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lunes, 3 de abril de 2023

Los inversores más despiadados de Wall Street se preparan para darse un festín con los bancos en quiebra

 

Los inversores más despiadados de Wall Street se preparan para darse un festín con los bancos en quiebra

Illustración tiburones Wall Street

iStock; Rebecca Zisser/Business Insider

  • La crisis bancaria podría sumir al mercado bursátil en el caos. Los tiburones inversores de Wall Street, que prosperan con la incertidumbre, están listos para hacer su agosto.
  • Ahora todo lo que podemos hacer es esperar. Cuando los bancos tienen problemas, prestan más despacio. Cuando los préstamos se ralentizan, la economía se ralentiza. Y cuando la economía se ralentiza, la inflación se enfría, al menos en teoría.
  • No todos los bancos son iguales. Algunas quiebras bancarias, como las de 2008, tienen el poder de paralizar toda la economía mundial, y otras, como las que estamos viendo ahora, son simplemente dolorosas ilustraciones de lo que ocurre cuando la avaricia queda al descubierto.

"Esto NO ha sido un acontecimiento sistémico", explica el famoso vendedor en corto Jim Chanos, fundador de Chanos & Company. "Ha sido un problema de desajuste de plazos. Sólo afecta a unas pocas instituciones realmente tontas y codiciosas". Tontas porque estaban dirigidas por banqueros que no sabían cómo gestionar el negocio bancario o el riesgo. Codiciosas porque los banqueros se comportaron así para ganar tanto dinero como pudieran tan rápido como fuera posible. 

La época de la pandemia fue una etapa de auge para el mercado, y este es el tipo de errores que salen a la luz cuando terminan las temporadas de prosperidad. Cuando la Reserva Federal subió los tipos de interés del 0% al 4,75% en el transcurso de un año —un abrir y cerrar de ojos en el mundo de la política monetaria—, las reglas del dinero cambiaron. La velocidad del cambio significa que los mercados todavía lo están procesando, reevaluando bruscamente todos los aspectos de nuestras vidas financieras. Algunos activos —criptomonedas, startups, fondos de inversión e incluso bancos—no sobrevivirán a esta violenta transición. Pero otros inversores, el tipo de tiburones de Wall Street que prosperan en la incertidumbre, pueden hacer su agosto.

"El problema básico que tienen hoy en día los mercados financieros, sobre todo en Estados Unidos, es que siguen poniéndole precio a que todo salga bien", afirma Chanos. "La fuga masiva de Silicon Valley Bank puede haber sido un anticipo de lo que puede ocurrir cuando esa creencia se tambalea".

La regla del fuera de juego

En el centro de los recientes problemas bancarios, sobre todo en el Silicon Valley Bank, se encuentra una cuestión conocida como desajuste de duración o desajuste de activos y pasivos. Pero entre los que trabajan en Wall Street se conoce como "quedar en fuera de juego". En el imaginario popular, los bancos son fortalezas con grandes bóvedas de dinero que rara vez se abren o cierran. 


En realidad, los bancos son estaciones de paso para el dinero a medida que pasa entre prestatarios y prestamistas. Los clientes que depositan dinero permiten al banco dar la vuelta y prestarlo a los prestatarios que intentan comprar una casa o invertir en su negocio. A cambio de permitir que su dinero circule, los depositantes reciben una compensación en forma de intereses

El problema del fuera de juego surge cuando un grupo de clientes quiere retirar sus fondos pero el banco tiene todo su efectivo prestado o invertido. En ese caso, acaba habiendo un agujero enorme donde antes había dinero.

Silicon Valley Bank crisis

Durante la pandemia, el dinero entraba en los bancos a la velocidad del rayo, según confiesa un ejecutivo con más de una década de experiencia en bancos pequeños y medianos. Los clientes inundados de dinero procedente de los planes de estímulo y las empresas con valoraciones al alza hicieron que los depósitos bancarios se dispararan. Los banqueros de todo Estados Unidos tuvieron que tomar decisiones rápidas sobre cómo emplear ese dinero. Algunos bancos, como el Silicon Valley Bank, invirtieron prácticamente todo su dinero en bonos de alto rendimiento pero relativamente seguros: bonos del Tesoro con vencimiento a 10 años.

Esta apuesta maximizó los rendimientos y ayudó a SVB a convertirse en uno de los bancos de más rápido crecimiento, pero no hizo nada para equilibrar el riesgo si el entorno económico cambiaba alguna vez. Según parece, un comité interno señaló esta concentración de riesgo de tipos de interés, pero los responsables decidieron ignorar las advertencias porque una cobertura adecuada de ese riesgo habría perjudicado a los beneficios. Cuando la Reserva Federal empezó a subir los tipos para calmar la inflación, los banqueros que habían invertido como si los buenos tiempos no fueran a terminar nunca se llevaron una buena tunda. Cuando los tipos suben, los precios de los bonos bajan, por lo que el valor de los bonos que SVB poseía cayó drásticamente.

Esta es la parte en la que el negocio de la banca también se convierte en una cuestión de psicología social. En teoría, un descenso de las tenencias de un banco no tiene por qué significar un desastre; podría simplemente aferrarse a los bonos y esperar a que el precio se recupere o mantenerlos hasta que el Gobierno pague su valor total. Por desgracia para SVB, sus propios clientes del mundo de la tecnología empezaron a retirar su dinero y a tuitear sobre ello para que todo el mundo lo viera. SVB no tenía suficiente efectivo para pagar a estos clientes repentinamente asustados, que obviamente no tenían ningún interés en esperar una década a que las inversiones de SVB maduraran.


El desajuste entre la falta de liquidez de los bonos a largo plazo y la demanda de liquidez inmediata de los clientes, presa del pánico, puso al SVB de rodillas y sacudió la confianza en todo el sector bancario.

"En una época de bonanza, la gente llega demasiado lejos", afirma el ejecutivo del banco, "y la gente llegó demasiado lejos". No todos los bancos se comportaron así. Algunos bancos invirtieron en activos que podían funcionar bien en un entorno de tipos de interés al alza, cubriendo su riesgo para asegurarse de que estarían en terreno firme si las condiciones económicas cambiaban.

"Si pensabas que los tipos iban a permanecer a cero para siempre eres un necio, y hay muchos necios en este negocio", afirma el ejecutivo bancario al tiempo que reitera que "la banca en general está perfectamente". Pero a los bancos necios que no movieron su dinero en la dirección correcta en el momento adecuado les están pillando en fuera de juego. Y en banca eso es una penalización que puede obligarte a despejar el campo y volver a empezar todo el partido.

La quiebra de una empresa es la compra de otra

El cambio catastrófico en los tipos de interés y el nivel de riesgo está creando el caos más absoluto, pero aunque este caos acabará con algunos, puede ser una oportunidad para otros. Para aquellos en Wall Street con el estómago y la capacidad, es hora de filtrarse entre los escombros y realizar algunas operaciones.

Al preguntar a un jefe de inversiones de una gran family office si se podía ganar dinero apostando contra los bancos más pequeños, me respondió: "¡Ding ding ding!". Y añadió: "Las operaciones obvias ya se han producido, pero aún hay que esperar". Es el mejor momento imaginable para los buscadores de valores en el sector bancario". En otras palabras, es hora de hacer el trabajo de analizar estos balances para averiguar qué bancos están fuera de juego. Y el jefe de la family office sugiere que todavía se puede actuar en "los pequeños bancos regionales que no llaman la atención", como Horizon Bancorp. 


Asimismo, se refieren a First Republic Bank, cuyas acciones se han desplomado por sus similitudes con SVB, como "en el mejor de los casos, un zombi total, definitivamente sin valor". Por otro lado, afirman que "ninguno de los bancos de renombre en Estados Unidos tiene problemas materiales" y que "UBS hizo un gran negocio" cuando adquirió Credit Suisse, lo que convierte a estos grandes bancos en una buena inversión. Se nota que el dinero está en movimiento.

Aunque algunos de los inversores más avispados de Wall Street ven en este lío una oportunidad, el caos no puede sentar bien a todo el mundo. Los menos preparados de Wall Street —como el inversor multimillonario Bill Ackman— han estado, como dijo la presentadora de MSNBC y ex banquera de inversión Stephanie Ruhle, "gritando fuego en una sala de cine". La Corporación Federal de Seguros de Depósitos garantiza las cuentas bancarias de todo el mundo hasta 250.000 dólares - más del 90% de los depositantes del SVB, que eran en su mayoría empresas y adinerados fondos de capital riesgo, tenían más de esa cantidad en sus cuentas y, por tanto, estaban desprotegidos si el banco quebraba. 

Esta sencilla norma pareció sorprender a muchos miembros de la comunidad tecnológica, cuyos lamentos y crujir de dientes podían oírse en todo el país, desde Sand Hill Road en California hasta Central Park South en Nueva York.

Ilustración Silicon Valley Bank

Ackman y sus acólitos están utilizando sus tribunas para decir a todo el mundo que, a menos que el Gobierno garantice cada dólar depositado en un banco, esta crisis podría hundir todo el sistema bancario. Esa garantía aislaría no sólo a los depositantes, por supuesto, sino también a los accionistas de otros bancos medianos que temen ser sometidos a la misma justicia del Antiguo Testamento que sus pares del SVB. También garantizaría que el dinero sigue fluyendo a las empresas que estos bancos apoyan —ya sea en la tecnología o, por ejemplo, el sector inmobiliario comercial— y que las pérdidas en esas empresas podrían ser anotadas en una fecha posterior, cuando el mercado sea un lugar más amable. 

Pero los antiguos ejecutivos bancarios argumentaron que no es necesario garantizar todos los depósitos. En su lugar, sugirieron que la FDIC podría aumentar el límite y vincularlo a la inflación para que se mantenga al día. Cuando se creó la FDIC en los años 30, aseguraba hasta 100.000 dólares. En dólares de hoy serían unos 2 millones de dólares.


Más allá de los méritos técnicos del argumento, el griterío de Ackman y la cuadrilla de "garantizadlo todo" resulta problemático porque, al igual que el fuego, los pánicos bancarios se alimentan de oxígeno. "Cuanto más tiempo se hable de esto, más riesgo habrá", explica el ejecutivo bancario. Cuanta más gente oiga que el sistema está al borde del colapso, más probable es que se convierta en una profecía autocumplida, ya que más gente se asusta y saca su dinero del banco innecesariamente. 


Esta es la forma educada de decir que los temerosos del colapso bancario están empeorando las cosas. El jefe de la family office ofrece una valoración más contundente: "En mi chat con algunos otros financieros hemos pasado mucho tiempo últimamente criticando y burlándonos de Bill Ackman".

Habrá sangre

Puede que los problemas de liquidez no sean tan grandes como para derribar todo nuestro sistema financiero, pero continuarán, y puede que quiebren más bancos. La semana pasada, la Reserva Federal reiteró su compromiso de luchar contra la inflación y siguió subiendo los tipos de interés. Es una señal de que su presidente, Jerome Powell, cree que el objetivo de la Fed de estabilidad de precios está por encima de la tensión de unas pocas (o tal vez unas pocas docenas) instituciones financieras. Así es el capitalismo.

"Han sido siete semanas muy interesantes", dijo Powell en su última rueda de prensa entre risas nerviosas. Y añadió: "No es una sorpresa que haya instituciones que tienen posiciones largas sin cubrir en valores de larga duración que han perdido valor a medida que los tipos a más largo plazo han subido debido a nuestras subidas de tipos." 

Traducción: si eres un banco y estás fuera de juego, Powell no va a cambiar las reglas del dinero para garantizar que puedas seguir jugando la partida. Las nuevas reglas —tipos de interés más altos— se mantendrán en el futuro inmediato. 

La destrucción causada por la quiebra del Silicon Valley Bank podría ser un momento para que la industria tecnológica diera un paso atrás y reflexionara sobre sus problemas. Pero, lamentablemente, no será así.

Pero el futuro es un blanco móvil. A principios de este año parecía que la Reserva Federal tendría que subir los tipos drásticamente porque la economía era muy fuerte y el mercado de valores estaba subiendo. Entonces se produjo el pánico bancario de Silicon Valley, y algunos pidieron que la Reserva Federal bajara los tipos para ayudar a los bancos. Ahora todo lo que podemos hacer es esperar. Cuando los bancos tienen problemas, prestan más despacio. Cuando los préstamos se ralentizan, la economía se ralentiza. Y cuando la economía se ralentiza, la inflación se enfría, al menos en teoría.


Podría ser que los problemas en el sistema bancario significaran menos subidas de tipos, menos trabajo para la Reserva Federal y una corrección económica. Incluso en las mejores circunstancias, eso supondrá sufrimiento para los inversores y para la economía. 

En Wall Street, los ganadores serán los que esperaban eso, y los perdedores serán los que fingieron que ese día nunca llegaría.

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