PHOTO:
LUCIANA MAGALHAES
Contarles
las malas noticias a las flamantes madres es difícil para los médicos. Las
madres a veces llegan contentas porque las cabezas de sus hijos han crecido.
Chagas tiene la tarea de explicarles que el crecimiento no es un signo de
mejora, sino la acumulación de líquido en la cabeza que debe ser drenado.
Paschoal,
una residente de neuropediatría, intenta con
frecuencia atenuar el impacto de la noticia como lo hizo con la madre de Maria
Luiza, Eliane Moreira de Carvalho, porque es imposible conocer a ciencia cierta
la severidad de los defectos congénitos que se empiezan a manifestar. Carvalho
estaba optimista después de la consulta. “Ahora tenemos que seguir adelante y
cuidarla”, señaló.
La joven
madre dijo que no tendrá más hijos y se abocará a atender a Maria Luiza. Su
marido también trabaja en el agro y la familia recibe asistencia financiera del
gobierno.
Maria Luiza
tiene varias anomalías en su cerebro. El corpus callosum (cuerpo calloso), que
conecta los dos hemisferios del cerebro y permite la comunicación entre ellos,
nunca terminó de formarse. Su ojo derecho podría no funcionar adecuadamente,
otro síntoma de daño cerebral.
“Somos
cuidadosos cuando hablamos con ellas porque nadie quiere recibir esta clase de
noticia”, dijo Paschoal.
La doctora
cuenta que después de ver los primeros casos a fines del año pasado quería
ponerse a llorar. La residente médica de 29 años tiene miedo de tener sus
propios hijos, reconoce. “Quiero tenerlos, pero uno no piensa en algo
como esto”.
Nuevos
riesgos
Los
científicos intentan entender cómo un virus que parecía benigno desde que fuera
identificado hace 70 años puede ahora representar un riesgo tan serio. Una
posibilidad, sostienen, es que las complicaciones pasaron mayormente
desapercibidas mientras el virus se propagaba de África
a Asia y las islas del Pacífico. Las infecciones podrían haber pasado de
un país a otro sin ser seguidas de cerca en forma efectiva o los brotes pueden
haber sido mucho más pequeños, dificultando la detección de las complicaciones.
Los
científicos también exploran si las mutaciones desarrolladas en el virus
aumentaron su virulencia o facilitaron su transmisión mientras pasaba de un
país a otro.
Los expertos
en desarrollo infantil señalan que el virus del zika podría provocar otros defectos congénitos que
no serán detectados hasta después de que los bebés crezcan.
Sin que
exista una vacuna contra el virus, las autoridades de salud pública tratan de
controlar la transmisión del virus. Proveen repelentes de mosquitos y, en algunos
lugares, anticonceptivos a las mujeres en edad de quedar embarazadas. Desde el
año pasado, se han reportado brotes por primera vez en 42 países y territorios,
la mayoría en América Latina, según la Organización Mundial de la Salud.
Las
autoridades de salud y los expertos creen que la epidemia en Brasil se aproxima
a alcanzar su punto más alto y se prevé una caída de los casos de zika en los
próximos meses. La proyección se basa la trayectoria
del dengue, que es transmitido por el mismo
mosquito (Aedes aegypti) que acarrea el zika, que habitualmente decrece
en mayo cuando las temperaturas bajan a medida que el hemisferio sur entra en
la temporada de invierno.
La preocupación de las autoridades de
salud es que Brasil marque el comienzo de una oleada de niños nacidos con
defectos de nacimiento en América Latina y el Caribe.
Ya se han
reportado casos en Colombia y el virus se ha
propagado rápidamente desde Paraguay hasta México.
Una gran preocupación son los países pobres que carecen de un sistema de atención
de salud avanzado para las embarazadas, repelentes, y otras protecciones contra
los mosquitos.
El gobierno
brasileño prometió gastar 796 millones de reales este año (S$225 millones), con
el fin de diagnosticar y tratar bebés con microcefalia. Los organismos de salud
pública, no obstante, calculan que necesitarán más.
Silvia
Leandra de Jesús Pinheiro dice que su vida cambió para siempre desde que su
hija Geovanna nació con microcefalia en octubre. “Todavía estaba en la camilla”
recuerda, cuando se enteró, aunque algo sospechaba porque tuvo fiebre durante
su séptimo mes de embarazo el año pasado.
El genetista
Diego Miguel, que trató a Geovanna a fines de marzo, consideró su caso como
relacionado al zika porque nació durante el brote y sus defectos genéticos
calzan con el cuadro generalizado de la enfermedad. La cabeza de Geovanna midió
29,5 centímetros cuando nació, dos centímetros menos de lo normal. Los
ventrículos en su cerebro están dilatados y tiene lesiones en el lóbulo
frontal, según las resonancias magnéticas que se le hicieron al nacer. Sus
piernas están tiesas y mantiene sus puños cerrados.
Pinheiro,
una profesora de primaria de 33 años, cuenta que pudo renunciar a su empleo
para dedicarse a cuidar a su hija porque su marido posee una pequeña empresa de
reparación de celulares. Lleva a Geovanna a sesiones de fisioterapia dos veces
a la semana. Los médicos le han advertido que su hija puede tener dificultades
de lenguaje y movimiento. “Sé que habrá retrasos, pero albergo la esperanza de que
se desarrolle, aunque demore más que el resto”, explicó.
Clicia Nunes
Santos Ferreira, una doctora especializada en terapia física y rehabilitación
del Instituto Bahiano, cuenta que había tratado 10 casos de microcefalia
durante nueve años antes del brote del zika. “Algunos se desarrollarán, pero
otros no”, asevera. “Todo esto es muy nuevo. No sabemos lo que va a pasar con este
generación”.
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