El
fascismo se come a Europa parte XV: El Frente Nacional de Le Pen coloca un
tercio de los eurodiputados anti europeístas franceses .
El
Frente Nacional se convierte en la primera fuerza política francesa.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/05/25/actualidad/1401042233_633658.html
Le
Pen alcanza el 26% de los sufragios y se lleva un tercio de los escaños
Valls: “No es una alerta, es un terremoto”
MIGUEL MORA París
26 MAY 2014 - 00:54 CET305
Las
elecciones europeas confirmaron este domingo en Francia
que el escenario anunciado durante meses por los sondeos es aún peor de lo que
previeron los grandes partidos.
Los
resultados oficiales colocaron al Frente Nacional de
Marine Le Pen como la primera fuerza política de Francia por primera vez
en la historia.
Con un
ligero aumento de tres puntos de la participación, que superó el 43%, el partido
de ultraderecha consigue el 26% de los votos,
frente al 20,6% de la UMP y el 13,8% del Partido Socialista, que se sitúa en el
nivel más bajo de su historia.
Las listas
del FN lograron hace cinco años un millón de votos, el 6% del total, y tres
europarlamentarios. Los primeros resultados estiman que el partido de Le Pen
cuadruplica sus resultados de entonces y pasa a tener 24
diputados en el Parlamento Europeo, un tercio de los 74
que aporta Francia.
En 2009,
Francia eligió 72 diputados y el partido más votado fue la Unión por un
Movimiento Popular (UMP, centroderecha) que obtuvo el 27% y 29 escaños, seguido
de los socialistas (16,4%, 14 diputados) y Los Verdes (16,2%, 14 escaños).
El
impresionante éxito de Le Pen no solo golpeó con dureza a los socialistas, que
pierden dos puntos y uno o dos diputados; el primer partido de oposición salió
aún peor parado y pasará de tener 29 eurodiputados a tener 19.
La ola bleu
Marine se lleva también por delante a Los Verdes, que se dejan en las urnas la
mitad de sus 14 diputados. A nivel nacional, la mayoría que sostiene al
Gobierno (PS + Verdes) solo suma el 23,4% de los votos.
El
escrutinio supone un espaldarazo político de primera magnitud para Marine Le
Pen, que tres años después de llegar a la presidencia del FN ha conseguido la
primera victoria nacional del partido fundado en 1972 con su renovado discurso
patriota, xenófobo y populista.
Le
Pen, de 44 años, fue la
primera líder en comparecer en televisión; en una corta alocución, más
institucional que eufórica, pidió al presidente de la República que tome
“las disposiciones que
se imponen para que la Asamblea siga siendo Nacional y represente al pueblo”.
La frase fue
una llamada a François Hollande para que
disuelva el Parlamento y convoque nuevas elecciones legislativas.
El Elíseo
respondió al segundo desastre electoral de los socialistas en un mes con una
escueta nota en la que afirmaba que es preciso “extraer las lecciones de este
acontecimiento mayor”.
Hollande
convocó una reunión con el primer ministro y otros miembros del Gabinete para
el lunes por la mañana.
La
situación del presidente es catastrófica, porque cambió su equipo de Gobierno en abril.
El dirigente
centrista Hervé Morin pidió la dimisión de Hollande.
El
presidente francés, François Hollande, sale de una cabina de votación en la
ciudad de Tulle. / P. W. (AFP)
En su
discurso, Le Pen achacó su triunfo al “inmenso deseo de libertad del pueblo
francés” y exigió al Gobierno que haga
“una política para los franceses, que no sea
dirigida desde fuera por comisarios que no se han sometido al sufragio
universal, y que defienda los intereses y la identidad de Francia”.
La líder de
la ultraderecha afirmó que los electores “habían castigado duramente a los
partidos de la renuncia”, les acusó de haberse
rendido a Alemania y a la oligarquía financiera, y dijo que el cambio de Francia promoverá una oleada
soberanista en toda Europa.
En los
últimos meses, Le Pen ha puesto al día al FN mezclando propuestas clásicas de
la ultraderecha, como:
el
cierre de las fronteras comerciales y
el férreo control de la inmigración,
con proclamas de un antieuropeísmo
primario e ideas antiglobalización tomadas de la extrema izquierda.
Su campaña
ha actualizado el mensaje xenófobo
tradicional quitándole buena parte de su impresentable carga racista,
aunque hace solo unos días su padre, Jean-Marie Le Pen,
reelegido anoche como eurodiputado, no pudo evitar soltar una de sus
famosas bromas y afirmó que “el señor Ébola podría arreglar el problema
demográfico de África”.
Su hija ha
preferido presentar a los grandes partidos como un pelele que acepta sin
rechistar “las recetas neoliberales de Bruselas”,
y a la UE como la fuente de todos los males con eslóganes fácilmente
comprensibles: “Cero
empleo, cero crecimiento”, “Feudo de burócratas y tecnócratas”...
La ironía es
que este nuevo FN, más articulado que el anterior, ha contribuido más que sus
deprimidos rivales a recordar la importancia crucial de las elecciones europeas,
y es el único
que ha propuesto un debate de ideas sobre el futuro de la UE y del euro.
Le Pen
preconiza un referéndum para aprobar la salida de Francia de la moneda única y
la devolución de la soberanía presupuestaria, fiscal y monetaria a los Estados
nación.
Sus ideas,
según el análisis del voto realizado anoche por Ipsos France, calan sobre todo
entre quienes más están sufriendo la crisis: los
menores de 35 años y las clases populares.
Le Pen
obtuvo el apoyo del 30% de los jóvenes y del 43% de los
obreros.
Mientras tanto, los socialistas
solo recogen el voto del 8% de los obreros.
Valls:
“No es una alerta, es un terremoto”
El histórico
resultado de Marine Le Pen, indiscutible estrella emergente de una clase
política cada vez más alejada de la calle, diezmada por los escándalos de
corrupción, por su promiscuidad con la prensa y por el estilo aristocrático que
atesora la casta bipartidista francesa, supone un nuevo y colosal revés
electoral para el presidente François Hollande, y el primer revolcón serio para
el primer ministro, Manuel Valls, que ha sido el
rostro visible de los socialistas durante la campaña.
Las críticas
internas de los socialistas por la debacle más que anunciada no tardaron en
salir a la luz.
El 14,5% de
los votos totales es un resultado irrisorio para el PS, el peor de su historia.
El partido
que hace solo dos años ganó las elecciones presidenciales y las legislativas
está roto, fracturado y sin rumbo.
Manuel Valls
salió a la palestra poco después de Marine Le Pen e hizo un discurso grabado y
leído. En tono grave y circunspecto, Valls dijo que el resultado de las
elecciones “no es una alerta, sino un terremoto para todos los responsables
políticos” y añadió que el momento “es grave para Francia y para Europa”.
El primer
ministro recordó que lleva en el cargo solo unas semanas, defendió que la
política del Gobierno es coherente y aseguró que seguirá por el mismo camino.
Le Pen
replicó diciendo que Valls había liderado la campaña socialista y debería obrar
en consecuencia.
Su padre Jean
Marie, fundador del partido, menos diplomático, pidió la dimisión de Valls.
El primer
secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis,
se mostró más autocrítico que Valls. Tras definir la jornada como “un
día oscuro para Francia y Europa”, señaló que las políticas europeas
han alejado a los franceses de la UE, y advirtió que “sin una política de crecimiento,
empleo y transparencia política, la Unión Europea se deshará”.
Cambadélis
subrayó que “todos los partidos bajan, salvo el FN”, y concluyó que “Francia
entra en una zona donde todo es posible”.
La retórica
recordó mucho a la empleada por los partidos en 2002, cuando el Frente Nacional
se coló en el segundo turno de las presidenciales. Ese es, sin duda, el próximo
objetivo de Marine Le Pen.
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