El gran atentado que sueña Al Qaeda
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La organización de Al Zawahiri no está muerta y proyecta desde hace años una "bomba nuclear"
JOSÉ MARÍA IRUJO
Madrid 6 JUL 2017
Ayman al-Zawahri, a la izquierda, junto al fallecido líder de Al Qaeda Osama bin Laden, en 1998. AP
Al Qaeda Central está callada, pero no muerta. Los servicios de inteligencia e información europeos y anglosajones llevan años preguntándose que está preparando Abi Mohamed Ayman al Zawahiri, de 65 años, el hombre que sucedió a Osama bin Laden tras su muerte en Abbottabad (Pakistán) en 2011. Todos coinciden en que la organización terrorista necesita recuperar su protagonismo de antaño y salir de la sombra en la que la ha situado el Estado Islámico (ISIS) con la creación de un califato en Siria e Irak y la cadena de atentados en Europa.
¿Dónde, cuándo y cómo va a volver actuar Al Qaeda para hacerse patente? Informes de distintos servicios antiterroristas valoran de distinta manera la actual capacidad de la Base (Al Qaeda). Pero algunos coinciden en que el objetivo soñado de este grupo desde su creación es la guerra química y bacteriológica, ataques masivos con venenos que provoquen la muerte de miles de personas, armas con las que ya ensayaron en los años noventa en los campos afganos de los que existen vídeos estremecedores.
Es lo que en Al Qaeda se denominó entonces la nueva yihad. Ese fue el mandato que recibió en 2001 Mustafá Setmarian, el sirio español que implantó la semilla de la yihad en España, cuando se despidió con besos y abrazos de bin Laden en las cuevas de Tora Bora (Afganistán), según su propio relato.
Servicios europeos citan la guerra química y bacteriológica como uno de sus primeros objetivos
Afortunadamente el mandato no ha sido cumplido. Setmarian, tras ser capturado por EE UU en Pakistán y entregado al régimen de Bachar el Asad, sigue desaparecido, probablemente preso, y la nueva yihad la protagonizan los lobos solitarios que embisten a la multitud con camiones o acuchillan a los transeúntes en las calles de Londres, Bruselas o París, otra obra del pelirrojo Mustafá que siempre quiso convertir su lucha en una yihad urbana.
El sueño de un ataque apocalíptico superior a los 3.000 muertos del 11-S sigue vivo y para Al Zawahiri su ejecución es ahora más necesaria que nunca. Especialmente cuando el ISIS está al borde de una posible derrota final. Y este macabro proyecto no es una suposición. Sharif al Masri, un yihadista egipcio detenido en Pakistán en 2004, confesó a los agentes del FBI y la CIA que le interrogaron que Al Qaeda había conseguido lo que denominan “la bomba sucia”, un artilugio nuclear casero en cuyo diseño trabajan desde hace años.
La confidencia figura en un informe secreto de 15 folios elaborado en septiembre de 2008 por el Departamento de Estado de EE UU sobre Abu Faraj al Libi, considerado como uno de los presos más valiosos de Guantánamo. Un tipo al que otros yihadistas detenidos ligan con experimentos de guerra nuclear, química y bacteriológica. Un personaje importante que fue nombrado jefe de operaciones de Al Qaeda tras la detención en 2002 de Jalid Seij Mohamed, el cerebro del 11-S, también preso en Guantánamo.
Los mandos antiterroristas coinciden en su amenaza pero difieren en su capacidad
Sharif al Masri facilitó más detalles: la supuesta bomba se encuentra en Europa, pero tiene dificultares para trasladarla. Si lograran moverla hasta su objetivo “encontraría operativos para hacerla estallar”. “Los operativos serían europeos o descendientes de árabes o asiáticos”, dice el informe de los militares norteamericanos, desvelado en 2001 por este periódico.
Ningún servicio de inteligencia ha podido demostrar la existencia de esa bomba, pero todos dan credibilidad a que los hombres de Al Zawahiri trabajan en ella. “Siguen trabajando en el proyecto. No lo han abandonado”, afirma taxativo una fuente de la inteligencia norteamericana. "Trabajan en esa dirección", corrobora un mando de la lucha antiterrorista británica.
“No nos olvidamos de Al Qaeda. Sigue ahí aprovechándose del brillo del ISIS, pero ha sobrevivido a muchas crisis y reaparecerá con fuerza en cualquier momento. Tenemos unidades que trabajan específicamente contra Al Qaeda”, afirma un responsable de inteligencia español. “Sobre la amenaza de la bomba sucia creemos que hay métodos más económicos y rentables, por ejemplo mediante ataques químicos más convencionales que prefiero no precisar”, añade.
Una célula salafista intentó en 2001 envenenar las aguas de vía Veneto, en Roma. Se han abortado también varios ataques en los que se pretendía contaminar el metro de Londres. El alquiler de varios camiones de gran tamaño cargados de sustancias venenosas, también, preocupa a las fuerzas de seguridad.
Un responsable de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional duda de su capacidad nuclear: “Descarto que Al Qaeda pueda llevar a cabo un ataque nuclear porque para eso hace falta tener acceso a fuentes nucleares y eso es muy difícil. Pero desde luego que la organización no está muerta y no descartamos un gran atentado con el que pretenda recuperar su visibilidad. Todavía hay muchos grupos que le son fieles en África, Filipinas, Indonesia, Pakistán y Afganistán. Está ahí latente y si el ISIS sufre una derrota y desaparece Al Baghdahi, Al Zawahiri disputarán el liderazgo de la yihad mundial. Pero hoy por hoy Al Baghdahi está presente y Al Zawahiri es un líder virtual que se prodiga muy poco”.
John Brennan, el consejero de seguridad estadounidense, se equivocó al aventurar que el pediatra Al Zawahiri no sucedería a bin Laden por su falta de carisma e implicación en la guerra de Afganistán. El barbudo egipcio sigue libre, desde hace más de 20 años oculto en su madriguera y, según algunos servicios antiterroristas occidentales, dirige una organización capaz de provocar un daño mayor del que hasta ahora ha causado el ISIS. “No olvidemos que con Al Qaeda no hemos acabado ni después de la invasión de Afganistán”, recuerda el comisario de policía español.
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