La
revolución global del smartphone ultrabarato a US$25
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424052702303908804579562380911603434?tesla=y&tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10001424052702303908804579562380911603434.html
By ANDY
KESSLER
May 16, 2014
12:02 a.m. ET
Getty Images
Un
iPhone cuesta US$649.
Otros
fabricantes están hablando sobre un smartphone de
US$35, o quizás incluso de US$25.
Eso podría
explicar el motivo que Apple ha gastado tanto
esfuerzo en sus demandas de patentes y por qué está gastando grandes cantidades
de dinero —alrededor de 30% más que el
año pasado— en desarrollar nuevas funciones.
El 2 de mayo, Apple
recibió US$119 millones en indemnizaciones después de que un tribunal sentenció
que Samsung había infringido las patentes al
copiar funciones, diseños y tecnología de Apple. Pero los pagos de
indemnización no pondrán alto a lo que viene a la industria: estamos entrando a
una era revolucionaria de smartphones baratos.
Se vendieron
alrededor de 285 millones de smartphones en el primer trimestre de 2014, según Strategy Analytics, y más de mil millones serán vendidos este año.
No se trata de celulares, sino de smartphones.
Samsung y
Apple son responsables por casi la mitad de estos.
El negocio
es asombrosamente rentable.
iSuppli desarma teléfonos inteligentes para determinar
el costo de sus componentes.
La firma de
investigación estima que los componentes en un iPhone
5S de 16 gigabytes cuestan US$191, pero su producto se vende a US$649 sin un contrato en EE.UU.
Los
componentes del iPhone 5C salen en US$166, y se
vende en US$549 sin contrato.
El Samsung Galaxy S5 contiene US$251 en componentes.
Pero no
estamos comprando chips y vidrio. Pagamos por la experiencia de la apariencia,
la sensación y el tacto: por el software, el sistema operativo, el interfaz de
usuario gráfico y las aplicaciones. Samsung y la
mayoría de los otros teléfonos inteligentes que no son de Apple usan Android, que Google GOOGL -0.15% proporciona de forma gratuita, y compensa los
costos del desarrollo de Android vendiendo montones de anuncios de búsqueda.
Apple cree
que su software, a diferencia de Android, vale más que ser gratis.
La empresa
presentó la demanda por patentes contra Samsung y HTC
para frenar el desarrollo de Android, pero también para intentar
mantener el valor de la creación de código de Apple que proporciona todas las
funciones mágicas.
Pero han
pasado siete años desde que el iPhone fue lanzado. La
"comoditización", que ocurre cuando los consumidores se percatan de
que su producto no es distinto a lo que su competidor vende, se está acercando.
En sus
inicios, las computadoras personales, se vendían en US$5.000.
Google
ahora vende una laptop a US$249.
La misma presión bajista sobre los
precios está por ocurrir con los smartphones.
Como informó
el sitio de noticias Business Insider desde el Congreso Mundial de Móviles en Barcelona en febrero,
el alboroto se debía a que un fabricante
chino mostró un smartphone de US$35 y que Firefox coqueteaba con vender uno a US$25. Mis contactos en China reportan precios
similares.
Estamos
entrando a una nueva etapa, que se podría llamar la era post iPhone. Barato.
Inteligente. Ubicuo. Las ganancias por tanto van a los mejores servicios que
emplean a los smartphones. Facebook FB +0.17%
está barriendo con sus ventas de anuncios móviles.
Twitter, TWTR -1.56% Snapchat e Instagram
son todos impulsados por smartphones. Uber y cientos de nuevas aplicaciones no
existirían sin teléfonos inteligentes. Tiene lógica que a Apple le interese comprar Beats Audio por US$3.200
millones, según informes. Y todo esto ocurre con 1.000 millones de smartphones.
¿Qué sucederá con 3.000 millones o 4.000 millones?
Primero, los teléfonos inteligentes ultrabaratos
tendrán implicaciones extraordinarias en la economía global:
los
smartphones son una plataforma de productividad para crear riqueza.
Los
estadounidenses podrían desperdiciar días jugando Piano
Tiles o Clash of Clans, pero el mundo en desarrollo puede desarrollar
vidas con un smartphone de US$35. Alrededor de 20% de la población mundial gana
menos de US$2 al día, y el costo de un smartphone acaba de caer de los ingresos
de un año al sueldo de tres semanas. Este si es un programa contra la pobreza.
Google ha lanzado el Proyecto Loon para llevar Internet a áreas rurales y
en desarrollo mediante globos de gran altura.
Facebook
y Google se están
apresurando a invertir en drones para
proporcionar conectividad móvil.
Los pueblos y municipios pobres por fin
tendrán una plataforma para escapar la desesperanza.
Ahora
necesitamos aplicaciones para emplear trabajadores de US$5
la jornada para mirar cuidadosamente documentos, fotos, planos y cualquier cosa
que ocupe habilidades cognitivas humanas,
lo cual aún no se pueden y quizás nunca lleguen a codificarse en algoritmos de
inteligencia artificial. Este es el mayor reto para Silicon Valley del que ni
siquiera está enterado.
La otra
buena noticia es para los consumidores en países ricos, los que enfrentan
"problemas del primer mundo" como marcar accidentalmente. Apple y
Samsung batallarán para mantener las ganancias en sus productos de alta
calidad, y por eso prepárese para una carrera de funciones. Ya hemos visto el lector de huellas digitales Touch ID de Apple. Samsung cuenta con el seguimiento
ocular inteligente para desplazar la pantalla. Siri
de Apple responde a preguntas enunciadas. Samsung ofrece un reloj Galaxy
Gear que funciona con sus teléfonos. Ninguno de estos justifica el precio de
US$649 por el momento.
Nos
arrojaran muchas cosas para ver que pega.
¿Pantallas
más grandes?
¿Pantallas curvas o plegables?
¿Monitores de estado físico?
¿Google Glass?
¿Anillos conectados por Bluetooth para
permitir gestos con las manos en lugar de tener que hacer clic?
¿Pagos
móviles sin necesidad de tocar la pantalla?
¿Sensores
médicos para monitorear el ritmo cardiaco o los niveles de glucosa?
¿Vaya usted a saber?
Hay que probar todo esto. En lo personal,
espero que alguien salga con un asistente personal que susurre en mi oído
durante todo el día.
—Kesler, un ex gestor de un fondo de cobertura, es más
reciente el autor de "Eat People" (Portfolio,
2011). El libro no ha sido traducido al español.
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