China se asoma una espiral deflacionaria a medida que la recuperación tras el covid se congela
La recuperación económica de China tras la reapertura una vez que cayeron las estrictas medidas contra el covid no carbura. El gigante asiático no es capaz de recuperar el músculo del crecimiento y eso se nota en los precios: no es que la inflación se mantenga baja, algo no tan inhabitual en el país; es que el riesgo de deflación es real.
Uno de los principales lastres de los precios al consumo del mes pasado fueron los precios del cerdo. El coste de la carne -un alimento básico en la dieta china- cayó un 7,2% en junio respecto al año anterior. El descenso fue superior al 3,2% de mayo. El gobierno ha estado tratando de poner un piso bajo la caída de los precios del cerdo, diciendo la semana pasada que iba a comprar más carne de cerdo para las reservas estatales para impulsar la demanda.
La inflación subyacente, que excluye los costes volátiles de los alimentos y la energía, se redujo del 0,6% internual al 0,4%. La inflación de los precios de los alimentos repuntó, pero esto se vio más que compensado por la desaceleración del IPC subyacente y un descenso de la inflación de los precios de los carburantes a su nivel más bajo en 31 meses. La primera reflejó una menor subida de los precios de los viajes y otros servicios en persona, que invirtieron parte de su aceleración anterior impulsada por el impacto de la reapertura.
Pero el dato más significativo ha venido de los precios de producción, que cayeron un 5,4% respecto al año anterior, marcando el nivel más bajo desde diciembre de 2015 y la novena lectura seguida por debajo de cero. Esto podría atribuirse, en parte, a una base de comparación más elevada, ya que los precios mundiales de las materias primas estaban subiendo hace un año tras la invasión rusa de Ucrania. Pero el Índice de Precios al Productor (IPP) también cayó un 0,8% en términos intermensuales. Los mayores descensos se registraron en los precios de la energía, los metales y los productos químicos, y también retrocedieron los precios de los bienes de consumo duradero. Esto se debe a la debilidad de la demanda tanto dentro como fuera de China.
Este conjunto de datos han avivado la preocupación por los riesgos de deflación y aumentan las especulaciones sobre posibles estímulos económicos. La lectura de fondo es que la recuperación china no gana tracción una vez se levantaron las severas restricciones de las políticas 'covid cero'. Las últimas noticias y estadísticas han evidenciado este debilitamiento de la recuperación. Los índices de gestores de compras -PMI- tanto oficiales como de Caixin se han ido debilitando mientras las autoridades chinas han tenido problemas para controlar la debilidad del yuan y los pronosticos de los operadores de mercado en China pasan por un estímulo de Pekín no tan ambicioso como se espera.
"El riesgo de deflación es muy real", afirma Zhang Zhiwei, economista jefe de Pinpoint Asset Management, una de las principales gestoras de activos del país. Con la preocupación por la deflación pesando sobre la confianza, las especulaciones sobre el tamaño del estímulo volverán a dispararse. "Los datos de hoy abogan sin duda por una mayor relajación de la política monetaria, algo que los responsables políticos ya están haciendo, pero de forma comedida", señala Michelle Lam, economista para la Gran China de Societe Generale.
"En este momento, creo que el gobierno todavía está debatiendo cuál es la mejor manera de ayudar a la economía", estima Hong Hao, economista jefe de Grow Investment Group Hong. "En el segundo trimestre, debido a que las cifras económicas van a ser más sólidas que las del primer trimestre debido a una base comparativa más baja, por lo tanto, es poco probable que veamos un rescate inmediato para la economía".
"Los productores llevan meses lidiando con la caída de los precios de las materias primas y la debilidad de la demanda nacional e internacional. Si los consumidores y las empresas siguen frenando el gasto o la inversión con la esperanza de que los precios bajen, podría producirse una espiral de caída de precios que se autocumpliría", desarrolla Zhiwei, de Pinpoint.
Aparte de un breve periodo de deflación a principios de 2021, China no ha experimentado una deflación prolongada de los precios al consumo desde 2009, en plena crisis financiera mundial. Por aquel entonces, Pekín introdujo un paquete de estímulo de cuatro billones de yuanes (medio billón de euros) centrado en las infraestructuras y la modernización de la industria. Aunque ese plan impulsó el crecimiento en su momento, también llevó a los gobiernos locales a endeudarse más de lo permitido por la ley, lo que provocó un aumento de la deuda.
El margen de maniobra para frenar la amenaza de deflación es más limitado esta vez, en parte debido a la preocupación por los riesgos de la deuda. "La nula inflación de los precios al consumo y la mayor caída de los precios de producción en junio sugieren que el repunte chino tras la crisis ha perdido fuerza. La pérdida de impulso en el frente de los precios es un signo de debilidad de la demanda que enturbia las perspectivas de crecimiento. Aumenta la necesidad de más estímulos por parte del Banco Popular de China", incide David Qu, de Bloomberg Economics.
La mayoría de las medidas de apoyo a la economía han sido limitadas: el mes pasado, el banco central recortó ligeramente el tipo de interés oficial. El Gobierno también ha ampliado las exenciones fiscales para los compradores de coches eléctricos. "Es muy poco probable que el gobierno introduzca políticas macroeconómicas extraordinariamente fuertes", vaticina Bruce Pang, economista jefe de Jones Lang Lasalle, añadiendp que los líderes están haciendo hincapié en "un crecimiento de alta calidad que sea estable y logre un equilibrio entre el ajuste estructural económico y la prevención de riesgos."
"Es probable que la deflación del IPP disminuya algo en la segunda mitad del año, en parte porque el gasto en infraestructuras debería poner un suelo a los precios de las materias primas. Y la inflación subyacente podría aumentar gradualmente, a medida que un mercado laboral relativamente tenso ejerza una mayor presión al alza sobre los salarios. La deflación de los precios de los carburantes, factor clave de la moderación de la inflación general en los últimos tiempos, probablemente disminuirá en los próximos meses. Por ello, esperamos que la inflación general se sitúe en torno al 1% a finales de año", expone Zichun Huang, de Capital Economics.
Sin embargo, la inflación seguirá siendo baja y no limitará la capacidad del Banco Popular de China para relajar aún más su política monetaria. Dicho esto, con una demanda de crédito débil y la moneda bajo presión, creemos que la mayor parte del apoyo vendrá de la política fiscal. Esperamos sólo otros 10 puntos básicos de recortes de los tipos de interés este año", plantea Huang.
"La relajación de la política fiscal puede desempeñar un papel aún más importante en el apuntalamiento del sentimiento interno a corto plazo. Pekín parece estar considerando la posibilidad de permitir a los gobiernos locales utilizar las asignaciones de bonos no utilizadas de años anteriores. El capital obtenido se utilizará para pagar la deuda fuera de balance de los gobiernos locales, liberando espacio fiscal", apunta Jussi Hiljanen, del banco sueco SEB.
Según Xing Zhaopeng, estratega jefe para China del Australia and New Zealand Banking Group, el Gobierno debe dejar de centrarse en las políticas de oferta y adoptar medidas que aborden los problemas de demanda. Las autoridades chinas llevan mucho tiempo apoyando a las empresas mediante instrumentos de préstamo específicos, como los destinados a ayudar a los sectores manufacturero y de energías renovables. Mientras tanto, las autoridades han evitado a menudo las políticas destinadas a ayudar directamente a los consumidores, como los subsidios. "China se enfrenta ahora a un exceso de oferta", alerta, advirtiendo de la intensificación de un "bucle deflación-recesión".
Visita de Yellen
Esta preocupación en torno a la debilidad que proyecta china es el marco en el que se ha producido la visita este fin de semana al país de la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen. La Administración Biden ha querido seguir el deshielo de las relaciones con China con un viaje en el que el mensaje central ha sido que la rivalidad entre ambas potencias no acabe dañando a sus economías. Mientras que en el ámbito militar no se ha reanudado la comunicación bilateral -en medio de arriesgados encuentros entre las fuerzas aéreas y marítimas de ambas partes-, la visita de alto nivel de Yellen sugiere la esperanza de que se establezcan salvaguardas en la competencia económica.
En las 10 horas de reuniones celebradas el viernes y el sábado, Yellen dijo que había intentado convencer al recién instalado equipo económico chino de que EEUU no está empeñado en buscar "ventajas económicas" contra el país. Aunque la Administración de Biden ha intensificado los controles sobre exportaciones clave y está considerando frenar las inversiones de empresas estadounidenses en el exterior, Yellen subrayó que las medidas que adopta Washington son "selectivas" y están diseñadas únicamente para proteger la seguridad nacional. "Ninguna visita resolverá nuestros desafíos de la noche a la mañana", dijo Yellen el domingo en Pekín. "Pero espero que este viaje ayude a construir un canal de comunicación resistente y productivo con el nuevo equipo económico de China".
La cuestión del control de las exportaciones podría suponer una primera prueba de la solidez de las salvaguardas que Yellen ha tratado de erigir. Se espera que en las próximas semanas la Administración dé a conocer una orden ejecutiva del presidente Joe Biden que establecerá revisiones y, en última instancia, restricciones a las inversiones estadounidenses en semiconductores, inteligencia artificial y computación cuántica.
Durante la visita de Yellen, la parte china ha pedido a EEUU que tome medidas concretas para abordar las preocupaciones sobre las sanciones económicas y la contención, según un comunicado del Ministerio de Finanzas. La parte china también ha reiterado su preocupación por cuestiones como los aranceles, el control de las exportaciones y la prohibición de productos fabricados en Xinjiang, según el comunicado. Las restricciones a las exportaciones de EEUU podrían cortar precisamente ciertas inversiones en chips, inteligencia artificial y computación cuántica en China.
"Estoy segura de que seguirán de cerca nuestras acciones", dijo Yellen en rueda de prensa. "Queremos abrir canales para que puedan expresar sus preocupaciones sobre nuestras acciones. Y podamos explicar -y posiblemente, en algunas situaciones, responder a- las consecuencias imprevistas de nuestras acciones."
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