La
estrategia de Shinzo Abe: Cambiar el equilibrio de poderes en Asia
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Por:
Gerard Baker y
Jacob M. Schlesinger
May 27, 2014 2:03 p.m. ET
TOKIO (EFE Dow Jones)--El primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha diseñado una agresiva agenda de
política exterior, con la intención de acelerar la asistencia marítima a Vietnam en medio de su disputa territorial con China y de recibir a Vladimir
Putin este año a pesar del aislamiento de Occidente al presidente ruso.
Las "actividades
de exploración [de crudo] unilaterales" por parte de Beijing en
aguas reclamadas por Hanoi han llevado a "una
intensificación de las tensiones", dijo Abe a The Wall Street
Journal en una entrevista. "Nunca toleraremos el cambio de status
quo por la fuerza o la coacción", aseguró el líder nipón, que
cortejó asiduamente a los líderes del sudeste asiático el año pasado y se
propuso a él mismo para actuar como contrapeso ante la demostración de poder de
China.
Como parte
de su estrategia para reorganizar el equilibrio de poderes en la región, Abe
también ha indicado su deseo de mantener vivas sus proposiciones diplomáticas a
Rusia.
Abe condenó la anexión por parte de Moscú de la
región ucraniana de Crimea y Japón impuso sanciones a
Rusia, en colaboración con Estados Unidos y Europa.
Ahora bien,
el primer ministro espera mantener el diálogo con Putin, que se ha
intensificado mediante cinco cumbres, muchas más de las que ha mantenido con
otros jefes de Estado.
"Respecto a la
visita a Japón del presidente Putin, estoy de acuerdo con el presidente en que
deberíamos celebrarla en otoño de este año", dijo Abe.
Los dos
líderes han aceptado acelerar las conversaciones sobre un esquivo tratado de
paz de la Segunda Guerra Mundial. Abe espera recuperar el control de unas islas
que fueron confiscadas al final del conflicto bélico, ampliar el acceso a los
recursos energéticos de Rusia y ganar un nuevo socio en su objetivo de contener
a China.
Putin se ha
mostrado menos acogedor con Japón. El pasado sábado dijo a la prensa extranjera
que las sanciones de Tokio contra Rusia le habían sorprendido y que tenía dudas
sobre si Japón estaba preparado para mantener conversaciones.
Los
comentarios de Abe se produjeron un día antes de que las tensiones entre Japón
y China por un grupo de pequeñas islas en el Mar de China Oriental se
recrudecieran el pasado fin de semana.
El sábado,
un grupo de aviones de combate chinos sobrevoló peligrosamente muy cerca de una
nave de reconocimiento japonesa en dos ocasiones, generando protestas por parte
de los países.
Japón
aseguró que las acciones chinas "pretendían intimidar", mientras que
China dijo que Japón había "llevado a cabo acciones peligrosas, violando
gravemente las leyes internacionales".
El
enfrentamiento del fin de semana viene a subrayar uno de los puntos cruciales de
la Administración Abe: que la región que rodea a Japón es cada vez más
peligrosa y que Tokio no tiene más remedio que llevar a cabo una política exterior más contundente como
respuesta.
Desde su
llegada al poder en diciembre de 2012, Abe, de 59 años, ha intentado rehacer la
imagen de Japón de país considerado diplomáticamente pasivo y percibido como un
socio menor de Estados Unidos.
Como parte
de su campaña, Abe pronunció el viernes el discurso de apertura de la
conferencia anual de seguridad Shangri-La Dialogue en
Singapur, el primer ministro japonés en la historia en hacerlo.
No obstante,
Abe ha tenido dificultades en ciertos momentos para vender su agenda. A
mediados de mayo anunció sus planes de seguir adelante con una propuesta para
reinterpretar la Constitución pacifista de Japón, elaborada tras la Segunda
Guerra mundial, para relajar algunas de las severas restricciones del Ejército
nipón.
Su objetivo
es que Japón se convierta en un socio igualitario en su relación con Estados
Unidos a la hora de vigilar a Asia, un cambio que el Ejército americano ha
alentado ya que China está incrementado su gastos militares mientras el
Pentágono se ve obligado a reducirlo.
"Es
difícil de entender para el público en general. Y hay una fuerte
oposición", reconoce Abe.
Su gestión
ha sido excepcionalmente estable y popular tras una serie de primeros ministros
débiles y breves. Tras dos victorias electorales, la coalición que lidera su
partido, los demócrata-liberales, controla mayorías en ambas cámaras del
parlamento.
Sin embargo,
su poder y popularidad derivan básicamente de su programa
económico, conocido como Abeconomía, para acabar con la prolongada
crisis de Japón.
A la
pregunta de cómo aumentaría la capacidad de Japón de respaldar a las tropas
americanas en la región, el primer ministro parece tener dificultades para
construir un mensaje que satisfaga a Washington sin alarmar a sus socios más
moderados de la coalición gubernamental, el Partido
Nuevo Partido Komeito. "Es muy difícil para mi responder de
manera concreta", reconoce. "Discutiremos y revisaremos cómo
podemos responder a varias situaciones que podrían darse en las aguas cercanas
a Japón".
De todos
modos, Abe está actuando para reforzar el papel de Japón. Ha emitido varios
comunicados respaldando públicamente
a Filipinas y Vietnam en sus disputas
territoriales con China en el Mar de China Meridional
y sugiriendo una situación similar a la de Japón y China en el Mar de China
oriental.
Esto ha
generado rechazo por parte de China.
"El propósito real
de Japón es verse involucrado en la disputa del Mar de China Meridional para
perseguir sus propios objetivos políticos", aseguró el viernes el portavoz del
Ministerio de Exteriores chino, Hong Lei.
"Instamos a Japón a que abandone sus palabras y acciones
provocadoras".
Abe también
ha ofrecido modesta, pero simbólicamente significativa, asistencia marítima a
países enfrentados a China.
En
diciembre, Japón cedió diez barcos patrulleros a
las autoridades costeras de Filipinas y anunció conversaciones ese mismo mes
para ofrecer el mismo tipo de ayuda a Vietnam.
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