¿Están Israel y Arabia Saudita formando una ‘alianza’ encubierta en contra de Irán?
A efectos prácticos, Arabia Saudita e Israel son aliados de facto en la lucha contra la creciente influencia de Irán en la región.
Es una relación aún en desarrollo y es altamente delicada.
Y, de vez en cuando, surgen pistas de lo que puede estar sucediendo debajo de la superficie.
La semana pasada, el jefe del Estado Mayor de Israel, el general Gadi Eisenkot, dijo en una entrevista con el diario saudita Elaph, con base en Reino Unido, que Israel está listo para intercambiar información de inteligencia con los sauditas para enfrentar a Irán.
"Hay intereses compartidos y, en lo que respecta al eje iraní, estamos totalmente de acuerdo con los sauditas", dijo.
Unos días más tarde, tras una conferencia en París, Muhammad bin Abdul Karim Issa, exministro de justicia saudita, y también un hombre cercano al príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman, dijo al diario israelí Maariv que "ningún acto de violencia o terror invocando la religión Islam puede justificarse en ningún sitio, incluso en Israel".
Esta fue una crítica pública extraña proveniente del mundo árabe a los ataques contra los israelíes.
Y, justo el otro día, un ex militar israelí de alto rango mencionó en Londres dos recientes reuniones con príncipes sauditas de alto rango, quienes le dieron a entender, aunque con otras palabras: "ya no eres nuestro enemigo".
Tales señales no se envían por accidente.
Están cuidadosamente coordinadas y tienen la intención de advertir a Irán sobre la relación que se está forjando entre Israel y Arabia Saudita, así como de preparar a la sociedad saudita sobre la probabilidad de que tales lazos se vuelvan cada vez más evidentes.
Los israelíes, dada la naturaleza de su cultura política, tienden a hablar más abiertamente sobre la relación que los sauditas.
Sabemos poco sobre las realidades prácticas o el contenido estratégico. Pero son reales y se están desarrollando.
Amenazas desde Irán
Esto es de alguna forma una "coalición de circunstancias".
La destrucción del régimen de Saddam Hussein en Irak en 2003 por parte de una coalición liderada por Estados Unidos eliminó un contrapeso estratégico árabe sunita contra el Irán chiita.
El liderazgo político resultante dominado por los chiitas en el nuevo Irak tiene estrechos vínculos con Teherán.
No es casualidad que las milicias chiitas iraquíes hayan participado activamente en los combates en Siria apoyando al gobierno de Bashar al Asad.
La decisión de Irán de apoyar al presidente Asad en la guerra civil siria, junto con el poderío aéreo y el equipamiento ruso, ayudó a cambiar el rumbo a su favor.
Abre la posibilidad de un corredor iraní que se extienda desde Teherán hasta el Mediterráneo, algo que muchos sunitas ven como una intrusión persa en el corazón del Medio Oriente árabe.
Entonces, la enemistad entre Irán y Arabia Saudita es estratégica y religiosa.
Por el momento, Irán, sus aliados y representantes, como el grupo de la milicia chiita Hezbolá en Líbano, parecen estar ganando.
Entonces, un fortalecimiento de la relación entre Israel y Arabia Saudita tiene sentido para los dos países.
Ambos insisten en que nunca se debe permitir que Irán se convierta en un estado con armas nucleares.
Los dos están intranquilos sobre algunos aspectos del acuerdo internacional que limita las actividades nucleares de Irán.
Y ambos ven a un Hezbolá cada vez mejor entrenado y mejor equipado en Líbano como una fuerza para la inestabilidad en la región.
El factor Trump
Pero también está sucediendo algo más. Y no es solo el problema de un Irán en ascenso.
Otros factores cruciales se deben tener en cuenta, especialmente el impacto de la nueva administración Trump en Estados Unidos y la trayectoria más amplia de Medio Oriente tras la Primavera Árabe y la horrible guerra en Siria.
A primera vista, ni Arabia Saudita ni Israel tienen quejas sobre la nueva administración en Washington.
Donald Trump ha respaldado directamente la posición de Arabia Saudita sobre Irán
En visitas a los dos países, Trump parece haber aceptado el punto de vista estratégico de ambos y él también es profundamente escéptico sobre el acuerdo nuclear con Irán.
Está premiando a los aliados de Washington en el Golfo con las ventas de nuevo armamento cada vez más sofisticadas.
Pero la empatía es una cosa y la estrategia práctica es otra muy distinta.
Sin embargo, pese a que son bienvenidas muchas de las palabras del presidente en Israel y Arabia Saudita, ambos gobiernos saben que la política de Estados Unidos parece estar a la deriva en la región.
Estados Unidos y sus aliados han sido superados en Siria por Rusia e Irán.
A pesar de todo, Estados Unidos aún no ha presentado una política creíble y coherente para contener la influencia iraní.
No es de extrañar que el príncipe heredero de Arabia haya decidido que su país debe ser más activo en sus propios intereses.
Hay una idea en la que tanto Israel como Arabia Saudita se están ajustando a una disminución de la influencia estadounidense en la región y al regreso de viejos actores como Rusia.
Temores israelíes
Y hay algo aún más fundamental.
El príncipe Salman se está embarcando en una doble estrategia para tratar de confrontar la influencia iraní y al mismo tiempo remodelar y modernizar el reino.
Este último es en muchos sentidos una respuesta a la convulsión de la Primavera Árabe y la amenaza de la violencia islamista.
El príncipe Salman parece estar determinado a que la región debe cambiar si quiere tener futuro.
Y el cambio comienza en casa.
La reforma puede ser tan importante como contener a Irán.
Varias reuniones privadas me llevan a creer que esto es algo en lo que Israel también está de acuerdo.
También reconocen que el activismo del príncipe Salman tiene muchos riesgos.
Pero han visto con horror la guerra en Siria y lo que algunos israelíes consideran como la "normalización" del uso de armas químicas.
Esto provocó una respuesta muy limitada de parte de la comunidad internacional en general, con Moscú prestando su protección en el Consejo de Seguridad de la ONU a su aliado sirio.
Los israelíes ven a Siria como "un laboratorio" de lo que podría ser el futuro de la región.
De ahí su disposición a enfatizar su apoyo a lo que el príncipe Salman está tratando de hacer.
¿Hasta dónde puede llegar esta dinámica israelí-saudita? Bueno, eso depende de muchos factores.
¿Tendrá éxito el intento del príncipe Salman de cambiar el rumbo de Arabia Saudita? ¿Podría llegar demasiado lejos en términos del esfuerzo de Arabia Saudita para ejercer influencia regional?
Fundamentalmente, si la relación saudita-israelí emerge, es necesario que haya progreso en el frente palestino.
Los sauditas han dicho durante mucho tiempo que esto debe suceder antes de que reconozcan abiertamente a Israel.
Sin la renovación de un proceso de paz significativo que realmente prometa la condición de Estado palestino, la "alianza saudita-israelí deberá permanecer en la sombra.
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