Acomodados y con alto nivel educativo: el perfil de los terroristas de Sri Lanka
La policía del país identifica a ocho de los nueve atacantes suicidas de los atentados del domingo
Colombo
Alto nivel de educación, familia de clase media o media alta, con recursos económicos propios. Este es el perfil de los nueve terroristas suicidas que, según la policía de Sri Lanka, llevaron a cabo la cadena de atentados el domingo en tres hoteles de lujo y tres iglesias que deja ya al menos 359 muertos y más de 500 heridos.
Poco a poco se van conociendo más detalles sobre cómo se llevó a cabo lo que es ya el incidente terrorista más sangriento en la historia del sureste asiático. La policía considera demostrado que implicó a nueve terroristas suicidas, entre ellos una mujer. También ha difundido los vídeos de las cámaras de circuito cerrado en la parroquia de San Sebastián, en Negombo, en las afueras de Colombo, en los que se ve al que considera el culpable de la explosión que mató allí a más de 110 de las víctimas mortales. En el vídeo se aprecia a un joven delgado y con barba, cargado con una mochila de gran tamaño y apariencia muy pesada, que mientras se dirige a la entrada de la iglesia y en un aparente acto reflejo acaricia la cabeza de una niña de corta edad que se cruza en su camino acompañada de su padre.
Fue una operación compleja y que, sin duda, requirió largo tiempo organizar. Los preparativos para coordinar una acción tan mortífera han podido prolongarse durante siete u ocho años, según ha declarado al Parlamento el ministro de Desarrollo Regional y exjefe del Estado Mayor, Sarath Fonseka.
Los nueve suicidas, ocho de ellos ya identificados pero cuya identidad no se ha difundido públicamente, tenían un perfil común. “La mayor parte eran educados y procedentes de clase media o media alta, bastante independientes financieramente y de familias estables. Este es un factor inquietante, ha declarado el portavoz policial Ruwan Wijewardene. Varios han viajado al extranjero o mantenían contactos con el exterior. Uno de ellos estudió en el Reino Unido y concluyó estudios universitarios de posgrado en Australia.
El interés se centra, especialmente, en una familia concreta, la de un acomodado empresario del sector de las especias. Dos de sus hijos, menores de treinta años, fueron los que hicieron estallar las mochilas que llevaban en el bufé de desayuno de dos hoteles de lujo en el centro de Colombo, la principal ciudad del país.
La dirección que había dejado uno de ellos al registrarse como huésped en el hotel llevó a los agentes a su domicilio familiar. Cuando se preparaban policías de la unidad de operaciones especiales para entrar, sonó una detonación, la séptima del domingo: la esposa de uno de los hermanos había hecho estallar explosivos que tenía en la vivienda. Murieron ella y sus dos hijos, según ha revelado la policía.
Los dos hermanos influyeron en otros miembros de su familia. Varios, incluido su padre, figuran entre los detenidos desde el domingo, que suman ya casi 60 después de que la noche pasada la policía detuviera a 18 sospechosos más en una serie de redadas por todo el país, según ha contado el viceministro de Defensa, Ruwan Wijewardene, en una rueda de prensa.
El Gobierno esrilanqués ha atribuido la cadena de atentados a una “rama disidente” del grupo radical islámico local National Thawheet Jamaat —que no ha reivindicado los ataques—, aunque considera probable que recibiera asistencia de otros grupos radicales en el extranjero. El Estado Islámico (EI) se ha atribuido la matanza y ha difundido un vídeo en el que se ve a ocho personas frente a una bandera negra de esta organización, siete de ellas con el rostro cubierto. La octava es el clérigo radical esrilanqués Mohamed Zahran.
Los servicios de inteligencia esrilanqueses creen que Zahran, cuya lengua materna es el tamil —el idioma de la minoría de religión hindú—, podría haber sido el planificador de los ataques.
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