Tres vías para pagar la pandemia
21 de marzo de 2021 00:00
En la Bolsa de Taipéi, Taiwán, una empleada labora en medio de la epidemia de coronavirus. Foto: AFP
La cuenta que está dejando la pandemia tiene dimensiones de una guerra mundial, por el número de fallecidos y por el retroceso que significa para el desarrollo de la humanidad. La economía del planeta ascendía a USD 84,9 billones a fines de 2019. El año pasado se contrajo 4,3%, es decir, perdió USD 3,65 billones de producción, en valores constantes, señaló el Banco Mundial (BM). Esta recesión está impactando en las personas de muchas maneras: muerte y enfermedad, pérdida de medios de vida e ingresos e interrupción de la educación, por mencionar los principales. Por eso, el progreso en los objetivos de desarrollo “se ha retrasado varios años”, sostiene el Banco Mundial, pues la pandemia ha afectado de manera desproporcionada a grupos vulnerables y está elevando considerablemente las tasas de pobreza. “La pandemia ha revertido la tendencia a la baja de la pobreza mundial por primera vez en una generación”, añadió. La pandemia, al igual que las guerras, es muy costosa y se pagará tarde o temprano. Los países tienen básicamente tres opciones: endeudarse, aumentar los impuestos o permitir un aumento de la inflación, que en definitiva es un impuesto a los más pobres. La opción más utilizada por los gobiernos, las empresas y las familias ha sido acudir al endeudamiento para paliar los efectos del confinamiento y la recesión. El año pasado, la deuda en el mundo alcanzó un récord y llegó a USD 281 billones, un incremento de 24 billones respecto al 2019, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales, citados esta semana por el diario El País. Ese monto representó el 355% del PIB global y evidenció que los países se han volcado al endeudamiento para mantenerse a flote tras la peor recesión en casi un siglo. Y hay que considerar que antes de la pandemia ya había una alerta por el alto endeudamiento, sobre todo en países en desarrollo, como Ecuador. En el 2018, el Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló que la deuda mundial -pública y privada- ascendió a USD 188 billones, un 226% del PIB. En las economías avanzadas, ese porcentaje había disminuido ligeramente, pero aumentó en las economías emergentes y en los países en desarrollo de bajos ingresos. El FMI pidió reducir esas vulnerabilidades antes de que se produzca el próximo shock adverso. Y ese shock llegó el año pasado, ahondando los problemas fiscales para los gobiernos, sobre todo en América Latina. En todos los países de la región, sin excepción, la situación fiscal se ha deteriorado y el nivel de endeudamiento del gobierno general ha aumentado. “Se espera que dicho endeudamiento se incremente del 68,9% al 79,3% del PIB entre 2019 y 2020, lo que convierte a América Latina y el Caribe en la región más endeudada del mundo en desarrollo”, dijo Alicia Bárcena, secretaria de la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Para salir de la actual crisis, la región necesita más recursos, es decir, más deuda, lo cual será todo un reto para cualquier gobierno. Por eso la Cepal apoya, por ejemplo, la emisión masiva de Derechos Especiales de Giros (DEG), que es la moneda del FMI, que permitirá contar con más recursos sin necesidad de contratar más deuda. Una emisión, por ejemplo, de 500 000 millones de DEG nuevos, representaría USD 56 000 millones de reservas internacionales adicionales para las economías de América Latina. El apoyo de los multilaterales también será clave, así como el canje de deuda por inversión en proyectos verdes. Debido a que la pandemia pone más presión al gasto público, la Cepal también es partícipe de generar más ingresos a través de eliminar la elusión y la evasión fiscales, además de hacer “caer el peso de la tributación en los impuestos directos y los que gravan la propiedad y el patrimonio”. No es una propuesta que se limita a los países latinoamericanos. El reciente plan de rescate en Estados Unidos, por USD 1,9 billones, propuesto por el presidente Joe Biden, contempla aumentos de impuestos, que contribuirían de alguna manera a compensar el aumento del gasto, señaló la agencia calificadora Fitch. Los asesores de Biden se están preparando para aumentos en las tasas impositivas para corporaciones y personas con altos ingresos; estas serían las primeras alzas impositivas importantes desde 1993, señaló la revista Forbes. Se da por descontado que los demócratas revertirán los recortes de impuestos que aplicó Donald Trump y que favorecieron a los más ricos y a las corporaciones, añade el experto económico Luis Fierro. La apuesta es que el paquete de estímulos en EE.UU., así como la reactivación económica derivada de la vacunación masiva, impulse un fuerte crecimiento que se traduzca en mayores ingresos tributarios, reducción del déficit fiscal y control de la inflación. El aumento sostenido de los precios es un riesgo latente cuando hay una gran liquidez en el mundo. Si a eso se añade la reapertura de los negocios a medida que avanza la vacunación masiva -sobre todo en los países desarrollados-, el riesgo de una inflación es real. En EE.UU. hay el antecedente de la década de los 70, cuando la inflación alcanzó dos dígitos debido a la aplicación de políticas expansivas. Sin embargo, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo esta semana que, aunque es posible que haya una “presión al alza” sobre los precios a medida que la economía del país continúa reabriéndose, no se espera un efecto significativo en la inflación. Por ahora, la herramienta más usada para pagar la factura de la pandemia ha sido el endeudamiento público. Y los gobiernos están identificando a quiénes les hará pagar la cuenta con más impuestos.
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