China
traslada el taller del mundo a África
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424052702303480304579578461398058596?tesla=y&tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10001424052702303480304579578461398058596.html
Por Peter Wonacott
May 25, 2014
11:13 a.m. ET
El
fabricante de electrodomésticos Hisense les paga a sus empleados en Cape Town, Sudáfrica, menos que a sus trabajadores en
China. Charlie Shoemaker for The Wall Street
Journal.
Con cada
reluciente placa madre para televisión que sale de la línea de ensamblaje de Hisense Co., China pone un ladrillo más en una nueva
base global de la manufactura.
Los ochos
técnicos sudafricanos a cargo de la línea monitorean el proceso de ensamblaje a
través de computadoras y tienen alicientes para trabajar rápidamente.
En menos de
un año de operación, están produciendo al mismo ritmo de 70 segundos por placa que sus contrapartes chinos.
Pero hay un
detalle: las fábricas de Hisense en China usan la mitad de los empleados para
hacer el mismo trabajo.
En Sudáfrica, un técnico supervisa una máquina; en China,
los técnicos monitorean dos máquinas a la vez.
"Paso a
paso", dice
Jerry Liu, gerente general de la división de
Medio Oriente y África del gigante de electrodomésticos. "Ya llegaremos".
Enfrentadas
con un alza en los costos de la mano de obra en su país y percepciones
negativas sobre sus prácticas laborales, las compañías chinas están edificando
nuevas plantas en África y contratando más
africanos.
Sus esfuerzos pondrán a prueba si los maestros
de la fabricación de bajo costo pueden ser igual de productivos en África que
en China.
Muchos
apuestan a que la respuesta es
afirmativa.
"China
es un inversionista resistente", dice Martyn
Davies, presidente ejecutivo de Frontier
Advisory, una consultora con negocios en China y África.
"Ya se aprecia en
Etiopía en el segmento más bajo y en Sudáfrica en los productos de alta
gama".
La
automotriz china FAW Group Corp. ha iniciado la construcción de una planta en el corazón industrial sudafricano de Puerto Elizabeth para producir
camionetas y vehículos comerciales ligeros.
Huajian
Group, un fabricante chino de calzado, planea invertir hasta US$2.000
millones en Etiopía en la próxima década para convertirla en una base de
exportaciones hacia Europa y América del Norte.
Las empresas
chinas también producen tubos de acero y textiles en Uganda.
El aumento
en los costos laborales de China es parte del atractivo de África.
Los salarios
mensuales promedio para un trabajador fabril etíope de baja capacitación, por
ejemplo, son de alrededor de 25% de lo que gana su contraparte chino con
similares calificaciones, según el Banco Mundial.
A medida que
la brecha salarial se amplía entre la mano de obra no calificada de China y la
de otros países de Asia y África, 85 millones de
empleos fabriles podrían emigrar de China en los próximos años, estima Justin Yifu Lin, ex economista jefe del Banco Mundial.
Además de su
oferta de mano de obra barata, África representa un mercado seductor para los
productos chinos fabricados en el continente.
África alberga
a seis de las 10 economías de más rápido crecimiento del mundo, según el Fondo Monetario Internacional, y muchos países
africanos están reduciendo su dependencia de la extracción de recursos como el
petróleo, los metales y las piedras preciosas.
Sin embargo,
la deficiente infraestructura de África y la distribución desigual de destrezas
erosionan sus ventajas de costos.
El estudio
del Banco Mundial estimó que un trabajador chino que fabrica camisetas, por
ejemplo, puede producir el doble de estas prendas por turno que un empleado
etíope.
La respuesta
común de China a esa diferencia ha sido utilizar más trabajadores chinos.
El país
despachó 214.534 empleados a África en 2013, casi una cuarta parte de todos los
trabajadores que el país envió al extranjero, según el Ministerio de Comercio
de China.
Eso
representa un alza de 18% frente a 2011, pero el
ministerio no desglosa datos por industria. Los analistas sospechan que las
cifras oficiales subestiman enormemente la realidad porque no incluyen
emprendedores o corredores que hacen negocios en África.
La creciente
huella de China en África no ha estado exenta de fricción. En febrero, un
sondeo del Instituto de Ética de Sudáfrica, una organización de investigación y
capacitación con sede en Pretoria, dijo que 46%
de los que respondieron tenía una impresión negativa de las prácticas laborales
chinas frente a 19% que las consideraba positivas. Otro 55% opina que las
empresas chinas en África usan exclusivamente empleados chinos.
No son sólo
percepciones. Las empresas chinas en Angola y Zimbabue importan
empleados desde China para realizar las tareas más básicas, como poner
ladrillos y conducir camiones.
Los
empleados que trabajan en obras de carreteras en Etiopía se han quejado que sus
supervisores chinos les cortan las palas a la mitad para que las usen para
excavar y no para apoyarse en ellas para descansar. Los mineros de Zambia, a su vez, han acusado a sus jefes chinos de
despertarlos con agua fría si se quedan dormidos, según entrevistas con los
trabajadores.
Sinosteel
Corp. no quería que fricciones
culturales invadieran su lugar de trabajo, así que casi todos los 3.000
empleados en sus operaciones de minería, producción y corretaje son africanos,
señala Wei Zhong, subgerente general en Sudáfrica.
"Si
traes demasiados trabajadores chinos, eso creará conflictos",
asevera.
Importar
trabajadores chinos no es una opción para Hisense, dice Li, su gerente general
en África. La empresa tendría que alimentar y hospedar a los empleados chinos,
lo que crearía toda una estructura de apoyo que no es comercialmente viable,
señala.
De todos
modos, Hisense tenía un déficit de talento. El fabricante chino de
electrodomésticos, que emplea a alrededor de 10.000 ingenieros en todo el
mundo, estima que existen solo cerca de 35.000
ingenieros entre los casi 50 millones de habitantes de Sudáfrica. El
desafío era contratar técnicos e ingenieros en un país, y en un continente,
donde no abundan.
Al final de
cuentas, la empresa decidió instalarse en una antigua fábrica de televisores
que había quebrado y contrató a muchos de los ex empleados. También estableció
programas de capacitación dentro de la fábrica, incluidos para la línea de
ensamblaje de las placas madre.
La empresa
paga alrededor de US$565 al mes a los técnicos
menos capacitados, mucho menos que los cerca de US$800 que paga en China, según
Li, y 95% de los 600 empleados de la fábrica son sudafricanos.
Para
aumentar la eficiencia, Hisense permite que los turnos que cumplen sus metas de
producción semanales antes de tiempo puedan tomarse el resto del día libre. En
la práctica, eso significa que la jornada del viernes a menudo termina más
temprano. Cuando los ejecutivos chinos elevan las metas de producción, los
trabajadores se quejan pero aceleran el ritmo. Nadie quiere siquiera considerar
una nueva bancarrota.
"Uno hace su
trabajo, hace su parte", dice Valerie Jacobs, quien se
incorporó a Hisense el año pasado. "No hay que quedarse parado".
—Kersten Zhang, en Beijing, contribuyó a este artículo.
Nota del autor del blog: Tal vez
haya una forma de relacionar los incidentes de Tailandia y de Sudáfrica en el
presente y en el futuro con China. Por ejemplo China desea abrir un canal por
el istmo de Cra en Tailandia para evitar una vuelta de 1000 km ; por otro lado
se ve que casi los únicos que visitan Sudáfrica son los chinos y los hindúes que
en el futuro (unos 10 años) serán la primera y segunda potencia económica del
mundo adelante de EEUU .
Además que Sudáfrica esta cada vez más lejos
del flujo marítimo mundial y cuando se derrita el Ártico y el tráfico se incremente por el polo norte. Así Sudáfrica será
un país fantasma sin la ayuda de China .
http://aembarcar.blogspot.com/2013/04/el-transporte-maritimo-la-nueva-ruta.html
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