¿Qué autoridad moral tiene Arabia Saudita a la hora de acusar a Qatar de apoyar el terrorismo y el fundamentalismo islámico?
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Las acusaciones en contra de Qatar que sirvieron para justificar la reciente ruptura de relaciones entre la pequeña nación del Golfo Pérsico y varios de sus vecinos no son precisamente nuevas.
Pero lo que puede haber sorprendido a muchos es que fuera Arabia Saudita la que liderara la arremetida en contra del gobierno de Doha, acusándolo de financiar grupos islamistas y apoyar el terrorismo.
Después de todo, acusaciones muy similares siempre han pesado sobre el gobierno de Riad, en contra del cual el actual presidente de Estados Unidos también arremetió durante la pasada campaña electoral.
"¿Quién destruyó el World Trade Center? No fueron los iraquíes, fueron los sauditas. Miren a Arabia Saudita, abran los documentos", dijo en febrero de 2016 Donald Trump.
En su discurso el entonces candidato llegó a sugerir que funcionarios de ese país habían sido cómplices de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Menos de un año y medio después de esas explosivas declaraciones, Trump hizo de Riad el destino de su primer viaje oficial como presidente de EE.UU. y firmó millonarios acuerdos para la venta de armas.
¿Significa eso que estaba errado Trump y que Arabia Saudita no hace lo mismo de lo que acusa a Qatar y ya no apoya ni financia, directa o indirectamente, a grupos islamistas acusados de vínculos con el terrorismo?
Una larga lista
Para la Dra. Courney Freer, del Centro para Medio Oriente de la London School of Economics, la principal diferencia tiene que ver con qué grupos se incluyan en esa categoría.
"El mayor problema de los sauditas con Qatar tiene que ver sobre todo con la Hermandad Musulmana", le dice a BBC Mundo Freer, en referencia a la organización a la que los sauditas ven como su principal rival religioso en el mundo sunita y que fue declarada organización terrorista por Riad en 2014.
Y según Abdullah K. al-Saud, investigador visitante del Centro Internacional para el estudio de la Radicalización y la Violencia Política del King's College de Londres, mientras que el apoyo saudita en Siria va a grupos debidamente investigados, Qatar no ha dudado grupos radicales armados, como Ahrar al Sam y al Nusra.
Aunque más molesto para Riad parece ser el apoyo qatarí a milicias chiitas apoyadas por Irán -su gran rival regional- , así como su apoyo al grupo palestino Hamás, que también es considerado una organización terrorista por Estados Unidos.
Una alineación de intereses en contra de Hamas, pero sobre todo de Irán -que parece haber sido identificado por Washington como la principal amenaza regional- parece explicar por qué Donald Trump en un primer momento celebró el aislamiento de uno de sus principales aliados regionales.
"Durante mi reciente viaje a Medio Oriente dije que no se podía continuar financiando la ideología radical. Los líderes señalaron a Qatar - ¡Vean!", escribió el presidente estadounidense en Twitter.
Sin embargo, más allá de las milicias chiitas, Hamas y la Hermandad Musulmana, el problema del fundamentalismo islámico también tiene que ver con grupos como al Qaeda y sus afiliados, así como el autodenominado Estado Islámico.
Y esos son grupos de los que no se puede hablar sin mencionar a Arabia Saudita, que promueve activamente una estricta interpretación del Islam -el wahabismo- acusada de haber servido de inspiración para EI y similares.
"Ciertamente algo hay de los sauditas tratando de desviar la atención y escapar a un mayor escrutinio (de su propia relación con grupos islamistas)", le dice Freer a BBC Mundo sobre las acusaciones contra Qatar.
"Pero también hay que reconocer los esfuerzos de Arabia Saudita, por ejemplo abriendo centros contra el extremismo o endureciendo sus leyes para hacer más difícil su financiamiento", dice la experta.
Eso es algo con lo que coincide Edgard Jallad, editor del canal en lengua árabe de la BBC.
"Los sauditas claramente recalibraron su apoyo a grupos islamistas", valora Jallad.
"Uno ya no escucha hablar del apoyo saudita (a grupos islamistas) tanto como antes", le dice a BBC Mundo.
Financiamiento indirecto
Cualquier financiamiento directo a esos grupos siempre ha sido negado públicamente por Riad y al-Saud asegura que el jamás ha visto ninguna evidencia que demuestre lo contrario.
Y el investigador visitante del Centro Internacional para el estudio de la Radicalización y la Violencia Política también destaca que Arabia Saudita ha sido blanco de numerosos ataques de al Qaeda y EI, así como un importante aliado en la lucha contra ambos grupos.
En febrero del año pasado, sin embargo, un alto funcionario del ministerio del Interior saudita reconoció en una entrevista con la BBC que "su sistema financiero había sido mal utilizado".
"Había gente que estaba convencida de que estaba apoyando a los pobres, a los necesitados, mientras que unos malintencionados utilizaban ese dinero para apoyar a al Qaeda en Afganistán", admitió el mayor general Mansour Al-Turki en el programa Hard Talk.
Y para David Richards, un experto en el Golfo Pérsico de la universidad King's College de Londres, ese financiamiento indirecto sigue siendo el principal problema en la relación entre los países de la región y los grupos fundamentalistas.
"Yo puedo entender que se critique a Qatar porque no hacer lo suficiente en ese respecto, pero no son los únicos en la región. Kuwait es uno de los peores países en ese tema. Y Arabia Saudita también es bastante porosa", le dice a BBC Mundo.
"Aunque en ningún caso es porque esa sea la intención de los gobiernos de la región. Sinceramente, yo no veo ninguna intención nefasta de dar algún tipo de apoyo oficial al terrorismo islamista", asegura Richards.
¿Cambio de estrategia?
Un antiguo embajador estadounidense en Afganistán e Irak, Zalmay Khalilzad, sin embargo, sostiene que los mismos sauditas le dijeron que eso era algo que sí hacían en el pasado, pero que ya no es el caso.
Según Khalizad, durante un viaje que incluyó reuniones con el rey Salman y el príncipe Nayef, un alto funcionario saudita admitió que el reino había empezado a financiar al extremismo islámico en la década de 1960, para contrarrestar la influencia del presidente egipcio Nasser.
"Los líderes sauditas también me explicaron que su apoyo al extremismo fue una forma de resistir a la Unión Soviética, a menudo en cooperación con EE.UU., en lugares como Afganistán en la década de 1980", cuenta en un artículo publicado a finales del año pasado en el portal Político.
"Y luego fue desplegado contra los movimientos chiitas apoyados por Irán en la competencia geopolítica entre los dos países", agrega el exdiplomático.
Según Khalizad, al final Riad se dio cuenta de que el extremismo se estaba volviendo en su contra, pero no lo reconoció después de 11 de septiembre por miedo a que EE.UU. los tratara como enemigos.
Para Courtney Freer ese mismo temor es lo que efectivamente ha llevado a Arabia Saudita a redoblar sus esfuerzos por cortar sus lazos, y los de sus ciudadanos, con los grupos extremistas.
"No pueden permitirse perder el apoyo de EE.UU.", le dice Freer a BBC Mundo.
La experta de LSE, sin embargo, hace notar que eso no significa que Arabia Saudita vaya a dejar de financiar escuelas u otras misiones que promueven el wahabismo.
Y tanto ella como Richards coinciden además en que los vínculos de Qatar con cualquier grupo que pueda ser considerado extremista no responden tanto a consideraciones ideológicas como a cálculos políticos.
Lo que significa que para el gobierno qatarí -que asegura que las acusaciones en su contra son completamente infundadas- parece haber llegado la hora de reevaluarlas.
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