Brutalidad sin límites: cómo la Policía de EEUU mata a los afroamericanos y sale impune
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La ciudad estadounidense de Minneapolis desde hace varios días está viviendo una oleada de protestas violentas por la brutalidad policial. El pasado 25 de mayo unos policías detuvieron a George Floyd, un afroamericano de 46 años. Uno de los policías puso la rodilla sobre el cuello del detenido de tal forma que lo estranguló hasta la muerte.
Los eventos de los últimos cuatro días han demostrado que la brutalidad policial no tiene límites. Todo comenzó con una situación bastante inofensiva. Se trataba de un simple incidente: una estación de Policía de la ciudad de Minneapolis recibió una llamada sobre el presunto uso de un billete falsificado durante la compra en una tienda. El supuesto infractor era un afroamericano vecino de la zona. Se llamaba George Floyd.
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Sin embargo, los vídeos de las cámaras de seguridad de la tienda cerca de la que los policías redujeron a Floyd y otros vídeos grabados por los testigos muestran que Floyd permitió que los policías lo esposasen. Cuando llevaron al detenido al automóvil policial uno de los policías, Derek Chauvin, lo tiró al suelo bocabajo y puso su rodilla sobre su cuello de manera tan fuerte que el afroamericano ni siquiera podía respirar.
Floyd permaneció en esta posición siete minutos, durante los cuales repitió una y otra vez la misma frase: "¡No puedo respirar!". Los testigos que estaban cerca pidieron en reiteradas ocasiones que Chauvin se levantase, pero el policía no reaccionó. Después de que el detenido perdiera el conocimiento, los oficiales llamaron a la ambulancia, que trasladó a Floyd a un hospital, donde falleció.
Indignación popular
George Floyd trabajó durante los cinco últimos años como guardia en una cafetería, y perdió el trabajo a causa de los despidos masivos provocados por la crisis a raíz del brote de COVID-19. Según lo describió su excontratante, Floyd era un empleado muy bueno y nunca provocó ningún incidente.
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Uno de los políticos que repudió el brutal asesinato fue el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, quien dijo lo siguiente: "Ser negro en Estados Unidos no debería ser una sentencia de muerte". Lamentablemente, hay casos bien conocidos de afroamericanos que acaban siendo víctimas de la brutalidad policial solo por ser negros.
El asesinato de Floyd se saldó con el despido de los policías implicados. Uno de ellos, Derek Chauvin, fue detenido solo este 29 de mayo. Según la información preliminar, el principal culpable de la muerte, Derek Chauvin, en varias ocasiones disparó contra civiles estando de guardia en el pasado. Los familiares de Floyd declararon públicamente que el despido no es suficiente, y que los autores de un incidente de estas características merecen la cadena perpetua.
El FBI ya se está encargando de investigar las circunstancias en las que tuvo lugar la muerte de George Floyd. Muchos en Estados Unidos temen que los policías culpables puedan salir impunes o casi impunes, tal y como ha pasado en similares ocasiones.
La indignación de la población se tradujo en protestas violentas en Minneapolis y en otras partes del país. En la urbe la policía usó gas lacrimógeno, balas de goma y granadas de aturdimiento contra los manifestantes. Estos últimos rompieron numerosos automóviles policiales y lanzaron piedras contra las fuerzas de seguridad. El gobernador de Minnesota, Tim Walz, ha enviado a Minneapolis a la Guardia Nacional luego de que el alcalde de la ciudad declarase el estado de emergencia local.
La injusticia hacia los afroamericanos en EEUU
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El acontecimiento del 25 de mayo recordó a muchos los eventos del julio de 2014, cuando unos policías estrangularon hasta la muerte a Eric Garner, un afroamericano oriundo de la ciudad de Nueva York. Antes de morir Garner repitió once veces la misma frase que Floyd: "¡No puedo respirar!". Esta se convirtió en el símbolo de las protestas contra la brutalidad policial. El policía que asesinó a Garner salió casi impune y no fue encarcelado.
Los eventos del pasado 25 de mayo de nuevo hiceron sonar en las ciudades de EEUU el lema #BlackLivesMatter —las vidas negras importan—.
Si un ciudadano que está siendo detenido no pide que lo esposen y no entra personalmente en el vehículo policial, si hace algo que no le gusta al oficial de Policía, su respuesta será tirar a este ciudadano hacia el suelo bocabajo tan fuerte como sea posible, declaró en un comentario a Sputnik el exoficial de la Policía Federal del Departamento de Defensa de EEUU y agente federal de la Patrulla Fronteriza de EEUU, Steven Howard.
Al tratar el tema de las posibles acciones por parte de las autoridades locales y el Gobierno federal necesarias para resolver esta situación, Howard dijo que este último tiene autoridad para demandar a estas personas por violar los derechos de los detenidos y enviarlos a prisión. Solo entonces será posible que digan: "¡Esperen un momento, puede que me haya portado mal!", indicó.
El entrevistado señaló que los policías hoy se sienten cómodos haciendo lo que hacen porque no son procesados por sus delitos. "Solo cuando empiecen a meterlos en la cárcel empezarán a entender que tienen que actuar como seres humanos", indicó Howard.
¿Debe haber un castigo más duro para los policías?
El profesor de Historia y de los Estudios afroamericanos de la Universidad de Houston, el doctor Gerald Horne, coincide con este punto de vista: debe haber un castigo más duro para los policías que matan a los ciudadanos que no hacen nada que merezca la pena de muerte. Debe haber muchas más medidas para evitar casos como el de George Floyd. Una forma de lograrlo es ajustar el adiestramiento de los efectivos de los cuerpos de seguridad.
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Asimismo, el entrevistado vaticinó que el escándalo actual va a polarizar aún más el país norteamericano, que ya fue dividido por otros incidentes parecidos. Las protestas violentas en Minneapolis son una prueba de esta polarización. En esta situación la Policía estadounidense no quiere parecer racista, pero en las actuales condiciones será casi imposible evitar esa etiqueta, señala.
Entretanto, la comunidad internacional puede ejercer presión sobre las autoridades de Estados Unidos para que cumplan con los derechos humanos de sus ciudadanos. Según Horne, es irónico que el Congreso de EEUU apruebe un proyecto de ley que impone sanciones contra China por la presunta violación de derechos humanos en Sinkiang, mientras casos como el de George Floyd tienen lugar en su propio territorio.
"Alguien, y espero que esta sea Rusia o China o Cuba o Irán o Venezuela o incluso la Unión Europea, debería proponer introducir sanciones contra las autoridades de Estados Unidos y mantenerlas vigentes hasta que deje de matar a sus propios ciudadanos, especialmente a los ciudadanos negros", concluyó el experto.
Pese a todos los esfuerzos de los expertos y activistas, pese a muchos años de reformas y millones de dólares invertidos en este proceso, la violencia policial sigue siendo un problema vigente en Estados Unidos. El reciente incidente en Minneapolis de nuevo demostró que las atrocidades policiales contra los afroamericanos están lejos de desaparecer de la práctica habitual de los cuerpos de seguridad estadounidenses.
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La participación ciudadana de diferentes orígenes en las protestas es una buena señal para la sociedad norteamericana. Esto significa que las vidas negras importan no solo a los afroamericanos. Pero esto no quiere decir que el racismo en EEUU no exista. No se puede decir con exactitud cómo se desarrollará la situación, pero está claro que las protestas van a continuar. Lo más importante ahora es cómo se portarán las autoridades.
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