Argelia: a pesar de su
bajo perfil yihadista actual, podría renacer la revolución islámica que casi
obtuvo el poder en el pasado y que por su inexperiencia les costó la muerte de
200,000 militantes
Nota del autor del blog: Francia
propicio el asesinato de 200,000 yihadistas (en su ex colonia) que creyeron el
cuentazo de las elecciones democráticas
justas (no seas cobarde, da la
cara, da tus datos, tu foto, tu dirección , tu teléfono , inscríbete en las
elecciones , y cuando estés por llegar al poder les mataremos a todos, se repitió en Egipto , en Indonesia
con Suharto y Nasution , en Gaza, en
Chile con allende etc, (solo Al Qaeda
lee algo de historia para eso está la
historia, para no repetir los errores del pasado ).La regla general para llegar
al poder si es oposición de a verdad ,es exterminar al ejercito la columna
vertebral del estado , lo demás es cuento.
) Estos datos de masacres no aparecen en la Wikipedia
Argelia
logra imponer a los islamistas radicales un papel secundario
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/11/28/actualidad/1448668272_385963.html
La sociedad
no espera la llegada de yihadistas al poder ni por las armas ni por las urnas
FRANCISCO
PEREGIL
Argel
28
NOV 2015 –
Fotograma
del vídeo en el que los yihadistas decapitan supuestamente a un rehén francés
en Argelia en 2014.
Los
argelinos se han acostumbrado a vivir en alerta permanente. El Estado no baja
la guardia y los yihadistas, según los expertos, no tienen opciones de llegar
al poder ni por las armas ni por las urnas.
El exponente
más claro de la situación es Madani Mezrag, de
60 años, asesino de la guerra civil para unos y títere del Gobierno para otros.
El fin de la guerra civil de los noventa implicó su renuncia a entrar en
política. Su anuncio, en agosto, de que creaba un partido fue acallado.
Madani
Mezrag fue un dirigente del Ejército Islámico de
Salvación (EIS), brazo armado del Frente
Islámico de Salvación (FIS). Este
partido ganó la primera vuelta de las elecciones legislativas de 1991; el
Gobierno canceló la segunda vuelta. La consecuencia de ese autogolpe de Estado
fue una guerra donde perdieron la vida unas 200.000 personas. La paz se consiguió tras
más de siete años y en ella tuvo mucho que ver el alto el fuego unilateral que
firmó Madani Mezrag en 1997. Dos años después, el
actual presidente, Abdelaziz Buteflika, ganaba sus primeras elecciones
generales y en enero de 2000 declaraba una amnistía para Mezrag y sus 5.000
hombres. Se firmó la paz a cambio de la impunidad. Y de la no injerencia de los
islamistas radicales en política. El acuerdo de concordia impide a los
exguerrilleros de Mezrag aspirar al poder.
Pero Mezrag anunció hace tres meses su intención de crear
un partido. Y en octubre amenazó al mismísimo Buteflika con la siguiente frase
emitida en una entrevista del canal argelino El Watan —nada que ver con el
diario del mismo nombre—: “Si él no reconsidera su postura [de impedirle
participar en política], escuchará cosas de mí que nunca antes ha escuchado”.
Resultado: el Gobierno cerró a la semana siguiente la cadena El Watan y Mezrag no ha vuelto a hablar en otros
medios. Tampoco ha contestado a las llamadas de este diario.
¿A cuánta
gente representa realmente Mezrag? Difícil saberlo porque nunca tuvo opción de
presentarse a las urnas y porque en Argelia están prohibidos los sondeos
electorales. Algunos observadores internacionales estiman que tanto Mezrag como otros islamistas radicales podrían
representar a un 30% de la población.
Para otros
analistas argelinos, sin embargo, Mezrag es hoy en día un personaje folclórico,
utilizado por el Gobierno para meter miedo en la población con la idea de que
la gente recuerde que los yihadistas siguen estando ahí y que el único que
garantiza la estabilidad es Abdelaziz Buteflika, que lleva 15 de sus 78 años
como presidente.
Un tendero
de la famosa kasba (barrio viejo) de Argel, la
zona donde nació la revolución que desembocaría en la independencia del país,
pregunta: “¿Quién ha inventado a Mezrag? Es el propio Gobierno”. Mourad
Slimani, redactor jefe del diario El Watan, explica: “Aún está muy cerca el
recuerdo de la guerra. Veíamos cabezas cortadas en las aceras. Todo el mundo
tiene un familiar o un amigo muerto. El problema es que Mezrag fue perdonado
sin ser juzgado. Y la sociedad quiere que se le juzgue.
Pero Argelia
no es un país de islamistas radicales.
En
1991, en la primera vuelta de las elecciones votaron al Frente Islámico de
Salvación (FIS) tres millones de personas.
Pero muchos
de ellos lo hicieron porque veían que esa era la única alternativa para echar a
los militares del poder”.
En el ámbito
del islamismo moderado tampoco hay ningún partido con opciones de vencer en
unas presidenciales como es el caso de Recep Tayyip Erdogan en Turquía. “El
poder ha sabido dividir a los islamistas, les ha hecho entrar en los negocios y
los ha corrompido”, asegura Karim Kebir, periodista del diario Liberté.
“A cambio, los islamistas han conseguido cambiar varias leyes a su favor. En
2006 se aprobó una ley de venta de alcohol que impide abrir un local si un solo
vecino se opone. Ahora, encontrar alcohol es mucho más difícil que antes.
Además, han introducido la llamada a la oración en todos los canales de
televisión, públicos y privados”.
Cien
combatientes del ISIS
El Gobierno
ha conseguido que la sociedad no se preocupe por el avance de los violentos.
Pero la amenaza sigue ahí y es bien real. En enero de 2013 la rama magrebí de Al Qaeda (AQMI), la del argelino Mojtar Belmojtar, tomó una planta de gas en
el sur del país y en la operación de rescate murieron 37 rehenes extranjeros.
Y en
septiembre de 2014 un grupo argelino vinculado al Estado Islámico (ISIS)
reclamó la decapitación de un ciudadano francés.
Sin embargo,
los argelinos en las filas del Estado
Islámico en Siria son menos de 100, frente a los casi 2.000 de Marruecos y los más
de 3.000 tunecinos.
Aunque han
pasado más de 15 años de la guerra, la sociedad está saturada de violencia. “El
problema”, concluye el periodista Kebir, “es que todo el mundo en este país
está desacreditado. El poder, porque
lleva 15 años ahí amparando la corrupción. La oposición, porque sigue con los mismos líderes de siempre. Los
islamistas radicales, porque tienen las manos manchadas de sangre. Y los
moderados, porque están enriqueciéndose a la sombra del poder”.
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