Temer
hereda un Brasil en plena tormenta económica y política
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Michel Temer
(centro) asume como presidente interino de Brasil después de la suspensión de Dilma
Rousseff. PHOTO: MARCOS CORREA/AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Por
Paulo Trevisani y Marla Dickerson
Actualizado
jueves, 12 de mayo de 2016
17:05 EDT
BRASILIA—El presidente interino de Brasil,
Michel Temer, tendrá ahora que demostrar si el juicio político que ayudó a
orquestar contra su antigua aliada Dilma Rousseff hará revivir la fortuna de la
mayor economía de América Latina.
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posesión del cargo tras meses de turbulencia en Brasil sobre el destino de
Rousseff, quien se hizo a un lado el jueves para enfrentar un juicio político
en el Senado, acusada de haber violado las leyes de
responsabilidad presupuestaria de la nación.
La mandataria niega los cargos. Rousseff estará suspendida de su función de presidenta por hasta seis
meses durante el juicio. Si es destituida, Temer completará su mandato,
que se extiende hasta finales de 2018.
El jueves,
poco después de recibir la notificación oficial de su suspensión, Rousseff
pronunció un discurso desafiante. La mandataria dijo que el gobierno que
sustituirá el suyo será ilegítimo y prometió luchar contra las acusaciones en
su contra con todas las herramientas legales disponibles.
La
presidenta evitó mencionar a Temer por nombre durante su discurso, pero dijo a
sus seguidores frente al palacio presidencial después de su discurso que estaba
“sufriendo el dolor de ser traicionada”.
Miembro del
partido político más grande e influyente de Brasil, el
PMDB, Temer todavía necesita la ayuda de un Congreso volátil y el
respaldo de un público irascible que lo tiene en baja estima.
Mucho
dependerá de si su gobierno puede adoptar rápidamente políticas para poner fin
a la recesión brutal de la nación y unir a un electorado amargamente dividido.
Un
abogado aristócrata y poeta aficionado, el presidente interino, de 75 años, ha estado preparándose
durante meses para asumir la presidencia. De este modo, Temer ahora se
convierte en el centro de la atención que ha evitado cuidadosamente durante su
larga carrera política como negociador tras bambalinas.
“Rousseff es
el pasado. El foco ahora estará en Temer”, dijo el analista político Carlos
Paulo Calmon, de la Universidad de Brasilia. “Tendrá una pequeña ventana para
mostrar su temple”.
La
prioridad de Temer es la moribunda economía de Brasil, país que está sumido en la peor
recesión desde la Gran Depresión.
El PIB se contrajo
3,8% el año pasado y está en camino de reducirse una cifra similar en
2016.
La
deuda, el déficit y las tasas de interés se han disparado.
El desempleo ha alcanzado cifras de dos
dígitos y
la inflación está flotando cerca de 10%.
Temer ha
señalado que va a ejercer presión en
busca
de recortes profundos de gastos,
reformas
a los subsidios y
privatizaciones
de algunos servicios públicos para apuntalar las precarias finanzas del gobierno y restaurar la
confianza de los inversionistas.
“Tenemos
que... mostrar que tenemos un camino claro, creíble para luchar contra la
crisis económica”, dijo Wellington Moreira Franco, un veterano político del
PMDB y asesor de Temer.
Los mercados han repuntado en las
últimas semanas ante
la perspectiva de un gobierno de Temer. Pero el público brasileño está menos
enamorado del presidente interino, a quien algunos ven como un oportunista
traidor que destronó a Rousseff en una pelea por el poder.
Después de
meses de apoyar públicamente a la asediada presidenta, Temer y el PMDB se
separaron a fines de marzo de la coalición en el poder y comenzaron a trabajar
activamente por su destitución. Rousseff ha llamado a su ex compañero de
fórmula “traidor” y “golpista”.
Recientes
encuestas de opinión pública muestran que a 60% de los brasileños le hubiera
gustado ver que renunciaran tanto él como Rousseff. Además, sólo entre 1% y 2%
de los brasileños encuestados recientemente dijo que votarían por él en una
elección general, lo que dio lugar que se le apodara en burla “Mr. 1%”.
En una
entrevista con The Wall Street Journal, Temer dijo el mes pasado que sus bajos
índices reflejan la “contaminación” de su asociación anterior con el impopular
gobierno de Rousseff.
Hijo de
inmigrantes libaneses, Temer creció en el estado de São Paulo, estudió derecho
constitucional y fue elegido al Congreso en 1987. Al igual que muchos políticos
brasileños, ha cambiado de alianzas basado en la conveniencia más que en la
ideología. Partidario del gobierno conservador del ex presidente Fernando
Henrique Cardoso, se unió a la fórmula presidencial de izquierdista de Rousseff
en 2010.
De voz suave
y meticulosamente educado, tiene fama de ser un oyente atento. Está casado con
una ex reina de belleza 42 años menor que él, que tiene su nombre tatuado en la
parte posterior de su cuello. En 2013, escribió un libro de poesía titulado
Intimidad anónima.
Temer
probablemente tendrá poco tiempo por escribir versos en los próximos meses.
Además de hacer frente a la economía de Brasil, se enfrenta a una serie de
posibles problemas legales.
Varios
miembros de alto rango de su partido PMDB están envueltos en un escándalo de
corrupción masiva centrado en la petrolera de control estatal, Petróleo Brasileiro
SA, o Petrobras.
Un juez del
Supremo Tribunal (la Corte Suprema de Justicia de Brasil) ha ordenado a la
cámara de representantes poner en marcha un proceso de destitución contra Temer
por las mismas supuestas violaciones a la ley de presupuesto por las que fue
imputada Rousseff. Temer niega las acusaciones, y la probabilidad de enfrentar
un juicio político parece remota por el momento.
Por
separado, un tribunal electoral brasileño está investigando si fondos desviados
de Petrobras financiaron en 2014 la campaña de reelección de la fórmula
Rousseff-Temer. Esa decisión podría llegar a finales de este año o en 2017.
Tanto Temer
como Rousseff han negado haber cometido delito alguno.
A la
incertidumbre se suma el izquierdista Partido de los Trabajadores de Rousseff,
la segunda fuerza política en el Congreso, que se ha comprometido a hacerle la
vida más difícil a Temer. A principios de esta semana, sindicatos y movimientos
sociales vinculados al PT cerraron vías clave durante la hora más congestionada
de la mañana en algunas de las ciudades más grandes del país en protesta por el
juicio político.
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