¿En qué convirtió Rusia su base militar en Siria? | Fotos
Los pilotos rusos llevan cinco años en Siria. Al iniciar la construcción de la base área de Hmeymim en 2015, Rusia consiguió crear en poco tiempo una de las instalaciones militares más modernas y protegidas del mundo. Recientemente Damasco prometió a Moscú ocho hectáreas más de tierra. ¿Cómo ha cambiado la base rusa y cuáles son sus perspectivas?
La construcción de la mayor base aérea extranjera de Rusia comenzó, cuando un grupo de las Fuerzas Aeroespaciales se envió a Siria para apoyar a las fuerzas gubernamentales en la guerra contra los terroristas del ISIS, grupo terrorista proscrito en Rusia y otros países.
El aeropuerto internacional Basil al-Assad, a 25 kilómetros de la ciudad de Latakia, sirvió de base para la instalación militar de Hmeymim, señala el columnista de la edición en ruso de Sputnik, Nikolái Protopópov.
Para adaptar el aeródromo civil a los aviones de combate, se creó toda una infraestructura nueva. En total, se llevaron a Siria varios cientos de miles de toneladas de diversos cargamentos.
En la etapa inicial de la operación, el grupo ruso contaba con unas cincuenta aeronaves: aviones de ataque Su-25, bombarderos Su-24 y Su-34, cazas Su-30SM, helicópteros Mi-24 y Mi-8AMTSh. Además, una docena de aviones cisterna llegaron a Hmeymim.
"Aquí había un aeródromo vacío y un servicio de control de tráfico aéreo", comentó a Sputnik Víktor Murajovski, miembro del consejo de expertos de la junta del complejo militar-industrial, quien visitó la base aérea.
Según el experto, se mantuvo una pequeña sala de salidas y llegadas, que juega un papel de apoyo, pero las estructuras principales se construyeron desde cero. La pista fue reparada y ampliada.
"Ahora el aeródromo es capaz de recibir aviones de clase pesada, incluida la aviación estratégica", señaló Murajovski.
Hoy en día la base aérea está lista para recibir cualquier tipo de avión, incluyendo bombarderos de largo alcance Tu-22M3, portamisiles estratégicos Tu-95 y Tu-160, agrega, a su vez, Nikolái Protopópov.
El aeródromo cuenta además con un sistema centralizado de abastecimiento de combustible con la capacidad de atender simultáneamente a docenas de aeronaves. Y se construyeron almacenes altamente protegidos para el equipo de aviación.
Murajovski también subrayó que Hmeymim se utiliza como punto intermedio para los vuelos a otras regiones del mundo, como África.
Fortaleza inexpugnable
Se prestó especial atención a la seguridad de la base aérea. Los sistemas de defensa antiaérea de largo alcance S-400, los sistemas de corto alcance Tor-M2 y los de misiles y cañones antiaéreos Pantsir-S1 se transportaron a la base rusa en Siria. Son capaces de destruir todo tipo de objetivos aéreos a distancias de entre 20 y 250 kilómetros.
El sistema de seguridad de la base aérea tiene dos perímetros. El exterior lo controla el Ejército ruso junto con el Ejército árabe sirio. Pero no se permite que los extranjeros entren al perímetro interior. Su seguridad la garantizan los drones durante las 24 horas.
"El comandante del grupo y el puesto de control de combate están en contacto directo con el centro de gestión de la defensa nacional en Moscú", dijo Murajovski. El comandante también tiene una línea de comunicación con los representantes del grupo de la coalición en Irak para prevenir incidentes y evitar posibles conflictos.
"Aunque los trabajos se llevaron a cabo durante una feroz guerra civil y en condiciones climáticas adversas, los especialistas rusos lograron construir en poco tiempo una de las instalaciones militares más modernas y protegidas del mundo", comenta Protopópov.
Al mismo tiempo, se crearon condiciones bastante cómodas para los militares rusos: la base dispone de alojamientos, comedores, un club, una pista deportiva e incluso un minimuseo. Y el nuevo terreno asignado por el Gobierno sirio a Rusia está destinado principalmente a construir un centro de salud.
En cinco años, la base aérea de Hmeymim, se convirtió en un pequeño aeródromo con unos hangares y una terminal en toda una ciudad con calles y plazas, concluye el columnista.
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