Cómo
China abortó la liberalización del yuan para favorecer a las empresas estatales
http://lat.wsj.com/articles/SB11402597840229114243804582087062126029138?tesla=y
Currencies
usually rise and fall based on market forces. China's government said it would
loosen its hold on the yuan last August, instead of its traditional policy of
setting the currency's value. It hasn't worked out so well. Photo Illustration:
Andrea Liang/The Wall Street Journal
Por LINGLING WEI
martes,
24 de mayo de 2016 20:22
EDT
BEIJING—En
una reunión a puerta cerrada en marzo, algunos de los economistas y banqueros
más prominentes de China fueron directo al grano y le pidieron al Banco Popular
de China que dejara de luchar contra los mercados y permitiera una devaluación
del yuan.
Fue en vano. “La tarea
principal es mantener la estabilidad”, respondió un representante
del banco central, según las minutas de la reunión a las que tuvo acceso The
Wall Street Journal.
El encuentro
dejó pocas dudas de que los máximos líderes chinos habían perdido interés en
llevar adelante el importante cambio de política anunciado sorpresivamente
nueve meses antes. El Banco Popular de China reveló en agosto de 2015 que
dejaría que el mercado tuviera una mayor incidencia en el valor del yuan, un
paso significativo en la liberalización de la segunda economía del mundo.
La realidad,
sin embargo, es que la tasa de cambio del yuan está nuevamente bajo estricto
control gubernamental, según las minutas de las reuniones que detallan las
deliberaciones en privado, además de entrevistas con funcionarios chinos y
asesores que hablaron con The Wall Street Journal sobre la política cambiaria
del país.
El banco
central abandonó el mecanismo de mercado en una reunión a puerta cerrada el 4
de enero, dijeron personas cercanas. La entidad no ha divulgado el cambio,
pero, en esencia, ha reanudado la vieja práctica de ajustar la cotización
diaria de la divisa según los designios de Beijing.
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El cambio de
parecer es un signo del creciente recelo de las autoridades acerca de la fuga
de capitales, un problema impulsado por la desaceleración de la economía. Por
ahora, creen que los beneficios de liberalizar el yuan
son superados por las amenazas. El banco central enfatiza que la
estabilidad del yuan beneficia también a los socios comerciales de China, a
quienes les preocupa que el debilitamiento de la moneda propulse las
exportaciones chinas a expensas de las de otros países.
La
liberalización del yuan, el mayor cambio de la política monetaria china en una
década, tenía como objetivo dar más poder a los
consumidores y revitalizar la economía. La reacción adversa de los
mercados mundiales y de los propios chinos, que se apresuraron para sacar su
dinero del país, fue tan perturbadora que lo máximos líderes, encabezados por el
presidente Xi Jinping, comenzaron a tener dudas.
En un
cónclave de altos dirigentes del Partido Comunista realizado en diciembre, Xi
llamó a los mercados y el sistema regulatorio chino “inmaduros” y agregó que
“la mayoría” de los dirigentes del partido no había hecho lo suficiente para
orientar la economía hacia un crecimiento más sostenible, dicen asistentes al
encuentro.
A los oídos
del banco central, había sólo una interpretación: había que pisar el freno.
Yi Gang, uno
de los vicegobernadores del organismo, indicó en abril en una visita a
Washington que “el mercado sigue siendo
el factor número uno” para determinar el valor del yuan.
Sin embargo,
la realidad es distinta, señalan fuentes cercanas. El Banco Popular de China
administra la cotización del yuan alternando entre fijar un valor frente al
dólar y a una canasta de monedas. La oficina de prensa de la entidad no
respondió a solicitudes de comentarios.
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Beijing
organizó este mes lo que parecía ser una campaña publicitaria dirigida a reafirmar
sus intenciones de reformar la economía manteniendo la estabilidad del yuan.
Esto ocurrió después de que una ola de crédito ayudó a expandir el Producto
Interno Bruto en 6,7% en el primer trimestre, el menor crecimiento en siete
años. Gran parte del US$1 billón en nuevos préstamos fue a parar al mercado de
la vivienda, generando dudas sobre la sostenibilidad de una expansión basada en
el endeudamiento y la voluntad de los líderes para reestructurar la economía.
El Diario
del Pueblo, portavoz del Partido Comunista, advirtió el 9 de mayo un extenso
artículo contra el retorno a las viejas formas de estimular el crecimiento.
Personas al
tanto dicen que los principales asesores económicos de Xi ordenaron la
publicación del artículo, que también hizo hincapié en la necesidad de mantener
el yuan “básicamente estable”. La oficina de información del Consejo de Estado
de China no respondió a solicitudes de comentarios.
Xi, de 62
años, asumió el poder a fines de 2012 y se ha establecido como el líder más
poderoso del país en décadas.
La política
económica china estuvo durante mucho tiempo bajo el control del primer
ministro. Eso cambió con la llegada de Xi, quien concentró poderes bajo su
mando. Para su consternación, las reformas económicas que ha pedido no han sido
realizadas de manera efectiva por el gobierno encabezado por el primer
ministro, Li Keqiang, dicen fuentes cercanas a Xi.
Los
partidarios de Li dicen que el primer ministro está en una posición difícil
puesto que una de sus responsabilidades es alcanzar las metas de crecimiento de
Xi. Agregan que para cumplir tales objetivos, el gobierno tiene que dar marcha
atrás con los cierres de fábricas y retrasar la liberalización de flujos de
capital y otras modificaciones.
La
preferencia por la estabilidad en lugar del cambio en la política cambiaria
refleja los reacomodamientos de los funcionarios de cara a la reorganización de
la cúpula del partido el año que viene, cuando deben renovarse la mayoría de
los siete miembros del Comité Permanente del Politburó. “Nadie quiere cometer
errores en este momento”, reveló un alto funcionario del Partido Comunista.
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PHOTO: KIM
KYUNG-HOON/REUTERS
La marcha
atrás en la liberalización del yuan deja al banco central en la difícil
posición de tener que continuar la batalla contra la presión a la baja de la
moneda, también conocida como renminbi. Desde fin de abril, la cotización del
yuan ha caído durante tres semanas consecutivas.
La
estabilidad de la moneda se produce a expensas de las reservas de divisas y
limita la capacidad del banco central para proteger la economía.
Las reservas
de China en moneda extranjera rondaron los US$3,22 billones en abril, frente a
los casi US$4 billones de junio de 2014. El Departamento del Tesoro de Estados
Unidos estima que Beijing vendió más de US$480.000 millones de sus reservas
para apuntalar el yuan entre agosto del año pasado y marzo.
La fuga de
capitales de China, tanto de empresas como de particulares, cayó de más de
US$100.000 millones en diciembre y enero a US$28.000 millones en abril, según
las estimaciones de UBS Group AG. Para desalentar las salidas de divisas, las
autoridades chinas han intensificado los controles.
“Las
presiones de depreciación subyacentes siguen sin resolverse, debido a que la
reestructuración y la reforma hasta ahora han avanzado a trompicones”, dice
Harrison Hu, economista para China de Royal Bank of Scotland. “Esto deja
abierto el riesgo de sacudidas en los mercados financieros”.
La política
cambiaria ha sido uno de los problemas económicos de mayor carga política de
China. Entre quienes presionan al banco central para permitir que el mercado
devalúe el yuan, como indicó en agosto la propia entidad, figuran el Ministerio
de Comercio, que busca ayudar a los exportadores con una moneda más débil.
Los
exportadores han encontrado aliados entre los economistas del centro de
estudios estatal Academia China de Ciencias Sociales, quienes argumentan que el
yuan se ha sobrevaluado conforme el enfriamiento económico hace salir capitales
del país.
En el bando
contrario están las gigantescas empresas estatales, que, en general, están
preparadas para hacer frente a los vaivenes del mercado y poseen grandes
cantidades de deuda denominada en dólares. Debido a ello, prefieren que el yuan
esté lo más cerca posible del dólar.
El Banco
Popular de China ha defendido la liberalización del yuan como una manera de
inyectar mayor disciplina en la economía. En última instancia, la institución
responde a Xi, que cuando tomó el poder se comprometió a dar a las fuerzas del
mercado un papel “decisivo” en la economía.
El
mandatario chino se propuso como tarea hacer el yuan más viable a nivel
internacional, y una de sus principales prioridades económicas para 2015 era
conseguir que el Fondo Monetario Internacional incluyera el yuan en su canasta
de monedas de reserva.
Lograr ese
objetivo permitiría mostrar la creciente influencia económica de China, que
representa cerca de 15% de la producción mundial, casi el triple que hace una
década.
El año
pasado, Zhou Xiaochuan, que ha sido durante mucho tiempo el gobernador del banco
central de China y que es un defensor de las políticas de mercado, vio una
oportunidad para matar dos pájaros de un tiro: conceder al mercado un rol más
preponderante en la cotización del yuan —una condición que exige el FMI— y
descomprimir las presiones sobre la moneda.
Mantener al
yuan cerca del dólar se había vuelto una labor cada vez más costosa para el
Banco Popular de China. “Es el momento de cambiar la política cambiaria”, dijo
Zhou en marzo de 2015.
El Banco
Popular de China anunció en agosto pasado que fijaría la cotización diaria del
yuan basado en el cierre del mercado del día anterior. Hasta entonces, el valor
había sido determinado enteramente por el banco central. La entidad acompañó la
medida con una devaluación de casi 2%.
Los detalles
del anuncio brillaban por su ausencia. Los inversionistas interpretaron el
cambio como un indicio de que la economía estaba tan maltrecha que el banco
central estaba tomando medidas extraordinarias para ayudar a los exportadores.
El yuan se desplomó y países como Kazajistán, Vietnam y Pakistán devaluaron
rápidamente sus divisas.
La reacción
de pánico en los mercados perturbó a los líderes chinos. Dentro de 48 horas, un
grupo encargado de asuntos económicos, encabezado por Xi, dio instrucciones al
banco central para estabilizar el yuan. El organismo no tuvo más remedio que
recurrir a reservas de divisas.
Mientras los
primeros vientos de otoño disipaban el calor del verano en Beijing, la
temperatura también se elevaba en la parte sur del complejo amurallado de
Zhongnanhai, donde trabaja Xi. El líder no estaba conforme.
El intento
de hacer que el yuan reflejara con más fidelidad las fuerzas del mercado,
descrito por un funcionario como una “ depreciación disfrazada de reforma”, se
estaba convirtiendo en una de las principales causas de incertidumbre en el
mercado y de las salidas de capital.
Las acciones
chinas cayeron casi 25% en las dos semanas transcurridas después del anuncio y
las reservas de divisas cayeron en US$93.900 millones en agosto.
En noviembre,
el FMI dio el visto bueno a la inclusión del yuan entre las monedas de reserva.
Entre los líderes chinos imperaba una sensación de “misión cumplida” y el
compromiso del banco central con el nuevo mecanismo comenzó a vacilar, según
personas cercanas al organismo.
En la
conferencia económica de fin de año que el Partido Comunista realiza en
diciembre, Xi reconoció que las turbulencias en los mercados financieros de
China lo habían hecho pensar dos veces antes de apresurarse con las reformas,
de acuerdo con fuentes al tanto de la reunión.
Xi mencionó
la necesidad de protegerse contra los riesgos y dijo que la posición
internacional de China depende de “si podemos cuidar bien nuestra propia casa”.
Unas dos semanas después, el banco central dejó de lado el mecanismo de
mercado.
Eswar
Prasad, experto en China de la Universidad de Cornell y ex representante del
FMI en China, sostiene el “enfoque desigual y aleatorio para flexibilizar el
tipo de cambio resalta las tensiones entre el deseo del gobierno de liberalizar
los mercados y su tendencia a ignorarlos cuando que no producen los resultados
que pretende”.
La poderosa
Comisión de Supervisión y Administración de Activos Estatales desempeñó un
papel decisivo para convencer a los líderes chinos de que era mejor dar marcha
atrás. Mientras más caiga el yuan, argumentaron, más cara será la carga de
deuda de las empresas estatales.
Una
depreciación de 3% del yuan, por ejemplo, podría añadir US$25.600 millones al
pago de intereses anuales de las empresas chinas con deudas en dólares, según
las estimaciones de BNP Paribas.
“La política
de tipo de cambio está siendo secuestrada por las empresas estatales, cuyas
palabras tienen mucho peso con el liderazgo”, dijo un funcionario cercano a la
agencia estatal. Entre las empresas con una alta exposición a deuda en dólares
están las tres aerolíneas nacionales de China y su mayor naviera, China Cosco
Holdings Co.
El alza del
dólar en las últimas semanas ha reanudado la presión para estabilizar el yuan.
La moneda china ha cedido 0,9% desde fin de abril, borrando la ganancia de 1%
de los dos meses anteriores.
Algunos
funcionarios del banco central expresaron su frustración a fines de febrero por
dejar de lado la liberalización del yuan ante la presión de las compañías
estatales. Los comentarios se hicieron durante una reunión en Shanghai con
economistas, banqueros y representantes de empresas públicas y privadas.
El banco
central volvió a defender las intervenciones durante la reunión a puerta
cerrada de marzo, diciendo que los ciudadanos chinos podrían cambiar yuanes por
divisas extranjeras si su valor cae demasiado.
El director
de una de las corredoras bursátiles más grandes de China expresó su
consternación por el énfasis exclusivo en la estabilidad. El economista jefe de
uno de los principales bancos de China preguntó por qué el Banco Popular de
China había actuado tan rápido para apuntalar el yuan. Una moneda sobrevaluada
podría lastrar aún más a la economía al obligar a los fabricantes a reducir los
precios y los salarios, sostuvo.
“Si estamos
empeñados en la estabilización del yuan por encima de lo que realmente vale,
¿cómo afectará a la economía?”, preguntó.
Las
frustraciones pusieron al banco central a la defensiva. “Los comentarios de
todos ustedes son correctos”, dijo un funcionario. Al menos por ahora, agregó,
la influencia del mercado sobre el yuan será decidida por Beijing.
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