Saqueos, protestas y colapso económico: la crisis del coronavirus se ceba con el interior de Venezuela
La recesión mundial y la caída de los precios del crudo en medio de la pandemia acorralan al país. Maduro endurece su política de controles de precios
Caracas - 26 ABR 2020 - 13:59 PET
La recesión internacional planteada con la pandemia, y el derrumbe de los precios petroleros que ésta se trae al remolque, aumentan la gravedad de la ya muy delicada situación económica y social venezolana. El precio de la cesta de crudos es el más más bajo en 20 años. La producción de petróleo, históricamente en los tres millones de barriles diarios, es de apenas de 700.000. El bolívar ha sufrido una devaluación del 56% solo durante el mes de abril, agravando la hiperinflación que ya lleva tres años. Desde que Nicolás Maduro asumió el poder, en 2013, Venezuela ha registrado seis años seguidos de contracción que ha reducido el tamaño de su economía en un 70%. En la última semana, el costo de todos los bienes y servicios ha tenido un aumento espectacular. La casi total escasez de combustible está dificultando el transporte de alimentos en los poblados del interior del país, en muchos de los cuales, en consecuencia, se ha registrado airadas protestas.
En los últimos tres días, el enfado popular ha generado disturbios, con saqueos de negocios y graves enfrentamientos con la policía, en las poblados de Cumaná, Araya y Cumanacoa, en el Estado nororiental del Sucre; Socopó y Guanare, en los estados Barinas y Portuguesa, en el interior del país; Punta de Mata, en el Estado Monagas, cerca de la costa del Caribe; y Upata, en el estado Bolívar, en el sureste. En esta última localidad, se registró un muerto y hubo dos heridos. La víctima respondía al nombre de Charlie Núñez Palma, de 29 años de edad. Los heridos son dos adolescentes.
Hace dos días, Maduro hizo una referencia a las protestas –que han podido ser apreciadas, sobre todo, por las redes sociales- y lanzó nuevas amenazas al sector privado. “No vamos a permitir que la especulación criminal mate de hambre al pueblo. Por las buenas somos amables y razonables, pero no nos busquen por las malas”. La escalada de precios ha hecho al gobierno de Maduro abandonar su actitud tolerante con la actividad empresarial de los últimos meses –que produjo el regreso de los productos a los anaqueles- y endurecer los controles en el marco de la temida “Ley de Precios Justos”.
Nuevamente se ha decidido la “ocupación a puertas abiertas” y la “venta supervisada de productos” de la corporación agroindustrial Coposa, de Alimentos Polar, de Plumrose y de algunos mataderos. Al justificar la medida, Tarek El Aisami, vicepresidente económico, manifestó: “Hay sectores oligárquicos que pretenden violentar la ley y asumir conductas contrarias a la solidaridad en esta cuarentena. Estos grandes monopolios especuladores golpean a los pequeños comerciantes que son los que colocan sus productos”.
Al establecer controles para 27 productos básicos, El Aissami se comprometió a escuchar al empresariado para mejorar su gestión. “Lo que no vamos a permitir es que se atente contra los derechos del pueblo”. Las ventas sobre reglamentadas y los operativos de fiscalización “cívico-militar” produjeron en el pasado reciente la quiebra de muchas empresas industriales y comerciales que agravaron terriblemente la situación del país en este tiempo.
La caída libre de la economía venezolana encuentra a un estado carcomido por la corrupción y sin instrumentos para afrontar la contingencia de la pandemia. Con enormes deudas, las arcas del Gobierno de Nicolás Maduro presentan un saldo deficitario. Junto al derrumbe de los precios petroleros, el descenso en la producción de crudo sigue su curso y las sanciones internacionales dificultan terriblemente la compra de combustible importado.
“Al bolívar le pasa lo mismo que a todas las monedas indexadas al dólar en los mercados emergentes con la caída de los precios de las materias primas”, afirma Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica. “El derrumbe de la moneda en Venezuela, sin embargo, es extremadamente elevado, y tiene que ver, entre otras cosas, con una caída profunda en la oferta de divisas por la virtual paralización de los ingresos petroleros. No existe ninguna confianza en el bolívar y ha bajado mucho el flujo de remesas que envía la diáspora”.
La marcha de la petrolera rusa Rosneft y las serias limitaciones contractuales que presenta la renovación de la presencia de Chevron en el país, colocan a Venezuela en una situación especialmente vulnerable. Particularmente si los efectos de la pandemia del Coronavirus llegaran a escalar. En este momento, de acuerdo a las cifras oficiales, Venezuela tiene 310 casos de personas infectadas, con 10 fallecidos. Son unas cifras sorpresivamente bajas, que muchos atribuyen, entre otros motivos, al aislamiento actual del país.
De momento no parece haber luz al final del túnel con la escasez de gasolina y la reactivación de la producción de crudo. Hace pocos días la Administración de Maduro anunció la reactivación de la refinería El Palito –con una capacidad instalada de 140.000 barriles diarios de crudo- y la llegada de un vuelo directo con ayuda iraní para reactivar la averiada refinería de Cardón, una de las más grandes del mundo, con la promesa de nuevos contactos de apoyo.
El deterioro crónico de estos parques industriales, la aparición de nuevas averías en El Palito, la insolvencia de una nación endeuda y el endurecimiento de las sanciones internacionales, colocan en veremos la normalización del servicio de combustible en una nación que tiene casi 100 años viviendo de la producción y refinación de petróleo.
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