Los
sistemas de pensiones de los gobiernos
europeos occidentales están cerca de la quiebra a causa de las bombas de tiempo
causadas por las crisis económicas y eso hará que las pensiones se reduzcan en
el futuro próximo (cada vez hay mas ancianos que se jubilan mientras nacen menos niños en esos países )
La
crisis de los sistemas de pensiones de Europa cobra más urgencia
http://lat.wsj.com/articles/SB10807765679961004832804581587533323138042?tesla=y
Józef y
Krystyna Trzcińska, dos jubilados de Polonia, viven con un ingreso anual
equivalente a unos US$6.400. PHOTO: PIOTR
MALECKI PARA THE WALL STREET JOURNAL
Por JULIET SAMUEL
Actualizado
martes, 8 de marzo de 2016 19:44 EDT
ZARASZÓW,
Polonia—Durante más de
cuatro décadas, Krystyna Trzcińska ha cultivado una franja de tierra en este
rincón del este de Polonia. La jubilada de 68 años se dedica a sembrar trébol
entre hileras de plantas de frambuesa para alimentar a sus conejos. Se come los
conejos y vende las frambuesas, lo que le deja unos US$1.300 al año.
Para
sobrevivir, ella y su marido dependen de las pensiones que les paga el gobierno
polaco.
El sistema estatal de pensiones es
uno de los elementos fundamentales del modelo de bienestar social europeo.
No obstante, la mayoría de los países
del Viejo Continente no han ahorrado lo suficiente como para pagar estas
prestaciones y
simplemente las solventan con ingresos fiscales corrientes. Debido al creciente
desajuste entre las bajas tasas de natalidad y una mayor longevidad, el sistema
de pensiones europeo se encuentra frente a un tsunami demográfico.
La población
de jubilados de Europa es la mayor del mundo, y sigue creciendo. Hay 42 personas mayores de 65 años que no trabajan por cada
100 trabajadores activos; para 2060, esta
proporción se elevará a 65 por 100, según la agencia de datos de la
Unión Europea. En comparación, Estados Unidos tiene 24
cesantes de 65 años o más por cada 100 trabajadores, según la Oficina de
Estadísticas Laborales, que no tiene una proyección para 2060. La Comisión
Económica para América Latina y El Caribe, Cepal, estima que en América Latina
la cifra llegó a 11,2 jubilados sin trabajo por cada 100 trabajadores activos
en 2015, lo que subiría a 24,4 por 100 para 2050.
Krystyna y
Józef Trzcińska cultivan frambuesas y trébol en una pequeña parcela de tierra.
PHOTO: PIOTR MALECKI PARA THE WALL STREET JOURNAL
Si bien este
problema ha estado incubándose durante mucho tiempo, ahora se vuelve más urgente por las cargas de deuda —uno de los productos de
la crisis de 2008— que están obligando a los gobiernos a replantearse
sus prioridades. Grecia, el país europeo
en mayores dificultades, ha tenido que reducir la generosidad de sus pensiones
en repetidas ocasiones. Sin embargo, no es el único que está viéndose
obligado a reconocer que ha hecho promesas que no puede cumplir.
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“Los gobiernos europeos
occidentales están cerca de la quiebra a causa de la bomba de tiempo de las
pensiones”, dice Roy
Stockell, director de gestión de activos en Ernst & Young. Stockell agrega
que demasiados baby boomers (la
generación posterior a la Segunda Guerra Mundial) están llegando a la edad de
jubilación con “la expectativa de que el gobierno proveerá”.
Incluso
EE.UU., a pesar de contar con un fondo fiduciario para la Seguridad Social de
US$2,8 billones, enfrenta críticas por prometer más de lo que puede costear. Se
prevé que en unos 12 años dicho fondo —compuesto en su mayor parte por pagarés
del Tesoro— no alcance para cubrir todas las obligaciones y que en 2035 se
agote. La situación de Europa es mucho peor.
La llegada
de más de un millón de inmigrantes en el último año podría aliviar esta presión
demográfica. Si muchos de ellos terminan sumándose a la población activa, los
ingresos fiscales podrían aumentar lo suficiente como para mantener el modelo
de pensiones a flote. Sin embargo, antes de poder trabajar, estos inmigrantes
necesitan vivienda, alimentación, educación y atención médica, lo cual implica
un impacto sobre las finanzas públicas que las autoridades recién han comenzado
a evaluar.
Krystyna y
Józef Trzcińska en su casa de Zaraszów. ENLARGE
Krystyna y
Józef Trzcińska en su casa de Zaraszów. PHOTO: PIOTR MALECKI PARA THE WALL
STREET JOURNAL
El problema
de las pensiones no sigue el patrón familiar de la crisis de la zona euro, que
enfrenta al norte más próspero con un sur más derrochador y profundamente
endeudado. Algunos de los países con desafíos demográficos más serios, como
Austria y Eslovenia, han estado entre los mayores críticos de Grecia.
Los sistemas estatales de jubilación
de Europa están plagados de disposiciones especiales. En Alemania,
por ejemplo, los empleados públicos están exentos de hacer aportes. En el Reino Unido, los jubilados reciben un pago
adicional en invierno para la calefacción. En Francia,
los artesanos y los que trabajan en turnos nocturnos, como los panaderos,
pueden comenzar a cobrar su pensión antes que el resto.
Mientras que
unos pocos países, como Noruega, el Reino Unido y
Holanda, tienen un ahorro considerable en fondos públicos o planes de
jubilación patrocinados por el empleador, muchos otros tienen poco y nada. El
costo anual promedio de las pensiones públicas, según Eurostat, equivale a un
décimo del Producto Interno Bruto. La agencia estima que este porcentaje se
mantendrá estable en las próximas décadas, pero el pronóstico depende de muchos
supuestos.
Desde los
años 60, según Naciones Unidas, la tasa de natalidad europea ha caído 40%, a
alrededor de 1,5 hijos por mujer. En el mismo período, la esperanza de vida
creció de 69 a unos 80 años.
En Polonia, las tasas de natalidad son aún más bajas, y
la crisis demográfica se ve agravada por la emigración. Aprovechando la
libertad de movimiento de la UE, muchos jóvenes polacos se mudan a otros países
en busca de mejores salarios. Un artículo publicado por el banco central de
Polonia pronostica que para 2030, una cuarta
parte de las mujeres y un quinto de los hombres tendrán 70 años o más.
Una
carretera cerca de Zaraszów, en el este de Polonia. PHOTO: PIOTR MALECKI PARA
THE WALL STREET JOURNAL
En 2012, el
gobierno puso en marcha una serie de reformas en su principal plan público de
pensiones, entre ellas un aumento gradual de la edad para recibir prestaciones.
La edad se elevará hasta llegar a 67 años en 2040, un aumento de 12 años para
las mujeres y siete para los hombres. Actualmente, los trabajadores y
empleadores polacos financian 84% de las prestaciones proporcionadas por el
sistema, que incluye no sólo las pensiones, sino también servicios de salud y
discapacidad. El sistema es ahora financieramente sostenible, dice Jacek
Rostowski, ex ministro de Finanzas y arquitecto de la reforma.
Sin embargo,
el partido que impulsó la reforma perdió las elecciones en octubre pasado
frente a otro que prometió anularla. Recientemente, el presidente de Polonia
presentó un proyecto de ley para revertir algunas de las medidas.
Trzcińska
recuerda que cuando era joven, bajo el régimen comunista, su familia labraba el
campo con arados tirados por caballos y que rara vez salía de la aldea.
Rememora inviernos tan fríos que una taza de té caliente se congelaba al
dejarla un rato sobre la repisa de una ventana. Trzcińska trabajó durante
décadas esta finca de unas siete hectáreas junto con su marido, Józef. Ella se
jubiló a los 55 años, la edad en que las mujeres pueden comenzar a cobrar las
pensiones. El matrimonio cedió la mayor parte de sus tierras a su hijo y dos
hijas.
Durante la
mayor parte de sus años activos, Trzcińska no hizo ninguna contribución al plan
especial de pensiones para trabajadores del campo, pero hoy recibe el
equivalente de unos US$225 al mes. Apenas una décima parte de las prestaciones
del sistema está cubierta por las contribuciones de los actuales trabajadores;
el resto es financiado por el gobierno.
Debido a que
su marido trabajó en una tienda además de en la finca, también recibe un pago
del principal plan nacional de pensiones, que después de impuestos, equivale a
unos US$200 al mes. Incluyendo el dinero de la venta de frambuesas, el
matrimonio tiene un ingreso anual de US$6.400 antes de impuestos, cerca de 60%
del ingreso mediano de una pareja en Polonia.
“No estoy
preocupada por mí”, dice Trzcińska. “Ellos ya han decidido sobre mi pensión.
Pero a veces veo el debate y me preocupa lo que serán las pensiones” de mis
hijos.
— Martin Sobczyk y Andrea Thomas contribuyeron a este
artículo.
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