¿Soledad o aislamiento?: cuáles son sus diferencias y cómo afectan a la salud y la longevidad
Ambas situaciones se asocian a un mayor riesgo de muerte, de acuerdo con una revisión de 90 estudios científicos que incluyó a más de 2 millones de personas en el mundo. Cuáles son los tipos y cómo lidiar con los sentimientos que genera, según dos expertos
“Nuestro gran tormento en la vida proviene de que estamos solos y todos nuestros actos y esfuerzos tienden a huir de esa soledad”, escribió en el siglo XIX el reconocido escritor francés Guy de Maupassant (1850-1893). En este siglo, la soledad ha ganado la atención de investigadores científicos de todo el mundo y se han encontrado cuáles son sus riesgos para la salud humana.
El aislamiento social y la soledad se asocian a un mayor riesgo de muerte por todas las causas, según lo confirmó una revisión de 90 estudios que incluyen a más de 2 millones de individuos.
Esa revisión fue publicada en la revista especializada Nature Human Behaviour. Encontraron que la soledad eleva el riesgo de morir por cualquier tipo de causa en un 14%. Además, detectaron que la situación es peor cuando se mide el impacto del aislamiento social, que quiere decir escasez de relaciones sociales con otras personas. En ese caso, el riesgo de mortalidad se agrava en un 32%.
El doctor Juan Eduardo Tesone, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y médico psiquiatra por la Universidad de París XII, dijo a Infobae: “Desde el punto de vista psicológico, creo que el aislamiento, particularmente en ciertos momentos etarios, como por ejemplo la adolescencia o la adultez mayor, es algo que genera poco estímulo y una gran carencia afectiva que de algún modo puede favorecer no sólo la muerte, sino incluso la fragilidad cognitiva de la persona, porque incide en su capacidad de pensamiento”.
Esta situación, aseguró, se vio de manera muy clara durante la pandemia. “Las personas que más sufrieron fueron los chicos chiquitos, que no podían socializar; los adolescentes que requieren estar en grupo, y la gente de tercera edad que quedó totalmente aislada y privada de estímulos efectivos. Esto es un problema social muy grande, no sólo en Argentina, sino en todo el mundo. Gran parte, por ejemplo, de las viviendas de las grandes capitales son hogares de gente que vive sola, y esto es un problema grave desde el punto de vista de la salud física y mental de la población”, advirtió Tesone.
Los resultados del trabajo de revisión de estudios realizado en China sugirió que reducir el aislamiento social y la soledad podría contribuir a mejorar la salud y el bienestar. En el trabajo se definió como aislamiento social a la falta objetiva (o limitada) de contacto social con otras personas y se caracteriza por una red social limitada o contactos sociales poco frecuentes.
La soledad se refiere a un sentimiento subjetivo de angustia que surge de una discrepancia entre las relaciones sociales deseadas y las reales. Las investigaciones sugieren que el aislamiento social puede fomentar comportamientos poco saludables, como la desnutrición y la inactividad física, y se ha asociado a una función inmunitaria más deficiente.
El doctor Tesone explicó la diferencia entre soledad y aislamiento: “Yo creo que una cosa es la soledad cuando la persona la elige, y esta es una elección muy válida, porque cada uno de nosotros necesitamos momentos solos para conectarnos con nosotros mismos, con los pensamientos y creatividad que puedan surgir. O sea que la soledad elegida es una cosa, y otra cosa es la soledad impuesta, que es el aislamiento. Esto no es una elección, y creo que en la soledad impuesta en forma de aislamiento la persona más bien la padece”, afirmó el médico. Por lo tanto, hay una soledad que puede ser positiva y creativa, mientras que el aislamiento siempre es, en cierta forma, dañino para la salud.
Por su lado el doctor Oscar A. Paulucci, psicoanalista y médico especialista en Psiquiatría, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, explicó a Infobae: “Los estudios estadísticos tienen esa característica de que son totalizadores y establecen relaciones causa-efecto que después habría que ver en el caso por caso. De todos modos, habría que separar el aislamiento de lo que es la soledad y no patologizar a alguien que pueda tener una posición más solitaria y de disfrutar de la soledad con alguien que está aislado del otro”.
“Es muy importante el lazo social como sostén, como acompañamiento en las vicisitudes de la vida y realmente hay una tendencia en la cultura actual al aislamiento con sobreinformación y con un aparente sobrecontacto con múltiples vínculos pero con superficialidad. En el lazo social actual esto tiene consecuencias absolutamente empobrecedoras, donde el otro se transforma en un objeto de consumo”, señaló Paulucci.
Además, la soledad se ha relacionado con trastornos del sueño y disfunciones inmunitarias. Estudios anteriores habían examinado si el aislamiento social y la soledad son factores de riesgo de mortalidad, pero los resultados habían sido dispares. Maoqing Wang, Yashuang Zhao y sus colegas del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Médica Harbin en China se enfocaron en esa cuestión.
Realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis de 90 estudios prospectivos de cohortes publicados entre 1986 y 2022, con un total de 2.205.199 individuos en cohortes seguidas a lo largo del tiempo. Entre esos estudios, 29 se habían realizado en Estados Unidos y 61 en otros países, como el Reino Unido, Japón y Finlandia; todos los participantes tenían 18 años o más, y el 70% tenía 50 años o más.
Los autores descubrieron que tanto el aislamiento social como la soledad se asociaban significativamente con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas y de mortalidad por cáncer, y que el aislamiento social se asociaba con un mayor riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares.
Wang, Zhao y sus coautores señalaron que los resultados se ven limitados por los métodos de los 90 estudios incluidos, que utilizaron diferentes medidas de aislamiento social y soledad y que se llevaron a cabo principalmente en países de ingresos altos. También hallaron pruebas de que la soledad y el aislamiento social repercuten en el uso y los costos de la asistencia sanitaria. Se calcula que el aislamiento social de las personas mayores supone un gasto anual de 6.700 millones de dólares en seguros médicos solo en los Estados Unidos.
“Los científicos que hicieron la revisión constataron que tanto el aislamiento social como la soledad se asocian a un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas y por cáncer en la población general”, comentaron en un artículo, que fue también publicado en la revista Nature Human Behaviour, los investigadores Jiaojiao Ren del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Médica del Sureste en Guangzhou, China y Chen Mao.
Otra conclusión es que “el aislamiento social está relacionado con un aumento del riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular en la población general”, acotaron. Las pacientes con enfermedades cardiovasculares o cáncer de mama que están socialmente aisladas tienen un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas, y las pacientes con cáncer de mama que están socialmente aisladas tienen una mayor mortalidad específica por cáncer. Por lo tanto, es crucial reforzar las relaciones sociales de los pacientes con cáncer para prolongar el tiempo de supervivencia.
“Los autores realizan un excelente trabajo de evaluación de las asociaciones entre aislamiento social, soledad y mortalidad. No obstante, una posible limitación de este estudio es que resulta difícil determinar el origen de la heterogeneidad, si se debe a factores de ajuste en los distintos estudios originales o a una incoherencia de los factores de ajuste entre los estudios”, afirmaron.
Los expertos expresaron que esperan que el nuevo estudio aumente la concientización sobre los riesgos del aislamiento social y la soledad entre los profesionales de la salud y el público en general, lo que puede ayudar en los esfuerzos de prevención y mitigación.
“Este significativo estudio nos hace más conscientes de la necesidad de desarrollar intervenciones para abordar el aislamiento social y la soledad. Las intervenciones pueden implicar tecnologías innovadoras y la movilización de recursos de familiares y redes comunitarias. El desarrollo de métodos eficaces para identificar el aislamiento social y la soledad en el sistema sanitario, y el uso de estrategias de intervención adecuadas, debería ser una prioridad para los profesionales sanitarios y mejorará la calidad de vida”, dijeron los autores.
Jennifer Larson LaRue, psicoterapeuta en Psiquiatría y Psicología en Eau Claire y Rice Lake, Wisconsin, Estados Unidos, brindó 4 claves para lidiar con la soledad y reconectar con otras personas.
El primer consejo es: “Empieza por cuidarte”, según Larson LaRue. Se deberían pensar en aficiones o actividades que hace tiempo que la persona no hace, tanto si implican a otras personas como si no.
La segunda clave es pasar tiempo en la naturaleza. “Esta mejora del bienestar proviene de la conexión con la belleza y las maravillas del mundo natural, ya sea solo o acompañado”, afirmó.
Además, aconsejó empezar una reconexión poco a poco. “Empieza por algo pequeño, como quedar con uno o dos amigos para tomar un café, tomar un helado o dar un paseo por el parque. Incluso ofrecer una palabra amable o una sonrisa amistosa a alguien por la calle o a un conocido del trabajo es una forma sencilla de empezar a reconectar”, afirmó la especialista del Sistema de Salud de la Clínica Mayo de EE.UU.
El cuarto consejo es ser amable consigo mismo. Lidiar con la soledad y reconectar puede requerir práctica y tiempo. “Si eres amable contigo mismo y con los demás, podrás retomar con facilidad esas relaciones que te apoyan y te animan”, expresó.
El doctor Paulucci finalmente concluyó: “Nacemos todos prematuros, necesitamos del otro. No solo de la dependencia de alimento sino de la necesidad de causar el deseo del algún otro, la provisión de alimento no es suficiente para sobrevivir. Necesitamos ser deseados y nombrados para vivir”.
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