Los Xiongnu eran un grupo de tribus nómadas que vivían al norte de la Gran Muralla. Ancestros de los actuales mongoles, hace miles de años invadieron China a lomos de sus veloces caballos arrasando las ciudades y los pueblos de la antigua y sedentaria civilización agraria china.
Cientos de años antes de que las hordas de Atila devastaran el Imperio Romano de Occidente, la dinastía Han de China (206 a. C. – 220 d. C.) se encontraba sumida en una lucha interminable contra este terrible enemigo llegado de las estepas.
Pero la paz y los lazos de amistad que se establecieron entre los Han y los Xiongnu durante medio siglo no se lograron por medio de la fuerza de las armas, sino gracias al encanto y al sacrificio de una mujer, Wang Zhaojun. Concubina invisible
Wang Zhaojun vivió hace unos 2.000 años y sirvió como concubina en la corte imperial Han durante el reinado del emperador Yuan. Al igual que otros muchos prestigiosos gobernantes chinos, el emperador Yuan disponía de un harén de miles de mujeres en palacio, la mayoría de las cuales nunca llegó a ver al Hijo del Cielo de cerca y mucho menos llegó a estar íntimamente con él.
Concubinas de la corte imperial de la Dinastía Tang tomando té mientras algunas de ellas tocan flautas, pipas y otros instrumentos musicales. (Siglo IX) Museo Nacional de Formosa. (Public Domain)
El Emperador Yuan contrataba a artistas que pintaban retratos de todas sus damas para que él pudiera admirarlas a su antojo. Muchas de las mujeres que ansiaban ganarse el favor del emperador sobornaban a los artistas para que las pintaran más bellas. Los artistas lograban ganar una buena cantidad de dinero con este hábito y al final ya esperaban estas “propinas” como parte de su sueldo.
Sin embargo Wang no iba a comprar con dinero la belleza que ya poseía. Esto enfureció a su pintor, Mao Yanshou, que deliberadamente la pintó fea. Su extraordinaria apariencia y talentos fueron pasados por alto por esta razón y Wang Zhaojun siguió siendo una cortesana cualquiera.
El emperador Yuan regala una belleza
Pasaron años antes de que el jefe de una tribu Xiongnu, el Shan-Yu Khukhenye, se adentrase en China no para atacar o saquear, sino en son de paz. Su clan, que muchos años antes había prometido lealtad al anterior emperador Han, ahora lideraba a las tribus Xiongnu. El jefe venía a presentar una petición muy especial: casarse con una princesa china y convertirse de este modo en miembro de la familia imperial.
El Imperio Chino durante la dinastía Han. Al norte y al noroeste, los territorios de los Xiongnu (Thomas Lessman/CC BY-SA 3.0)
El emperador no estaba dispuesto a considerar la posibilidad de permitir que, quienes eran considerados como bárbaros por la mayoría de los chinos, se mezclaran con la sangre real de los Han, así que tras observar su colección de retratos femeninos, eligió la que para él era la pareja más apropiada para el jefe de los Xiongnu: la “feúcha” Wang Zhaojun.
Otra versión de la historia narra que Wang se ofreció voluntariamente para casarse con el jefe Xiongnu y que el emperador aceptó basándose en el retrato tan poco favorecedor que Mao Yanshou había pintado de ella.
Cuando Wang Zhaojun se personó en la corte para su ceremonia de despedida ante el emperador Yuan, el gobernante chino se dio cuenta del engaño de sus artistas: frente a él se presentó una belleza impresionante a la que acababa de condenar a vivir en las estepas.
Megalitos prehistóricos cerca de Mörön, Mongolia (Public Domain)
El emperador se mostró indeciso: estaba en juego la continuidad de la alianza entre la Dinastía Han y las tribus Xiongnu, así como su propia integridad. El Shan-Yu Khukhenye estaba encantado de recibir una doncella tan encantadora como novia, y juntos cruzaron la Gran Muralla.
Artistas posteriores que representaron a Wang Zhaojun a menudo la retrataron a caballo, vestida con un abrigo forrado de piel roja y tocando una pipa (instrumento de cuerda tradicional chino) mientras realizaba su famoso viaje a través de las llanuras de Mongolia.
Una paz duradera
A pesar de que sus pueblos eran históricos adversarios, los Xiongnu dieron la bienvenida a Wang con los brazos abiertos. Fue madre de dos hijos y una hija del líder tribal. Cuando Khukhenye murió, el hijo de su primera esposa tomó el poder según la costumbre local y Wang Zhaojun se casó con el nuevo Shan-Yu, a pesar de que en la cultura china esto se consideraba inapropiado ya que era su hijastro.
Viaje de Wang Zhaojun más allá de la frontera (Siglos XVI-XVII). Biblioteca Medicea Laurenziana, Florencia. (Sailko/CC BY 3.0)
Sin embargo, la pareja tuvo dos hijas y Wang vivió tranquila hasta su muerte, que llegaría en el año 8 d. C. Se dice que sobre su tumba, situada en lo que hoy es Mongolia Interior, crece la hierba verde durante todo el año, por lo que se la conoce como “La Tumba Verde”.
Gracias al matrimonio de Wang Zhaojun, los Xiongnu y los chinos disfrutaron de un largo período de pacíficas relaciones. Sin embargo, a pesar de que China estaba en paz con sus vecinos, no todo marchaba bien en el interior: un funcionario rebelde llamado Wang Mang se sublevó contra la familia real y sumió al imperio en el caos. Sin embargo, fue derrotado y la dinastía Han continuó gobernando durante otros doscientos años más, pero la agitación provocada por la rebelión de Wang Mang logró dañar la ya delicada paz que el imperio Han había mantenido con los nómadas.
Wang Zhaojun está considerada como una de las cuatro grandes bellezas de la historia china, junto con Xi Shi, Diaochan y Yang Guifei. A diferencia de las otras tres, a las que tradicionalmente se conoce como femmes fatales (o como algo peor, debido al comportamiento de los gobernantes que al desearlas obtuvieron trágicos resultados), Wang Zhaojun es célebre por su honestidad y sacrificio. Ella es vista como un modelo de la coexistencia y la armonización de las costumbres de la antigua civilización china con las culturas extranjeras.
Grupo escultórico de la tumba de Wang Zhaojun (Derik van Zuetphen/CC BY-SA 2.0)
Imagen de portada: Detalle de una representación de Wang Zhaojun correspondiente al Período Edo. (Siglo XVII). (Sailko/CC BY-SA 3.0)
Autor: Leo Timm - La Gran Época
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