WASHINGTON — Las decenas de banderas nítidas de Estados Unidos y del Distrito de Columbia que navegan sobre la avenida Pennsylvania son una señal tradicional de la inminente inauguración presidencial .

Este año, hay algunos indicadores nuevos: miles de tropas armadas y policías, calles bloqueadas y millas de vallas de barricadas. El bullicio de la capital de la nación antes de la inauguración ha sido reemplazado por la inquietante tranquilidad de una ciudad cerrada.

El ataque mortal del 6 de enero contra el Capitolio de los Estados Unidos por partidarios del presidente Trump ha convertido a Washington antes de la inauguración en un campamento seguro, que ha generado comparaciones con la Zona Verde de Bagdad, donde se encuentran las embajadas extranjeras.

La capital de la nación recién fortificada, también acosada por la continua pandemia de coronavirus, vio poca actividad el fin de semana antes de la transferencia del poder al presidente electo Joe Biden.

Las visibles medidas de seguridad parecían haber disuadido a los partidarios de Trump y a los grupos extremistas de acudir al Distrito el domingo, ya que los rastreadores de inteligencia dijeron que habían estado planeando durante semanas. Los informes mostraron la posibilidad de levantamientos violentos en Capitol Hill y en los capitales estatales de todo el país, lo que provocó una vigilancia adicional.