"Sin esta técnica, se hubieran muerto todos"
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El ozono, un medicamento para la malaria o el paracetamol son algunas de las herramientas que están utilizando sanitarios de todo el mundo para poder combatir al coronavirus. Pero, entre todos los métodos, destaca uno: el respirador. Se ha convertido en salvación de muchos y su ausencia aterra en hospitales. Sin embargo, no siempre es la respuesta.
Cuando la gravedad es extrema y los pulmones dejan de funcionar, hay que dar un paso más. Entonces, aparece la Oxigenación por Membrana Extracorpórea, también conocida como ECMO. Una técnica que puede resultar fundamental para la supervivencia de una persona.
—¿Qué es la ECMO?
—La ECMO es una máquina que cuenta con una bomba centrífuga y una estructura denominada oxigenador. La primera, al ser una bomba, mueve la sangre y la segunda, al tener una membrana de polimetilpenteno que separa la sangre del oxígeno, permite el intercambio gaseoso. Por tanto, esta máquina la empleamos en pacientes que no pueden mover la sangre, porque no les funciona el corazón, y también en personas que no pueden oxigenarla, es decir, que les fallan los pulmones.
A nivel de funcionamiento, saca la sangre del paciente y se la devuelve. Esto lo hace a través de dos cánulas. Una de drenaje que normalmente está en una vena, por lo general una gruesa como la femoral o la yugular derecha, a través de la cual sacamos la sangre. Esta se mueve gracias a la bomba centrífuga, que es una hélice, que la empuja para que pase por el oxigenador, donde se produce el intercambio gaseoso. Después devuelve la sangre a través de otra cánula. Puede estar en una vena, lo que significa que la asistencia sería venovenosa y exclusivamente respiratoria. En el caso de que esté en una arteria sería venoarterial, por lo que se daría asistencia cardio-respiratoria.
—Entonces, esta máquina se utilizará con pacientes graves y cuya vida dependa de esta…
—Sin duda. Esta máquina es una técnica compleja y está asociada a problemas muy importantes, sobre todo, sangrados e infecciones. Además, llevarla a cabo y controlar a los pacientes a los que se les aplica la ECMO no es precisamente fácil, por lo que se necesita personal con una formación específica. Todo esto hace que sea una técnica utilizada como el último de los escalones asistenciales.
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Es más, con los escalones terapéuticos habituales, como la oxigenoterapia o los respiradores, conseguimos oxigenar a la mayoría de los pacientes. En los casos en los que el pulmón está tan inflamado, que no somos capaces a oxigenar a la persona, es cuando aplicamos la ECMO, siempre que no haya contraindicaciones.
—¿Dónde se ofrece esta técnica?
—Su grado de complejidad y su personal tan concreto hace que solo la pueden ofrecer algunos centros. Es importante que todos los casos que necesiten esta máquina, estén concentrados en centros con mucha experiencia, los llamados ECMO centre. Por ejemplo, el Vall d’Hebrón, que cuenta con un programa específico y con sanitarios formados.
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Eso sí, no somos los únicos en Cataluña. Con el COVID-19, Cat-Salut, el servicio catalán de salud, nos ha nombrado como referente respiratorio a nosotros y, como alternativa, si no podemos asistir, está el Hospital de Bellvitge. Además, con asistencia hemodinámica, es decir con la estructura venarterial, está el Clínic y, como segunda opción, Sant Pau. Además, fuera de Cataluña, hay centros en hospitales de Madrid, en La Fé de Valencia, el Virgen del Rocío de Sevilla, el Rio Hortega de Valladolid, los de Santander, Asturias, Vigo…Aunque el Vall d’Hebrón es donde más pacientes se han tratado.
—¿Podemos decir que la ECMO es una herramienta eficaz en la lucha contra el coronavirus?
—En medicina no hay nada que sea blanco o negro, pero estos 20 pacientes, sin la técnica, se hubieran muerto todos.
Piensa que estamos frente a un escenario nuevo y desconocido para los sanitarios. Los primeros datos que conocimos sobre el uso de ECMO en pacientes con COVID-19 venían de China y eran desalentadores. Sin embargo, hay que decir que eran datos muy parciales, con aplicaciones de ECMO en un país donde la finura de indicación y manejo no es la óptima. Sin embargo, eran los únicos informes que había y los profesionales veían la técnica con recelo.
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—Entonces, si hubiera más centros en España que contaran con esta técnica, ¿sería algo positivo para combatir el coronavirus?
—No, es negativa la democratización de la ECMO. La técnica solo puede estar en centros con experiencia, que tienen un programa bien establecido, que siguen las recomendaciones internacionales de la ELSO, que tienen un equipo bien formado y que puedan tener más de 15 casos anuales. Tener 4 o 5 casos al año es contraproducente, ya que los sanitarios que la tienen que aplicar pueden acusar falta de práctica o incluso desconocimiento. Es más, está demostrado que los centros que utilizan la ECMO pocas veces al año tienen peores resultados. Lo mejor es concentrar a los pacientes en un único lugar, eso sí, que esté preparado. La técnica hay que ofrecerla y ofrecerla bien.
—Más allá del uso de la ECMO, ¿cuál es la situación actual del Vall d’Hebrón?
—Estamos mejor en general. Hemos pasado unas semanas horrorosas. Tuvimos que multiplicar las camas de críticos, muchísimos ingresos, mucha gente joven y muy grave…Pero, desde hace unos 10 días, hemos visto que los ingresos van a menos e incluso estamos cerrando aéreas habilitadas para pacientes graves. Esperamos que la tónica siga así en los próximos días.
—¿Cree que ya ha pasado lo peor?
—Es difícil de decir. Científicamente se intuye que sí, pero no se puede ser muy rotundo. Veremos como evoluciona ahora con las nuevas medidas que aplican los políticos. Habrá que ver que repercusión tienen en la aparición de contagios, sí los hay. Sin embargo, podemos decir que ahora la curva de pacientes ingresados tiende a ir a la baja.
—Precisamente, uno de los objetivos del Gobierno es levantar poco a poco el estado de alarma. Ya hay ciudadanos que han vuelto a su trabajo, a partir del 27 de abril, podrán salir a la calle los niños…Desde su punto de vista, ¿esta España lista para acabar con la cuarentena?
—Hay que ser muy cautos con rebajar las medidas. Es cierto que en el momento que se haga, siempre va a haber dudas. Yo entiendo que hay que tener en cuenta muchos factores más allá de los sanitarios, pero nos arriesgamos a tener un repunte de casos, aunque es algo que no sabemos. Por eso, siempre es bueno fijarse en los países que van por delante nuestra, como China o Italia, o en los de nuestro entorno, como Francia.
También es cierto que depende mucho de la reacción de la gente. Si se bajan las medidas y la gente se olvida de que el virus existe y baja la guardia, volveremos a tener un repunte. Pero, si la gente mantiene las distancias de seguridad, va solo a trabajar, limita las salidas de su domicilio, se lava las manos con asiduidad…el posible repunte será mucho menor.
—Si hubiera un nuevo repunte, ¿pesaría más la experiencia de las semanas anteriores o el cansancio acumulado de los sanitarios?
—Peor de lo que lo hemos pasado lo dudo. Del agotamiento de los sanitarios, la gente no es consciente. A veces pienso que, en otras profesiones, ante las condiciones y la exigencia, se hubieran ido a la huelga directamente. Para nosotros, como profesionales sanitarios, lo primero es la salud de la gente y la situación se ha mantenido gracias a los profesionales, al esfuerzo de todos que ha sido inhumano.
—¿Cree que al sector sanitario se le mirará de otra forma cuando finalice la pandemia?
—Me gustaría que una vez salgamos de esta situación, se nos siga considerando un colectivo clave para el funcionamiento de la sociedad, que parece que ha tenido que venir este drama para darnos cuenta.
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—Puede ser que el maltrato reiterado al sistema sanitario del que habla usted también haya provocado que el coronavirus esté afectando más en España que en otros países…
—El sistema sanitario español es envidiable, a pesar de ser machacado una y otra vez por los diferentes políticos que ven en la sanidad una posibilidad de recorte. Eso es no entender nada. Espero que ahora haya quedado claro que esto no se puede hacer.
Necesitamos más apoyo, porque ahora mismo cuesta Dios y ayuda poder dedicarse a la investigación.
—Un apoyo a los sanitarios que, como dice, también tiene que venir por parte de la sociedad. La ciudadanía, por lo general, es muy consciente de su labor, pero se han visto en portales de varios edificios, mensajes a médicos o enfermeros en los que se les pide que se vayan a vivir a otro sitio.
—Yo creo que son casos aislados. La mayoría nos aplaude. Todo el contacto que he tenido fuera del mundo sanitario ha sido para darme las gracias. Si lo que me dices fuera generalizado, no sabría ni como definirlo. Sería impensable y dramático. La gente que hace eso no sé quién piensa que les va a atender.
—En estos momentos, todo está relacionado con el coronavirus, pero, ¿cómo lo están llevando los pacientes de otras enfermedades y también los sanitarios que tienen que atenderles?
—Digamos que todo lo que no es urgente se ha parado. Eso sí, casos de ictus, infartos o cirugías urgentes se han hecho. Digamos que lo que se ha pospuesto es todo aquello programado, como tratamientos de cáncer.
Ahora que se va reduciendo la emergencia del COVID-19, se tienen que ir solucionando estas situaciones. Hay que balancear muy bien, sin quitar excesivos recursos para solucionar el asunto del coronavirus, pero poco a poco se tiene que volver a la normalidad. No hay duda que durante esta pandemia hay pacientes que han sufrido sus consecuencias, sin haber estado infectados.
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