El
Califato de Iraq y la Gran Siria protege a los ingenieros rusos que bombean petróleo
y gas para el régimen de Assad (que es su principal cliente del Califato ) ,
con el visto bueno de Rusia y la mirada atenta de Putin, y las tribulaciones de EEUU , según un Informe del Wall Street Journal (si
el 90% de la electricidad de Siria es generada con el consentimiento del Califato, entonces se diría que son socios comerciales ) ¿Por qué no llaman para
contratos de empleo a los ingenieros venezolanos que están desempleados en EEUU
o Canadá? Otra idea que se me ocurre para terminar la corrupción en PDVSA ,
Petrobras y Pemex es que lo gestione el Califato; así ,al primero que robe una
gota de petróleo ¡zas! le cortan la cabeza .
Los
lazos de un ejecutivo energético con Estado Islámico
http://lat.wsj.com/articles/SB11985417870832073416704582058744022360990?tesla=y
La planta de
gas natural Ebla, cerca a la ciudad de Homs en Siria. PHOTO: KHALED AL HARIRI/REUTERS
Jay
Solomon y
Benoit
Faucon
miércoles,
11 de mayo de 2016 0:02
EDT
En
Siria, George Haswani se considera un patriota. En Occidente, es un hombre con
orden de captura.
Haswani
es acusado por los
servicios de inteligencia occidentales de ser un
intermediario entre Estado Islámico y el gobierno sirio, el mayor cliente del
grupo terrorista.
Estado
Islámico controla gran parte de la infraestructura energética de Siria y vende
petróleo y gas natural robado a precios de descuento al régimen contra el cual
combate.
Nota del autor del blog: en realidad
el califato combate a otros insurgentes creo
El
empresario de 69 años dice que se limita a hacer su parte para que su país no
descienda a la edad de las tinieblas puesto que la electricidad del país
depende del combustible controlado en su mayor parte por los terroristas. Para
las monjas sirias que ayudó a liberar de sus captores extremistas, Haswani es
un héroe.
Estados
Unidos y la Unión Europea,
en cambio, han congelado los activos de Haswani, que tiene nacionalidad siria y
rusa, en sus respectivos territorios tras acusarlo de actuar como intermediario
en los envíos de petróleo desde Estado Islámico al gobierno del presidente Bashar al-Asad.
“Hemos declarado al
mundo… que vamos tras él”, dijo Amos Hochstein, enviado especial del Departamento de
Estado quien supervisa la campaña estadounidense para desmantelar los negocios
de energía de Estado Islámico.
El papel
interpretado por hombres como Haswani es una de las razones por las cuales
Estado Islámico ha logrado seguir financiándose a pesar de los ataques los
ataques militares liderados por EE.UU. y el derrumbe de los precios del
petróleo.
Las
ganancias del grupo procedentes del negocio energético han llegado a caer a la
mitad en los últimos doce meses, según funcionarios, pero las ventas
representan una parte significativa de sus ingresos totales
que oscilarían entre US$1.000 millones y US$2.000 millones al año, según
estimaciones. Las cifras incluyen las ventas al
gobierno de Asad.
Sus
estrechos vínculos con Rusia han protegido a Haswani.
El empresario se alió
hace años con uno de los hombres más cercanos al presidente Vladimir Putin
para formar una instalación de gas en la región siria
de Tuweinan que llamó la atención del gobierno de Barack Obama.
Fuentes
estadounidenses señalan que la alianza militar y económica de Moscú con Damasco
dejan en claro que Rusia está al tanto de los negocios
entre el régimen de Asad y Estado Islámico.
George
Haswani PHOTO: ASSOCIATED PRESS
“¿Cómo
no podrían saberlo?”
pregunta un alto funcionario estadounidense versado en las ventas de energía de
Estado Islámico. “Haswani es el intermediario en los acuerdos e ISIS se
beneficia”.
El
empresario niega cualquier irregularidad y ha apelado las sanciones. El gobierno sirio también desmiente cualquier relación de
negocios con Estado Islámico. Dmitry Peskov, un portavoz del Kremlin,
indicó que las acusaciones de que Rusia ha estado envuelta en las ventas de
petróleo y gas de Estado Islámico son un “disparate”.
Los
trabajadores de la planta de gas Tuweinan, entre
los que según EE.UU. y la UE figuran ingenieros rusos,
reciben órdenes principalmente de los
combatientes de Estado Islámico, dijo Haswani en una entrevista telefónica
con The Wall
Street Journal. “ISIS les dice: hagan esto acá y lleven esto
allá”, manifestó. Agregó que los empleados no tienen más alternativa
que cumplir las instrucciones.
Haswani
construyó la planta gasífera de Tuweinan en sociedad con una empresa
perteneciente a Gennady Timchenko, un empresario ruso y parte del círculo más
cercano de Putin.
OAO Stroytransgaz, la
empresa de Timchenko, ha provisto ingenieros rusos para el proyecto
durante la última década, dijo la propia empresa.
Haswani
indicó que su negocio energético ha sido víctima de la guerra civil siria que
ya cumple cinco años. La mayoría de las plantas de gas en manos del gobierno,
incluyendo una construida por la estadounidense
ConocoPhillips, están en territorio controlado por Estado Islámico,
aseveró.
El empresario
presentó una historia del proyecto gasífero en
una carta de cinco páginas enviada hace un año a Counter
Extremism Project, una organización no
gubernamental de Nueva York, que promueve los esfuerzos internacionales para
combatir la militancia islámica. El presidente ejecutivo de la ONG, el ex
diplomático estadounidense Mark Wallace, respondió la misiva en marzo y
preguntó por el presunto rol de Haswani en el financiamiento de Estado
Islámico.
El
empresario replicó que la guerra civil siria dejó a la planta de gas de Tuweinan a sus empleados bajo una amenaza
constante.
El área, al noreste de la ciudad de Homs,
fue primero
controlada por los rebeldes moderados del Ejército
Libre Sirio,
luego
por los combatientes radicales del Frente Al-Nusra y
posteriormente
por Estado Islámico.
Los gerentes de la planta de gas
pagaron por contar con la protección del grupo que en ese momento controlaba la
zona, agregó. “Nos
fue bien mediante arreglos financieros”, expresó.
Haswani
caracterizó su trabajo para lograr que la planta siguiera operando como un
servicio a la nación al ofrecer “electricidad a todo el espectro del pueblo sirio”.
No obstante, describió lo que parece ser una empresa
conjunta con Estado Islámico, que opera su propio ministerio de recursos naturales.
Los
empleados de la planta deben seguir el tipo de Islam sunita del grupo
fundamentalista, indicó Haswani. Algunos han recibido latigazos tras ser
acusados de no cumplir mandatos religiosos, como la prohibición de fumar.
Las
relaciones comerciales entre el gobierno de Asad y Estado Islámico no se limitan a las operaciones de
Haswani, señalan ejecutivos sirios de energía y analistas de Medio Oriente.
La
mayor instalación de producción de gas en la provincia de Deir ez-Zor, que fue
construida por ConocoPhillips en los años 90, es controlada por Estado Islámico, al igual que la planta gasífera de
Al-Jbessa en la provincia de Hasaka.
Siria
depende del gas natural,
gran parte del cual proviene de las instalaciones en manos de Estado Islámico,
para generar el 90% de su electricidad.
Las fuerzas
de la coalición bombardearon por primera vez en marzo una planta de
procesamiento de gas en territorio controlado por Estado Islámico, dicen
fuentes estadounidenses.
La
instalación, conocida como Tabiyyah, era parte del ex
complejo de ConocoPhillips, según miembros de la oposición siria. “Fue
un revés estratégico”, dijo Hochstein.
El ataque
formó parte de una operación del Pentágono llamada
“Marea II” iniciada en octubre contra instalaciones de energía en el
norte y el noreste de Siria, además de atacar a quienes conducen camiones con
combustible desde territorio de Estado Islámico a compradores en Turquía, Irak
y las regiones de Siria controladas por el gobierno, señalan fuentes
estadounidenses.
El gobierno
estadounidense ha señalado que la operación militar ha reducido los ingresos de
Estado Islámico.
Mientras tanto, el Departamento del
Tesoro está intensificando sus esfuerzos para bloquear la capacidad del
gobierno de Putin y de los ciudadanos rusos de ayudar al régimen de Asad a
evadir sanciones y financiar la guerra.
EE.UU.
colocó en una lista negra a fines de noviembre a una media
decena de empresas y ciudadanos rusos, entre quienes figuraban Haswani y su compañía, HESCO Engineering and Construction Co,
a quienes acusó de hacer negocios a nombre del gobierno sirio. El
Departamento del Tesoro estadounidense también nombró una red de bancos y empresarios vinculados al Kremlin en Chipre a
quienes acusa de hacer transacciones de cambios de divisas a nombre del banco
central de Siria.
Haswani y el Kremlin, sin embargo, no
muestran señales de ceder.
El
presidente del gigante energético Gazprom, Alexei
Miller, se reunió en febrero con el embajador de Siria en Rusia para
analizar futuros proyectos de colaboración, según medios estatales de ambos países.
La
empresa de Haswani, que tiene oficinas en Damasco, Moscú y Londres, formó una sociedad con Timchenko y Strytransgaz en los años 90, cuando las
empresas rusas de energía se empezaron a internacionalizar, según ejecutivos de
HESCO.
Las empresas
realizaron proyectos energéticos en Emiratos Árabes
Unidos, Argelia y Sudán, según Haswani y ejecutivos de la compañía. La estatal Syria Gas Co. adjudicó un contrato en 2007
para que las empresas construyeran la planta de gas de Tuweinan.
Haswani
entabló una demanda contra la UE para que su nombre sea eliminado de las
sanciones y culpado al presidente turco Recep Tayyip Erdogan de contrabandear
petróleo de Estado Islámico. El mandatario ha negado las acusaciones.
Hace dos
años Haswani negoció a nombre del régimen sirio la liberación de más de una
decena de monjas ortodoxas griegas que habían sido secuestradas por el Frente
Al-Nusra, un grupo insurgente vinculado a al Qaeda.
“George Haswani proveyó
de todo a todos”,
dijo la madre Angnes-Mariam, líder del monasterio griego ortodoxo en Siria que
participó en las negociaciones.
“En el
estatus quo de Siria”, escribió Haswani en su carta enviada a la ONG Counter
Extremism Project el año pasado, “la comunicación con los grupos terroristas se
produce por razones nobles”.
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