Níger, sin lugar para la paz
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on 13 diciembre, 2019
Resumen Medio Oriente, por Guadi Calvo*, 13 de diciembre de 2019—
Al menos 73 soldados del ejército nigerino fueron asesinados en la tarde del martes 10, en un ataque contra el campamento militar próximo a la aldea de Inates, una comunidad de pastoril, cercana del río Níger a 250 kilómetros al norte de Niamey la capital del país y a unos cinco de la frontera con Malí, de donde provenían los atacantes, según lo han reconocidos comandos del Daesh para el Gran Sahara. A pocos kilómetros del lado malí, se encuentran las aldeas de Akabar y Tabankort, un importante cruce de caminos tanto de narcotraficantes y como de terroristas que en noviembre pasado, en proximidades de Tabankort, en una embocada contra tropas malíes insurgentes asesinaron a una treintena de militare.
Con la ya clásica estrategia de las organizaciones wahabitas, cuyas operaciones se extienden por el norte de Burkina Faso, el norte de Mali y el oeste de Níger, unos 200 muyahidines, llegaron en motos, unidades blindadas y vehículos todo terreno, abriendo fuego contra la base por tres flancos diferentes, combinando fuego de artillería, con el ataque de vehículos cargados de explosivos, conducidos por atacantes suicidas o shabib (mártires) que se lanzaron contra diferentes objetivos de la base.
El combate que se extendió al menos durante seis horas, según el vocero de ejército, se convirtió en el más letal, que haya sufrido el ejército nigerino a lo largo de su historia. Entre los muertos se encuentran el jefe de la guarnición y su segundo. Además de las bajas mortales, se registraron una docena de heridos y un número no especificado de soldados desaparecidos, algunas fuentes, no oficiales, especulan que serían una treinta. El informe del Ministerio de Defensa, también refiere a un “número significativo” de bajas entre los terroristas.
Los atacantes recién habrían abandonado el lugar, del ataque cuando se vieron sobrepasado por la llegada de unidades del ejército movilizadas en socorro de sus camaradas. Los terroristas se retiraron incautando una gran cantidad de armamento, municiones, 16 vehículos, entre ellos algunos blindados. La operación se produce a pesar de que desde principios de noviembre el mando nigerino dispuso el despliegue en el área de tres batallones adicionales, concentrándose en controlar la fronteras con Mali.
Según el diagrama del ataque, los terroristas, habían preparado meticulosamente la operación, ya que en la primera oleada concentraron sus esfuerzos en la destrucción del arsenal y el centro de comunicaciones, cortando así a la tropa nigerina la posibilidad de reabastecerse de municiones y pedir refuerzos al exterior. Varias horas después de los primeros disparos y la destrucción de la centro de comunicaciones, un vehículo del campamento atacado, pudo llegar a el puesto militar de Ayorou, a 80 kilómetros de Inates, para pedir apoyo.
Conocida la gravedad del ataque, el presidente Mahamadou Issoufou, se vio obligado a suspender la gira oficial por Egipto para retornar el día miércoles a su país.
Durante 2019, el área de Inates, fue particularmente violenta, ya que los integristas más allá de sus ataques a unidades del ejército, que en dos operaciones de los meses de mayo y julio, el Daesh del Gran Sahara, asesinó a cincuentas efectivos del ejército e intentan ejercer el control en las comunidades rurales, son frecuentes los ataques contra autoridades civiles, en esta última operación habrían ejecutado a los líderes aldeanos que se habían negado a colaborar con ellos. Este último asalto se produce a solo 80 kilómetros de donde en octubre de 2017, en una emboscada fueron asesinados cuatro boinas verdes junto a cinco efectivos nigerinos, hecho que dejó al descubrió que los Estados Unidos estaban operando en Níger, más allá de la excusa de la construcción de una base para el despliegue de drones (Ver: Níger: Cacería en el Sahel).
Todo el Sahel, se encuentra en estado de alerta, por la proliferación de grupos insurgentes vinculados tanto al Daesh, como Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin (Grupo Apoyo al Islam y los musulmanes o GSIM), tributarios de al-Qaeda, dado que en la región, tras el martirio del coronel Muhammad al-Gadaffi en 2011 y el posterior desmembramiento de Libia, sus arsenales fueron literalmente vaciados, para abastecer a estos grupos insurgentes que operaron hasta 2014, con cierta autonomía y los que hoy se encuentran, alineados con alguna de alguna de las dos organizaciones terrorista, que cuentan desde siempre con el apoyo material de Arabia Saudita y al menos la complacencia política de los Estados Unidos e Israel, con lo que perturban las importantes inversiones francesas fundamentalmente en la explotación de los yacimientos de uranio, vital para el abastecimiento energético francés.
El clásico toque francés.
Tras tomar conocimiento del ataque del último martes, el presidente de Francia Emmanuel Macron, después de una conversación telefónica con el presidente Issoufou, decidió aplazar hasta enero la cumbre prevista para el próximo 16 de diciembre, con los países del grupo G5 Sahel (Malí, Burkina Faso, Níger, Chad y Mauritania) enfocada a la evolución del conflicto saheliano, en el que Francia, se encuentra atascada desde 2013, con la operación Barkhane, una dotación de 4500 hombres, que el último 24 de noviembre en un choque entre dos helicópteros murieron 13 militares de esa dotación. Aunque el Eliseo, se apuró en reconocer el hecho como un “accidente”, el Daesh del Gran Sahara se adjudicó haber provocado la colisión.
La reunión, ahora postergada, para enero, se iba a realizar en la ciudad de Pau, en el suroeste francés, de donde eran originarios la mayoría de los 13 soldados muertos en noviembre.
Macron necesita aclarar las posiciones de cada uno de los países del G5 Sahel, sobre la presencia militar de su país en la región, dado que la opinión publica de esos países cada vez están más en contra de la presencia francesa.
Según un comunicado en la conversación entre Issoufou y Macron, quedo clara la determinación de continuar unidos frente a la amenaza terrorista y de redefinir, en enero, el marco político y operativo para dar seguridad a las poblaciones del Sahel.
Por su parte Paris, ha vuelto a solicitar a sus socios europeos que se involucren más en la lucha contra el terrorismo en el Sahel, para apoyar a los ejércitos locales y evitar, ya quizás demasiado tarde, que la región se convierta en un santuarios de los grupos fundamentalistas, que operan con absoluta libertad en varios países cruzando sus fronteras sin ninguna dificultad.
En los últimos meses los ataques y atentados en Burkina Faso, se han hecho muchos más frecuentes ya que estas bandas están concentrando sus operaciones en torno a la mina de oro de Boungou, explotada por la canadiense Semafo en la provincia de Gnagna, en el este burkinés.
Por su parte los Estados Unidos, sigue colaborando con el gobierno de Níger, apenas un día después del ataque Inates, Washington, realizó la entrega, pautada con anterioridad, de equipo militar para la Fuerza Conjunta del G5 Sahel, por valor de unos veinte millones de dólares, que incluye 13 vehículos blindados de transporte de personal, 86 equipos de radio y cuatro contenedores de armas de diferentes calibres.
La primera entrega se había realizado en Niamey, el 6 de junio en lo que se incluía transportes para combustible y agua, sistemas de navegación con GPS; contenedores de combustible; carpas militares y uniformes completos. En 2016, ya había donado cuatro aviones de sanitarios, con la capacitación correspondiente para pilotos y los equipos de mantenimiento y otros cuatro aviones Cessna 208 Caravans configurados para vigilancia. En febrero último el Pentágono, otorgó 16.5 millones de dólares al ejército nigerino, en módulos para la construcción de edificios, dos centros de operaciones tácticas móviles, equipos de comunicaciones especializados y radios.
Mientras y a ¿cambio? la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) desde principios de noviembre opera la Base Aérea 201 en Agadez, en el centro de Níger, construida por los Estados Unidos para inteligencia, vigilancia y reconocimiento con drones, UAV MQ-9 Reaper armados y desarmados para monitorear y contrarrestar las acciones de las organizaciones terroristas en la región. En la base con una pista de aterrizaje de 1 900 metros 50 de ancho podrán operar grandes aviones el C-17 Globemaster III.
La base que se construyó a un costo de 110 millones, de dólares en predio de unas 10 hectáreas cuadradas, que fueron otorgadas por el gobierno nigerino en 2014, en plena expansión del terrorismo, una región sin lugar para la paz.
Diana
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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