Un médico japonés que vivió 105 años desveló sus claves para lograr la longevidad
El doctor Hinohara fue toda una leyenda en su país y trabajó 18 horas diarias hasta el momento de su fallecimiento
Se llamaba Shigeaki Hinohara y a sus 105 años era presidente de honor del Hospital Internacional St. Luke de Tokio y presidente emérito de la Universidad Internacional de St. Luke, donde llevaba impartiendo clases en la Facultad de Enfermería desde 1941. Su nombre era toda una institución en Japón y sus técnicas para alcanzar la longevidad cobran aún más valor debido a su simpleza.
Judit Kawaduchi, la periodista que le entrevistó para el Japan Times hace ahora una década, recuerda la filosofía de vida de Hinohara en seis sencillas claves: preocuparse menos, no retirarse, tener un peso saludable, divertirse, siempre subir por las escaleras y no seguir ciegamente lo que dice el médico.
Aunque todas esas claves son aparentemente sencillas de seguir, lo que más llama la atención es la que se refiere a la jubilación. El doctor explicaba que la edad de jubilación se fijó en 65 años en un momento en el que la esperanza de vida en Japón era de 68, por lo que no tendría sentido seguir jubilándose a esa edad. De hecho, Hinohara presumió de haber trabajado hasta 18 horas diarias hasta el día de su muerte.
La periodista reconoce a la BBC que, pese a que conoció al doctor cuando ya tenía más de 90 años, “era la persona con más energía que he visto jamás. Creía que la vida tiene que ver con la contribución con los demás, por lo que tuvo el impulso de ayudar a las personas, de levantarse temprano por la mañana y hacer algo maravilloso por otros”.
Una vida sencilla por los demás
Ser una persona activa y llena de objetivos es lo que, según Judit Kawaduchi, mantuvo al doctor al pie del cañón: “Siempre tenía objetivos: para hoy, para mañana y para los próximos cinco años”.
Pero su filosofía de vida no podía ser más sencilla, como su alimentación. En la entrevista que concedió al Japan Times reconocía que desayunaba una taza de café, un vaso de leche y un poco de zumo de naranja con una cucharada de aceite de oliva que es “muy bueno para las arterias y mantiene mi piel saludable”.
Para comer, sólo si tenía tiempo, un poco de leche y unas galletas, aunque Hinohara reconocía que muchos días se le olvidaba comer porque tenía mucho trabajo. Y para cenar, verduras, arroz y un poco de pescado, dedicando dos días a la semana a comer carne magra.
Esa frugal alimentación, unida a su trabajo constante le mantuvieron alerta, aunque tampoco se pueden olvidar sus otras claves: hablaba de preocuparse menos, es decir, de divertirse más; de hacer algo de ejercicio a diario y de tener criterios propios para no seguir a ciegas al médico. ¿El resultado? Un hombre que vivió 105 años en plenitud y que es recordado por todos los que le conocieron como una persona extraordinaria.
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