La
última oportunidad de Pedro Pablo Kuczynski
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/30/america/1464630998_580004.html
El candidato peruano intenta
movilizar a todo el antifujimorismo con la idea de que Keiko traerá la
dictadura y el narcoestado
CARLOS
E. CUÉ
Buenos
Aires 30 MAY 2016 -
20:48 CEST
Pedro
Kuczynski exhibe un afiche que vincula al Keiko Fujimori con el narco. REUTERS
Desde que
Alberto Fujimori logró acabar con el sistema de partidos tradicional en Perú, la política del país andino es una lotería.
Hace cinco años,
Ollanta Humala iba por detrás en las encuestas y terminó ganando muy apurado
porque logró unir a todo el antifujimorismo contra Keiko, la hija mayor del
autócrata.
Hace solo cuatro meses, 20 candidatos se
peleaban por ser el segundo, el que se enfrentara una vez más a Fujimori.
Y casi podía
serlo cualquiera. El Jurado Nacional de Elecciones
sacó de la carrera al favorito para ese puesto, Julio
Guzmán, y a otro que iba muy bien en las encuestas, César Acuña. Y esa decisión hizo
renacer de sus cenizas a un candidato por entonces desahuciado, Pedro Pablo
Kuczynski, veterano de mil batallas, que pasó su vida entre Perú, donde
fue miembro de varios gobiernos desde 1968, y EEUU, donde se hizo rico con
fondos de inversión.
Todo en la
política peruana sigue girando alrededor de los Fujimori –el padre sigue en la
cárcel mientras su hija está a punto de alcanzar el poder- así que muchos
pensaron que Kuczynski era el mejor candidato para frenar de nuevo a Keiko. Los
peruanos dejaron así fuera de la segunda vuelta por muy poco a Verónika
Mendoza, una de las dirigentes izquierdistas con más proyección de
Latinoamérica.
Muchos
creyeron que se repetiría el fenómeno Humala: la unión
de todos contra el apellido maldito sería suficiente. Pero esta vez los Fujimori se habían preparado a conciencia.
Gastaron ingentes cantidades de dinero –ahora incluso la DEA investiga su
posible oscura procedencia- y tiempo en construir un fenómeno de laboratorio
político: Keiko. Una roca preparada para
casi todo, subida en la ola de descontento que hay en Perú con la política,
con el actual presidente e incluso con una situación económica que, pese a las cifras de crecimiento, ha producido un reparto muy
desigual y mantiene a millones de personas en la pobreza.
Keiko
Fujimori durante el debate contra Kuczynski.
AFP
Fujimori
cabalga sobre las promesas de mano dura –mandar a los presos a cárceles
aisladas a 4.000 metros de altura- y la buena imagen de su padre, un populista
de derechas, entre una parte de los más pobres. Y nadie parece capaz de
frenarla. Kuczynski, que va por debajo claramente en las encuestas, jugó el
domingo por la noche en Lima, en el último debate presidencial, la carta final:
trató de movilizar a los peruanos contra Fujimori, como en 2011, con la idea de que con ella llegará “la dictadura”, que
acabará con la democracia como su padre, que dará paso a un “narcoestado”.
Lanzó toda la artillería disponible. “La libertad está en peligro, es ahora o
nunca, hay que cerrarle el paso a la dictadura”, clamó. Y sacó todos los
escándalos, incluso preguntó a Fujimori si va a convencer a sus tíos, que se
fugaron a Japón, de que se enfrenten a la justicia.
Pero
Kuczynski no está hecho para ese trabajo. En el fondo sus ataques eran durísimos,
en las formas no lo parecían, lo hacía casi obligado, sin convicción. Él se mueve más cómodo en el debate económico. Para
ella, que hace muchísimo más caso a sus asesores –con Kuczynski lo han probado
todo pero va a su aire- la guerra es su espacio natural.
Todos los
escándalos importantes caen del lado de Fujimori. Los diarios de estos días
publican noticias demoledoras para cualquier candidato normal, e incluso el más
influyente, El
Comercio, ha editorializado con dureza contra las posibles vinculaciones
de dinero del narco con su campaña. Todo se está
moviendo contra ella. Hoy habrá manifestaciones en todo el Perú para
pedir que no vuelva. Y sin embargo por momentos ella estaba a la ofensiva y
Kuczynski a la defensiva. Todo cuestión de estilo.
Los
medios, el mundo de la cultura, los intelectuales, se unen para frenarla. La propia Mendoza, que se quedó
fuera de la segunda vuelta y no pudo estar en ese debate que habría sido más de
igual a igual –dos políticas jóvenes, ambiciosas y aguerridas- se desesperaba
en twitter. Fujimori justificaba su ausencia durante 500 días del Parlamento
por sus embarazos, y mientras Kuczynski tardaba en reaccionar, Mendoza gritaba
en la red social: “Yo también di a luz estando en el Congreso, a las dos semanas fui con
mi hija a trabajar. Es indignante que utilice su condición de mujer y madre”.
Quedan unos pocos días. Todos echan el resto contra Fujimori. Pero nadie parece
capaz de frenar la ola.
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