Por qué la vitamina D es esencial para una vida saludable y evitar enfermedades
Durante siglos, sólo fue reconocida por su papel en el mantenimiento del metabolismo óseo, pero también impacta en otros aspectos del organismo. Por qué la exposición solar es crucial y cómo saber si se está obteniendo suficiente
La vitamina D es una de las vitaminas que más relevancia ha ganado durante las últimas décadas, no sólo por su papel en el mantenimiento del metabolismo óseo, sino también por su rol en la inmunidad, como cofactor enzimático de varias reacciones inmunológicas.
Esta vitamina pertenece al grupo de las vitaminas liposolubles, como la vitamina K y E, además de la A. En la Edad Media, se sometía a los enfermos de tuberculosis a baños de sol, ya que notaban que la exposición solar mejoraba los síntomas del cuadro. Por esto, podemos inferir que desde esa época se sospechaba sobre el posible papel protector de la vitamina D frente a ciertas infecciones respiratorias.
La vitamina D se encuentra directamente vinculada al metabolismo del calcio: favorece su absorción a nivel del intestino delgado, contribuye a la mineralización ósea, y regula los niveles de calcio en sangre. Es la responsable de mantener una adecuada salud ósea, de hecho, se habla de la vitamina D no sólo como una vitamina sino más bien como una hormona.
La hipovitaminosis D (cuando existen bajos niveles de vitamina D en sangre) termina siendo una de las principales causas de fracturas en adultos mayores. En este grupo etario, se asocia la deficiencia (niveles menores a 20 ng/ml) o la insuficiencia de vitamina D (niveles de 20 a 30 ng/ml) con caídas repentinas, súbitas, y no siempre causadas por factores mecánicos como puede ser el hecho de tropezar con un objeto. Si no que, más bien, se manifiestan como una sensación de debilidad muscular que conlleva a la caída, y con ello a una de las urgencias traumatológicas más frecuentes, como lo es la fractura de cadera.
Por lo tanto, es importante mantener adecuados niveles de vitamina D en sangre (mayores a 30 ng/ ml) para evitar estas caídas y a la vez prevenir el deterioro óseo que provocará una fractura frente al más mínimo traumatismo.
¿Cuáles pueden ser las causas de los bajos niveles de vitamina D en sangre?
Para poder definir estas causas, debemos explicar que la principal fuente de vitamina D en nuestro cuerpo se genera en nuestra piel. La sintetizamos en el tejido cutáneo a partir de moléculas de colesterol, con la ayuda de la radiación ultravioleta.
En resumen, necesitamos exponernos al sol para fabricarla. Luego, una vez iniciada esta síntesis, ésta continúa en el hígado y por último en el riñón, generando, finalmente, el metabolito que más nos interesa: la vitamina D3, que a diferencia de la vitamina D2, de origen vegetal, tiene la mayor actividad biológica.
De todos modos, en una menor proporción podemos incorporar vitamina D a través de ciertos alimentos como los pescados grasos, el huevo, la palta, champignones o productos alimenticios fortificados con vitamina D como el yogurt o la leche.
Resumiendo, la principal causa de hipovitaminosis D suele ser la baja exposición solar, circunstancia que se ha ido potenciado durante los años de pandemia. Es muy frecuente ver en la práctica clínica, sobre todo durante este último tiempo, pacientes con valores muy bajos de vitamina D3, sobre todo personas que tienen una baja actividad al aire libre o una baja exposición solar. La pandemia, las nuevas modalidades laborales tipo home-office aumentaron la incidencia de hipovitaminosis D en la población general.
Esta situación también se potencia por una mala alimentación, alta en productos ultraprocesados y con una menor incorporación de alimentos naturales, como el pescado, o alimentos funcionales como lácteos fortificados o, incluso, por un incremento en la práctica de dietas de moda que no llegan a cubrir los micronutrientes básicos.
Por otro lado, es importante remarcar que a partir de los 50 años la capacidad de síntesis cutánea de vitamina D disminuye bastante, por este motivo, en muchos casos es necesario suplementarla en forma oral, ya que no se llegan a alcanzar buenos niveles al aumentar la exposición solar como única indicación.
Tampoco se alcanzan con dietoterapia. Lo importante es mantener niveles óptimos de vitamina D3 en los adultos mayores a los efectos de evitar complicaciones graves como caídas y fracturas. Por otro lado, se ha recabado suficiente evidencia que respalda el papel de la vitamina D como modulador inmunológico, especialmente frente a infecciones respiratorias: Tuberculosis, COVID, neumonías.
En épocas de pandemia, donde se descuidó por completo la exposición solar, la vitamina D ha pasado a tener un rol más que importante. También debemos destacar que la obesidad puede ser otra de las causas de hipovitaminosis D, ya que el aumento de peso a expensas del tejido adiposo disminuye, por secuestro dentro de la grasa, los niveles plasmáticos de esta vitamina. Recordemos que se trata de una vitamina liposoluble, es decir, que tiene afinidad por las grasas.
Resumiendo, los niveles bajos de vitamina D se encuentran asociados a la baja exposición solar, al bajo consumo de alimentos fuentes como los pescados grasos o los alimentos fortificados. Además, no todas las personas sintetizan vitamina D en la misma cantidad: los fototipos más altos (color de piel más oscuro) tienen menor capacidad de síntesis cutánea y, como mencionamos antes, a partir de los 50 años la capacidad de síntesis cutánea de la vitamina D puede disminuir, por lo que es necesario suplementar para evitar un deterioro de la salud ósea.
¿Cómo aumentamos los niveles de vitamina D?
Como dijimos, con una adecuada exposición solar en horarios adecuados (hasta las 10 y a partir de las 16), hacerlo por períodos mínimos, por ejemplo, media hora 3 veces por semana, sin protector solar y sin vidrio de por medio. Aumentar el consumo de alimentos fortificados como leche, yogurt y pescados grasos: atún, caballa, jurel, entre otros. Debemos considerar la importancia de consultar a nuestro médico de cabecera, quién evaluará la necesidad de evaluar el dosaje de vitamina D3 en sangre y suplementar de acuerdo a los resultados.
Para terminar, lo más importante de la vitamina D es destacar que en realidad funciona más como una hormona que como una vitamina, y que su función no sólo tiene que ver con conservar una adecuada salud ósea, sino también con su rol para modular la inmunidad celular: su importancia ha sido crucial en épocas de Covid y de gripe. Recordar que niveles adecuados de vitamina D3, a largo plazo, evitan fracturas en la tercera edad.
Este tipo de lesiones pueden transformarse en un antes y un después en la vida de un adulto mayor, sobre todo cuando hablamos de mantener, a lo largo de los años, una vida más activa. Porque, para eso, necesitamos conseguir una marcha firme y estable. Mantenernos en forma, a cualquier edad, se refleja en una mejor calidad de vida. Y si hablamos de mantenernos en forma, no sólo debemos considerar lo estético, más bien se trata de conseguir una adecuada salud cardiovascular, una buena salud cognitiva y sobre todo, un “sólido” aparato osteoarticular: el eje central de nuestro cuerpo.
*Martín Carrizo es médico especialista en Nutrición, MN 123.838
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