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sábado, 12 de abril de 2025

No es fácil escapar de la economía burbuja estadounidense Buenas lealo , tome nota y venda todos sus activos en EEUU , venda sus bonos del tesoro , venda sus propiedades inmobiliarias, venda sus fábricas, venda todo ,y huya del país, dentro de poco, será un caos terrible y durará décadas, y tal vez EEUU se fragmente en varios estados pequeños.

 

No es fácil escapar de la economía burbuja estadounidense

Buenas lealo , tome nota y venda todos sus activos en EEUU , venda sus bonos del tesoro , venda sus propiedades inmobiliarias, venda sus fábricas, venda todo ,y huya del país,  dentro de poco, será un caos terrible y durará décadas, y tal vez EEUU se fragmente en varios estados pequeños. 

Estados Unidos depende en gran medida de la actividad y la deuda financiera apoyadas por inversores extranjeros

El toro de Wall Street en el distrito financiero de Nueva York.

Donald Trump ha suspendido los aranceles estadounidenses superiores al 10% sobre las importaciones procedentes de países distintos de China. Los inversores dejaron escapar un suspiro colectivo de alivio. Aun así, los acontecimientos de las últimas semanas demuestran que el presidente va en serio a la hora de impulsar los intereses de su base política a costa de Wall Street. Su administración también promete reducir los déficits comercial y fiscal de Estados Unidos. Las políticas de Trump suponen una amenaza existencial para la economía de burbuja estadounidense. Como descubrió Japón hace tres décadas, no hay salida fácil.

Una economía de burbuja es aquella en la que el sector financiero desplaza a la economía real. Los precios de los activos se inflan enormemente y se desvinculan de sus fundamentos subyacentes. Las empresas se gestionan para maximizar el rendimiento financiero en lugar de la cuota de mercado. A medida que suben los precios de los activos, las plusvalías sustituyen al ahorro real. Una economía de burbuja se sustenta en el continuo aumento de la deuda, que se utiliza sobre todo con fines financieros y no de inversión. El crecimiento del crédito también impulsa los beneficios empresariales.

Estados Unidos cumple esa descripción. La contribución de su sector financiero, de seguros e inmobiliario al PIB se ha duplicado desde 1945, mientras que la del sector manufacturero se ha reducido a más de la mitad. En los últimos años, las acciones estadounidenses han cotizado a niveles de valoración casi récord. A finales del año pasado, la riqueza agregada de los hogares se situaba en 5,7 veces el PIB, muy por encima de su media a largo plazo. El ahorro es aproximadamente la mitad de su nivel medio a largo plazo. El año pasado, la deuda total (privada, pública y financiera) superó los 100 billones de dólares, más de tres veces la renta nacional estadounidense. Las empresas y las firmas de capital privado gastan billones de dólares en recompras de acciones y compras apalancadas, pero la inversión empresarial ha sido relativamente débil.

Las entradas de capital en Estados Unidos han contribuido a sostener la burbuja económica. Los extranjeros poseen actualmente 57 billones de dólares en activos financieros estadounidenses, según datos de la Reserva Federal. Sus compras de valores financieros estadounidenses han mantenido bajos los rendimientos de los bonos y han elevado los precios de las acciones. Las entradas de capital han ayudado a financiar los enormes déficits fiscales del gobierno estadounidense. A su vez, estos déficits han impulsado la demanda agregada, contribuyendo directa e indirectamente a los beneficios récord de las empresas estadounidenses, según John Hussman, de Hussman Funds.

La economía de burbuja de Estados Unidos tiene problemas políticos. Sus beneficios financieros se han distribuido de forma desigual. La riqueza de los hogares puede estar cerca de un máximo histórico, pero, como ha señalado el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, el 10% de los estadounidenses más ricos poseen el 88% de las acciones de Estados Unidos, mientras que el 50% de los más pobres están sumidos en la deuda. Además, lo que el ex gestor de fondos de cobertura denomina «economía altamente financiarizada» no ha propiciado un fuerte crecimiento salarial. La deslocalización de la industria manufacturera fue buena para los márgenes de beneficio de las empresas, pero perjudicó a los obreros.

La economía de burbuja es intrínsecamente frágil. La deuda no puede seguir aumentando indefinidamente más rápido que los ingresos. Tarde o temprano, habrá que frenar los déficits fiscales o el país quebrará. En opinión de Bessent, Estados Unidos se ha vuelto adicto al gasto público. Es necesario un «periodo de desintoxicación», afirma. Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos, cree que las grandes entradas de capital en E UU han dado lugar a un dólar continuamente sobrevalorado, que ha perjudicado la competitividad y es responsable de sus grandes déficits comerciales. Los aranceles pretenden revertir estas presiones.

Ni Trump ni sus asesores económicos reconocen explícitamente que están tratando de hacer estallar la burbuja económica. Pero eso es a lo que equivalen sus acciones. Como señala Julien Garran, de MacroStrategy Partnership, en su última nota, si Trump se toma en serio la idea de acabar con la prolongada presión sobre los trabajadores, esto significa acabar con décadas de políticas que han sido muy favorables al capital financiero.

La participación del trabajo en la renta nacional tendrá que aumentar a expensas de los beneficios empresariales. Reducir el déficit fiscal también perjudicaría a los beneficios empresariales. Imponer aranceles a las importaciones y obligar a más empresas a fabricar en EE UU aumenta la presión sobre los resultados. Si los beneficios de las empresas disminuyen, el mercado bursátil, que sigue cotizando a un nivel históricamente elevado, podría caer mucho más. Una vez que las plusvalías sean sustituidas por pérdidas, los hogares tendrán que ahorrar más, deprimiendo aún más la demanda agregada. Un círculo vicioso podría sustituir al virtuoso que mantuvo a flote la economía de burbuja.

Richard Duncan, de MacroWatch, teme que la reducción de la demanda extranjera de valores estadounidenses haga subir los tipos de interés a largo plazo en Estados Unidos. También le preocupa una posible corrida contra el dólar a medida que los extranjeros reduzcan sus tenencias de valores financieros estadounidenses.

Una ventaja singular de emitir la moneda de reserva mundial es que Estados Unidos ha podido durante mucho tiempo incurrir en enormes déficits comerciales y fiscales sin perder la confianza del mercado. Sin embargo, a principios de esta semana, los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos se dispararon. La caída del mercado de bonos suscitó la preocupación de que la administración Trump pudiera estar enfrentándose a su propio «momento Truss», en referencia a la efímera administración de la primera ministra británica Liz Truss, cuyos grandes déficits fiscales proyectados provocaron un colapso en el mercado de gilts del Reino Unido en septiembre de 2022. Bessent espera una «transición suave» a medida que las políticas cambien para favorecer a Main Street en detrimento de Wall Street. Las recientes turbulencias del mercado sugieren lo contrario. Además, la experiencia de Japón sugiere que reestructurar una economía de burbuja es un proceso difícil.

Durante la segunda mitad de la década de 1980, el sector inmobiliario y las acciones japonesas alcanzaron valoraciones extremas. La deuda se disparó y la ingeniería financiera aumentó los beneficios empresariales. Hacia el final de la década, los responsables políticos de Tokio decidieron cambiar de rumbo. El Banco de Japón subió los tipos de interés con la intención de pinchar la burbuja. Un alto funcionario declaró al Washington Post que “la economía productiva real no se verá perjudicada. La tierra y la riqueza no desaparecerán, pero la riqueza falsa sí”. Esto era una ilusión. Al colapso de la economía de burbuja de Japón le siguieron varias crisis bancarias y dos «décadas perdidas» de crecimiento económico. A principios de este año, el mercado bursátil estadounidense representaba el 64,4% del valor total mundial, según el UBS Global Returns Yearbook. Casualmente, la bolsa japonesa representaba en 1988 la misma cuota del índice MSCI EAFE, que sigue la evolución de las acciones de los países desarrollados de Europa, Oriente Medio y la región Asia-Pacífico. En la década siguiente, el peso de Japón en el índice de referencia se redujo en más de dos tercios. Los inversores en valores estadounidenses deberían tomar nota.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba Leblanc, es responsabilidad de CincoDías.

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