Juan Guaidó: “En Venezuela no hay riesgo de una guerra civil. El 90% de la población quiere cambio”
El presidente interino de Venezuela, reconocido por el Parlamento y más de 60 países, exige la renuncia de Maduro y defiende el comienzo de un proceso de transición
Caracas
Juan Guaidó (La Guaira, Venezuela, 1983) desafió hace una semana a Nicolás Maduro al jurar como presidente interino de Venezuela durante una movilización multitudinaria. De inmediato recibió el reconocimiento de la Administración de Donald Trump, a la que se sumaron en los últimos días más de 60 países. El movimiento activó un proceso que busca “el cese de la usurpación, un Gobierno de transición y la convocatoria de elecciones libres”. La Asamblea Nacional, presidida por el propio Guaidó, se reunió el martes para poner en marcha la arquitectura legal de esta etapa. El político, con una agenda desbordada, atiende a EL PAÍS por teléfono después unas protestas callejeras que buscan elevar la presión sobre el régimen.
Pregunta. ¿Qué espera de la Unión Europea ahora que está a punto de cumplirse el plazo a Maduro?
Respuesta. Primero, quiero agradecer a la Unión Europea, son 28 países dando consenso. Es importante el reconocimiento primero del Parlamento, luego de nuestra Constitución y de la lucha democrática venezolana y el no reconocimiento, por otro lado, de Maduro y la farsa electoral que intentaron llevar adelante. Creo que es una posición firme y en los próximos días se cumple el ultimátum, que es la base para algunas otras acciones importantes para nosotros como venezolanos.
P. Hay algunos sectores que han expresado su temor a que en Venezuela se produzca un enfrentamiento, un derramamiento de sangre.
R. Hay varios elementos. Lo primero es que en Venezuela no hay riesgo de una guerra civil, como alguno ha querido verlo o hacerlo ver. ¿Por qué? Porque el 90% de la población quiere cambio. Hay una pequeña cúpula o respaldo militar al régimen que conformó una seguridad de paramilitares armados que aquí llamamos colectivos, que conformó algunos elementos que no van a tener ningún tipo de resonancia. ¿Hay riesgo de violencia? Hoy la hay. Han asesinado a decenas de jóvenes en una semana. Más de 140 en 2017. Caracas es la ciudad más violenta del mundo si se toma la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes. La mayoría del país quiere cambio, hay un Parlamento que hace sus funciones, hay un presidente encargado legítimamente con atribuciones en la Constitución, que están buscando una salida política al conflicto. Los únicos que hablan de violencia y están ejerciéndola, además, a través del FAES (las fuerzas especiales de la policía), a través de paramilitares, son Maduro y su régimen. Los que alimentan una tesis como esa alimentan precisamente la violencia.
P. Rechaza los últimos comicios presidenciales. Explique por qué, según usted, debe ser considerado como presidente encargado.
R. La legitimidad emana del voto popular. Ya que no hubo elecciones presidenciales en 2018, el período de Maduro venció el 10 de enero de 2019. Por esto, nos encontramos ante un vacío de la presidencia, la cual debe ocupar el presidente de la Asamblea Nacional, según el artículo 233 de nuestra Constitución. Maduro insiste en usurpar las funciones, secuestrar el poder y dejar en unas condiciones muy precarias sobre todo a los venezolanos que hoy necesitan comer, necesitan alimentos, medicinas. Así que constitucionalmente hoy el presidente encargado de Venezuela soy yo y mi mandato es muy claro, lo dice el artículo 233: producir una elección libre en el menor tiempo posible. Por eso hemos determinado tres fases: cese de usurpación, porque estamos en dictadura; un Gobierno de transición que estabilice y atienda la emergencia humanitaria, que dé los pasos necesarios para reinstitucionalizar al país, y otro elemento es el Consejo Nacional Electoral, para tener una elección libre.
P. ¿Y este proceso no puede convertirse en un conflicto crónico, que se extienda varios meses, que se vuelva un espacio donde nadie gane? ¿Cómo se puede activar esa transición, según su perspectiva?
R. Hay que reunir la capacidad de provocar el cese de la usurpación, movilizar a la ciudadanía, vemos cómo la comunidad internacional nos reconoce. Algunos hacen ver que es un tema de Estados Unidos, pero ya son más de 60 países, casi 65, no solo de Europa y América. ¿Cómo se materializa? Hemos hecho un llamado claro a las fuerzas armadas. Maduro tiene secuestradas las armas de la República, 27 sargentos torturados en el sótano de la DGCIM (Dirección General de la Contrainteligencia Militar) para generar miedo y persecución. Se habla de que los autores de estas torturas son de la inteligencia cubana. Vemos cómo secuestran a niños en Venezuela, vemos cómo asesina el FAES (Fuerzas Especiales de la Policía Bolivariana). Es un tema de control social, de generación de miedo y terror. La única relación, por cierto, que ha tenido el venezolano con el Estado es de terror y subsidios. El subsidio, cada vez menos, y el terror o el miedo se pierde todos los días. Si nos preguntáramos cuáles son los elementos para una transición, parecería que tenemos todas las variables. Hay que unificarlas.
P. El apoyo de las fuerzas armadas es, por lo menos, desigual. ¿Qué percepción tiene que le hace confiar?
R. Estoy seguro de que algún momento, como sucedió en Cotiza [una parroquia de Caracas donde la semana pasada se sublevaron 27 militares], la expresión de descontento de las fuerzas armadas será total y su ocasión debe ser ponerse del lado de la Constitución. No solamente porque estamos ofreciendo amnistía y garantías. No, ellos tienen un rol también en la reconstrucción del país.
P. ¿Descarta una intervención internacional?
R. Se ha vendido como un tema de Estados Unidos. Es verdad que nosotros, por ejemplo, hemos solicitado la protección de los activos, hemos solicitado apoyo humanitario. Cuando este jueves el Parlamento Europeo se pronuncie vamos a solicitar formalmente a Europa no solamente la protección de los activos de Venezuela, sino también el apoyo para ayuda humanitaria y recursos para proyectos. Estamos ejerciendo funciones en una dictadura. ¿Podemos decir que empezó la transición? Estamos en una zona desconocida, pero debemos avanzar para consolidarnos.
P. ¿Cuáles serán sus próximos pasos? ¿Y en cuánto tiempo planearía convocar elecciones?
R. Lo primero es que tenemos un “plan país”, no solamente de reconstrucción y atención de la emergencia, sino también de futuro y de largo aliento. Para que este sea un país constructor de sueños cumplidos. Con respecto a los tiempos, lo he dicho desde el principio. Esta es la construcción de las capacidades. Las transiciones no se decretan, se construyen con la fuerza política necesaria para derrotar la dictadura y transitar a la democracia. Ha habido muchos ejemplos en el mundo: Polonia, Venezuela en 1958, Chile y muchos otros sitios. Tenemos las variables necesarias y podemos ejercerlas para poder lograrla en un corto tiempo. Si mañana, por ejemplo, cesa la usurpación e iniciamos el proceso de transición, en seis, nueve meses, máximo 12 pudiéramos tener una elección libre.
P. ¿Por qué cree que no está preso Juan Guaidó? Usted se ha convertido en alguien que personifica el poschavismo.
R. Me lo he preguntado yo mismo, sobre todo porque tengo amigos presos, amigos asilados, amigos muertos. He estado secuestrado en dos ocasiones y creo que hay un momento de desenlace, de acumulación de fuerzas de la sociedad. No es Juan Guaidó. Es la personificación de un momento, el respaldo popular, las ganas de cambio de Venezuela, de un país que quiere creer, los respaldos internacionales, de la coalición opositora que se ha ido solidificando y avanzando. Y hay un conflicto interno, hemos visto estos años el desprendimiento del chavismo. Luisa Ortega Díaz, Miguel Rodríguez Torres, la disidencia interna. Es un momento de mucha fragilidad para Maduro y su régimen.
P. Pero, ¿cómo cree que se va a resistir?
R. Maduro es un dictador. No se va a levantar con una epifanía. Destruyó el país, tenemos una inflación de 2.000.000%, todos los días mueren pacientes por falta de insumos. Hay que presionarlo, socialmente, internacionalmente y, de nuevo, si bien el caso venezolano es atípico, las variables que dan pie a una transición las tenemos y podemos lograrla de manera pacífica. No creo que el entorno de Maduro y el alto Gobierno se quieran inmolar a sabiendas de que el modelo fracasó. No van a tener cómo rescatar a la economía, el mundo no reconoce sus competencias constitucionales. Hay mucha gente pragmática a su alrededor y estamos en la puerta, digamos en un momento pretransicional.
P. ¿Estaría dispuesto a ofrecerle una salida a Maduro, algún acuerdo político?
R. Durante 20 años hemos sufrido mucho socialmente. Hemos visto muerte, desplazamientos forzosos, la migración, hemos visto encarcelados, pero hoy estamos viendo hambre, necesidad de medicamentos y ganas de cambio. Si hacemos una mezcla y un equilibrio de esos elementos, nosotros estamos dispuestos a hablar con quien haya que hablar siempre y cuando vaya direccionado a lograr el cese de la usurpación, el Gobierno de transición y las elecciones libres. Hemos puesto sobre la mesa una ley de garantía y amnistía, algo que en algunos países se llamaría justicia transicional, una ley de estatuto para la transición que permite que todos los sectores participen en ese proceso.
P. ¿Eso incluiría el chavismo?
R. Eso debe incluir al chavismo. El chavismo va a ser una realidad incluso cuando superemos este proceso. Si me preguntara en 2016 el peso de esa realidad política hubiera dicho 25%, 30% a lo mejor. Si me preguntas hoy, ese porcentaje seguramente es muy inferior. Pero es una fuerza política y hay que reconocerlo.
P. ¿Y cuál va a ser el marco político de la transición? Sus principios de inclusión.
R. Amplitud y gobernabilidad. El martes se incorporó una diputada que venía de Tupamaros [movimiento oficialista]. Nosotros no buscamos torcer manos, buscamos estrechar manos. Se trata de lograr gobernabilidad, estabilidad y atención a nuestra gente.
P. Insistimos en qué piensa de las especulaciones sobre una intervención.
R. Venezuela es un país soberano, determinado a conquistar su libertad. Yo creo que no es necesario llegar a una etapa como esa. Nosotros vamos a hacer la mayor presión posible que genere el menor costo social y que sobre todo nos ponga en pie para rescatar gobernabilidad, servicios públicos y estabilizar la economía.
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