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lunes, 20 de noviembre de 2023

¿Rebrotó el antisemitismo? Han matado 5500 niños ante la pasividad de occidente y no quieren que los odien.

 19 noviembre, 2023

¿Rebrotó el antisemitismo? Han matado 5500 niños ante la pasividad de occidente y no quieren que los odien.

El antisemitismo no ha rebrotado, siempre estuvo entre nosotros y se muda en nuevos ropajes, como ha ocurrido siempre a lo largo de la historia.

Imagen creada por: www.creabranding.es

Ahora lo más noticioso es que en el mismo convergen radicales islámicos, la extrema izquierda más antisionista y diversos especímenes de difícil clasificación.

por Ricardo Angoso

El antisemitismo en el mundo no es que haya rebrotado, es que nunca se había ido, aparece y desaparece, también se muda en nuevos ropajes, como lo está haciendo ahora. Convergen en este nuevo movimiento surgido tras los ataques de Hamás contra Israel, paradójicamente, la extrema izquierda, los islamistas radicales afincados en Europa, Estados Unidos y Australia y un sinfín de categorías y especímenes de difícil clasificación, como una suerte de fanático neonazi que emergió en las protestas en Madrid contra Pedro Sánchez gritando que los judíos y los medios estaban confabulados para destruir España. Si antes el fenómeno era patrimonio casi exclusivo de la extrema derecha y de los neonazis, no cabe duda que ahora las cosas han cambiado, tal como lo revela el hecho de la asistencia de la líder ultra francesa, Marine Le Pen, a la reciente (y masiva) protesta contra el antisemitismo en las calles de París. 

En el fondo, como ha ocurrido siempre con el antisemitismo, el judío es colocado en el punto de mira como el chivo expiatorio que explica de una forma simple, y también algo absurda, todos los males del mundo. A principios de este siglo, Los protocolos de los sabios de Sion, una burda falsificación en forma de libelo de los servicios secretos rusos para justificar los pogromos antisemitas y la judeofobia oficial, acusaban a los judíos de querer organizar un gobierno mundial para poner fin a la hegemonía de los gentiles. Más tarde, una vez acabada la Primera Guerra Mundial, los primeros teóricos del nazismo y otras personalidades del nacionalismo alemán crearon el mito de la “puñalada por la espalda”, en que se acusaba a los judíos de la derrota en la contienda y de las posteriores calamidades que azotaron a Alemania tras la misma. Luego, con la llegada al poder del nazismo, en 1933, los judíos fueron demonizados por Hitler para pagar sus culpas y el camino hacia el Holocausto ya estaba pavimentado porque los judíos eran culpables por el simple hecho de serlo.

PROTESTAS ANTISEMITAS EN MEDIO MUNDO

Ahora, con protestas antisemitas en las calles de Europa y Estados Unidos, quema de banderas de Israel en las calles de medio mundo, pintadas de esvásticas en instituciones judías, ataques indiscriminados a judíos y estigmatización del Estado de Israel como una cueva de criminales vengadores, la situación no es tan distinta pero sí algo más preocupante, dados los medios de los nuevos antisemitas y su carácter retrógrado y violento. Aunque se pretenda equipar al antisemitismo con el auge de la islamofobia, ese relato no se sostiene y es absolutamente inconsistente. En ninguna parte del mundo, que yo sepa, se han lanzado cócteles molotov contra mezquitas o se han pintado símbolos judíos en las embajadas árabes, tal como ha ocurrido con algunas sinagogas y embajadas israelíes. Considerar ambos fenómenos como paralelos en un clima de confrontación es una perversión política e intelectual comparable a los que equiparaban a los bombardeos contra la Alemania nazi con el infierno de Auschwitz. Es el juego de la equidistancia de algunos personajes, como el presidente de Colombia, Gustavo Petro, para justificar su burdo antisemitismo. 

Muchos gobiernos de la nuestra civilizada Europa, como el español, además, se han negado a condenar los atentados de Hamás contra Israel y solidarizarse con el Estado hebreo, siendo su presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, uno de los pocos líderes occidentales que no ha visitado este país para mostrar su repulsa ante estos hechos de barbarie y expresar alguna forma de condolencia hacia las víctimas inocentes, en un hecho tan ruin como vil. 

Una de las ministras del ejecutivo español, Ione Belarra, ha sido demandada por la asociación ACOM por incitación al odio a través de varios mensajes publicados en las redes sociales nada más producirse los salvajes atentados de Israel, cuando la sangre estaba todavía bien caliente, algo realmente deplorable y deleznable si tenemos en cuenta que fueron asesinados niños, mujeres, ancianos y discapacitados absolutamente indefensos. Su grupo político, Podemos, es bien conocido por su acendrado y militante antisemitismo, algo lógico ya que durante años ha estado financiado por Irán y Venezuela, dos enemigos declarados de Israel en la escena internacional. El ideólogo y fundador de Podemos, Pablo Iglesias, ha calificado recientemente a Hamás como un partido político legítimo, democrático y que gobierna Gaza de una forma responsable, obviando las matanzas perpetradas por esta organización contra militantes de Al-Fatah, la ejecución de homosexuales por el método de apedreamiento o colgados en grúas y la persecución de toda forma de disidencia. Con eso, simplemente, está todo dicho. 

LAS PARADOJAS DEL NUEVO ANTISEMITISMO

Paradójicamente, en el nuevo antisemitismo convergen elementos realmente contradictorios. Las manifestaciones del continente europeo, como las de Londres, París, Bruselas, Madrid y otras ciudades, son muy peculiares, pues convergen manifestantes islamistas, izquierdistas radicales e incluso grupos gais y en las mismas se pueden ver banderas comunistas, palestinas, incluso negras con caracteres árabes del Estado Islámico y gais con el Arco Iris. Algo realmente contradictorio si tenemos en cuenta que en Irán, país que subvenciona y apoya a Hamás, el partido comunista iraní (Tudeh) está proscrito y muchos de sus militantes han sido colgados tras pasar décadas bajo la tortura en las mazmorras de este país, mientras que en Gaza los homosexuales son perseguidos, procesados y colgados en plazas públicas por su simple condición gay. En Irán, simplemente, los gais son colgados en grúas o arrojados desde altos edificios a la calle para después ser apedreados por turbas de bárbaros supuestamente islamistas. 

Buscando una explicación “lógica” ante estos hechos contradictorios, el pensador y escritor Alain Finkielkraut aseguraba que “Existe un viejo antisemitismo al estilo de la década de 1930 que hoy en día se está reciclando”. Todos repiten esta cita de Brecht: “El vientre que parió la bestia inmunda aún es fecundo”. Y es verdad. Pero actualmente esa bestia inmunda también sale de otro vientre. Los judíos son el primer blanco de la convergencia de las luchas entre la izquierda radical antisionista y los jóvenes de los barrios periféricos próximos al islamismo”.

Estas protestas, que han adquirido en muchos casos un cariz violento, se han reproducido en Australia, Estados Unidos, todo el mundo árabe y también Turquía, repitiéndose en casi todas ellas el mismo aquelarre final: quema de banderas israelíes y otras europeas e incluso norteamericanas, exhibición de banderas y símbolos palestinos y el grito de guerra que les une: “¡muerte a los judíos!”.

En Turquía la situación es preocupante, sobre todo debido al antisemitismo exhibido por su presidente, Tayyp Recep Erdogan, y el discurso virulento de sus líderes políticos y medios de comunicación contra Israel y los judíos. Erdogan defendió el accionar de Hamás, llamándolo un “grupo de liberación” y condenó a Israel por la “ocupación” de Palestina. Esto llevó a Israel a tomar la decisión de repatriar a sus diplomáticos en el territorio turco, ya que además de estas declaraciones su consulado en Ankara sufrió un ataque y casi fue incendiado

El Ministerio de Asuntos Exteriores israelí publicó un comunicado oficial haciendo referencia a los dichos del presidente: “Rechazamos las acusaciones infundadas de antisemitismo y las calumnias e insultos contra nuestro presidente y nuestro país”. El presidente no fue el único en referirse a la situación en Israel. Şahzade Demir, un miembro del parlamento turco, dijo que creía que era necesario quitarle la ciudadanía a los judíos turcos que se ofrezcan como voluntarios para el ejército israelí. Turquía se ha puesto a la cabeza del movimiento contra Israel en todo Oriente Medio y el presidente Erdogan canceló su viaje a Israel. El nuevo antisionismo es el viejo antisemitismo bajo nuevos ropajes, tal como estamos viendo y comprobando prácticamente.

Finalmente, la palma de oro al antisemitismo se la llevó Daguestán, donde centenares de manifestantes al grito de “¡matar al judío!” intentaron linchar y eliminar a los viajeros de un vuelo procedente de Tel Aviv en el aeropuerto de Majachkalá, la capital de esa república rusa, de mayoría musulmana. Cientos de personas tomaron el aeropuerto y la pista de aterrizaje tras llamamientos en canales de Telegram a acudir al aeródromo ante la llegada de vuelos procedentes de Israel y a revisar los automóviles y pasaportes de la gente en el edificio para “cazar” a los judíos. De acuerdo con medios rusos, como Echo de Daguestán, la turba gritó consignas antisemitas y “Allahu Akbar” (Alá es grande). También se escucharon disparos y la turba estaba absolutamente descontrolada en su ira antisemita. La policía rusa actuó con contundencia ante estos hechos y hubo 60 detenidos y veinte heridos. Sin la ayuda del capitán del avión, que instó a los pasajeros judíos y no judíos a no salir de avión, y la policía rusa, que usó la fuerza para repeler a los manifestantes, habría ocurrido una tragedia y un nuevo pogrom, ¡en pleno siglo XXI! El siglo XXI, desde luego, no deja de depararnos nuevas sorpresas desagradables a la puerta de cualquier esquina. 

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