Cómo interpretar las cifras del voto anticipado en Estados Unidos
La participación arrancó con fuerza y los republicanos han ganado terreno en las primeras votaciones
Por primera vez desde agosto, Donald Trump ha superado a Kamala Harris en el modelo estadístico de The Economist para las elecciones presidenciales estadounidenses. Nuestro último pronóstico da a Trump un 53% de posibilidades de volver a la Casa Blanca, siete puntos porcentuales más que la semana pasada. Aunque la carrera sigue siendo más o menos una moneda al aire, ahora se inclina ligeramente a favor de Trump. El cambio en nuestro modelo refleja una reducción constante de la ventaja de Harris en las encuestas nacionales durante el mes pasado, mientras que los sondeos por estados publicados la semana pasada confirman que la posición de Trump se ha reforzado ligeramente en los estados probablemente decisivos.}
No sólo las encuestas dan pistas sobre lo que ocurrirá el 5 de noviembre. Millones de estadounidenses ya han votado. Nadie sabe a quién han votado, pero es posible comparar la participación con la de ciclos anteriores y extraer conclusiones.
Ambos partidos se esfuerzan por movilizar a sus bases. El turbio plan legal de Elon Musk de regalar un millón de dólares al día a votantes registrados en estados indecisos -aparentemente para estimular el voto de los partidarios de Trump- ha acaparado últimamente la atención. Sin embargo, muchos otros intentos menos despilfarradores de aumentar la participación están dando forma a los últimos y frenéticos días de la carrera entre Trump y Harris.
Un grupo está distribuyendo 100.000 ejemplares del cómic “Liberty Knights” en Filadelfia para animar a los jóvenes a participar. Central Votes, que se dirige a los estudiantes de la Universidad Central de Michigan, ha ofrecido incentivos como “tacos andantes” (bolsas de papas fritas mezcladas con carne picada), pepinillos en un palo (en referencia a que ”votar es un gran eneldo”, en un juego de palabras con el inglés) e, incluso, un zoo con cabras.
La participación en 2020 fue la más alta en unas elecciones estadounidenses desde 1900. La polarización de la presidencia de Trump fue un factor importante. El Covid fue otro, ya que dio lugar a medidas de emergencia para facilitar el voto por correo. Esta vez, las restricciones por el virus han desaparecido, pero Trump decididamente no. Una cuestión crítica es si la participación electoral en 2024 seguirá siendo tan elevada y, en caso contrario, quién podría beneficiarse. Los analistas también están analizando las cifras de los primeros votos en busca de pistas sobre quién podría ganar finalmente; algunos detectan señales de advertencia para la campaña de Harris.
Los datos provisionales sugieren que el entusiasmo de los votantes sigue siendo elevado. En Georgia, los votantes presenciales han batido récords, con 1,5 millones de personas en los primeros ocho días, frente a solo 1 millón en 2020. Carolina del Norte, otro estado indeciso, también ha superado las cifras comparables de 2020, pero de forma más modesta. Los funcionarios del condado de Maricopa (Arizona), la jurisdicción más poblada de ese estado indeciso, prevén una participación similar a la de 2020.
La participación, sin embargo, aún puede disminuir; en ese caso, ¿quién saldría favorecido, Trump o Harris? Durante décadas, las investigaciones politológicas han demostrado que los republicanos se beneficiaban de una menor participación electoral causada por factores como el mal tiempo, mientras que los demócratas se beneficiaban de una mayor participación. Pero la llegada de Trump al partido ha cambiado la ecuación. Su coalición republicana ahora se basa más en los votantes de clase trabajadora, mientras que la coalición demócrata ha pasado a basarse en gran medida en los que tienen títulos universitarios. Esto significa que hay que reconsiderar las viejas creencias sobre la participación y la ventaja partidista.
“Ya no podemos suponer que unas elecciones con alta participación son universalmente buenas para los demócratas”, afirma Elliot Fullmer, politólogo del Randolph-Macon College. La victoria de Trump en 2016, en medio de una participación relativamente alta, demuestra esta opinión.
Es posible que las tasas de voto más altas de Estados Unidos no perduren más allá de la era Trump pero el asombroso aumento del voto anticipado casi seguro que sí lo hará. Entre el voto por correo y el voto anticipado en persona, el 64% de los estadounidenses emitió su voto antes del día de las elecciones en 2020, frente al 42% en 2016. Si bien el Covid aceleró esto, el voto anticipado había crecido de manera constante desde la década de 1990, a medida que el “voto de conveniencia” se extendía a la gran mayoría de los estados.
Así, a pesar de que el voto anticipado total puede retroceder este año en ausencia del virus, para los directores de campaña, “el martes se acabó”, como reza el título de un libro sobre el voto anticipado escrito por Fullmer.
Este año, más de 26 millones de votantes han devuelto ya sus votos por correo o han emitido su voto anticipado en persona. Es difícil extraer conclusiones sobre el resultado final de las elecciones. Sin embargo, algunas de las primeras cifras alimentan las preocupaciones demócratas. El porcentaje de votos por correo devueltos anticipadamente por los republicanos ha pasado del 27% de la última vez al 32% en lo que va de 2024, mientras que el porcentaje de los demócratas se ha mantenido ligeramente por debajo del 48 por ciento. Para los partidarios de Trump, esto es alentador, pero “todavía se discute si el voto anticipado está canibalizando el voto del día de las elecciones o si realmente se consiguen nuevos votantes”, señala Jacob Neiheisel, de la Universidad de Buffalo.
El voto anticipado ha dado lugar a una nueva subtribu de fanáticos de las estadísticas y eruditos que interrogan los resultados iniciales en busca de ideas. John Ralston, un veterano periodista de Nevada, ha atraído a devotos seguidores en su estado. Según nuestro modelo, el estado es un cara o cruz. Ralston ve un “serio peligro” para la campaña de Harris en las cifras de los primeros escrutinios, que muestran que los republicanos han depositado más papeletas que los demócratas.
Sin embargo, los márgenes siguen siendo estrechos en las encuestas y en otras cifras de voto anticipado. En Carolina del Norte, hasta el 23 de octubre, los demócratas habían depositado sólo 10.000 votos más que los republicanos, de un total de más de un millón de votos emitidos.
Como en Nevada, las previsiones de The Economist indican un empate en Michigan. La alta participación entre los votantes de clase trabajadora del oeste del estado, un electorado clave de Trump, podría inclinar las elecciones hacia los republicanos, mientras que un aumento del voto entre los votantes jóvenes, negros e hispanos podría beneficiar a Harris. Los sondeos podrían equivocarse, pero ninguna de las dos campañas quiere correr ese riesgo. Ambas están trabajando agresivamente para animar a sus posibles votantes.
El equipo de Harris cuenta con 52 oficinas de campaña y más de 375 empleados en Michigan, y ha reclutado a 100.000 voluntarios desde que Harris se incorporó a la carrera a última hora. Los republicanos dependen en gran medida de una constelación de esfuerzos entre grupos externos, campañas electorales y la propia operación Trump. Victoria LaCivita, directora de comunicación de la campaña de Trump en Michigan, afirma que el ex Presidente está viendo crecer “el apoyo de personas y estados que los demócratas daban por descontados”.
Elissa Slotkin, candidata demócrata al Senado, hizo recientemente una parada de campaña en la Universidad Central de Michigan. Allí, concluyó su discurso bromeando con que quienes habían acudido a escucharla eran o bien “profundos nerds de la política” o “ciudadanos comprometidos” y, por tanto, les imploró que “por favor, molesten a sus amigos” y se aseguren de que votan. Un estudiante dijo que sin duda iba a votar pronto: al menos, así, “los mensajes de texto se detendrán”.
© 2024, The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.
No hay comentarios:
Publicar un comentario