Argentina tiembla ante la crisis brasileña
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La dependencia del gigante suramericano es enorme y la recaída llega en un año electoral
CARLOS E. CUÉ
Buenos Aires 19 MAY 2017 - 21:31 CEST
Crisis política Brasil
El presidente Mauricio Macri y el primer mInistro de Japón, Shinzo Abe, antes del encuentro bilateral que mantuvieron en Tokio este viernes 19 de mayo. TELAM
“Cuando Brasil estornuda, Argentina tiene una pulmonía”. La frase está instalada en Buenos Aires e incluso la usa el presidente, Mauricio Macri, heredero de una fortuna con estrechas vinculaciones con Brasil ya que tuvo una pata importante en el negocio del automóvil. La crisis brasileña hace temblar la economía del vecino del sur y también la política, que vive un año electoral clave con una incipiente y aún débil recuperación que puede verse muy afectada por la inestabilidad de su gran socio comercial.
Cuando Brasil está bien, supone un 30% de las exportaciones argentinas. En los últimos tiempos se han desplomado, y justo ahora empezaban tímidamente a recuperarse.
La crisis brasileña se vive así en Argentina como un asunto de política local. Prácticamente todas las televisiones y radios prepararon programas especiales en la noche del miércoles para tratar de explicar la crisis brasileña y las consecuencias que puede tener para el país austral.
El Gobierno de Mauricio Macri, aliado clave de Michel Temer –fue el primero en felicitarlo rápidamente cuando asumió tras el impeachment de Dilma Rousseff y el primero en viajar a Brasilia para mostrarle su apoyo- trata de mantener la prudencia pero no disimula su enorme preocupación.
“Brasil es nuestro principal socio. Esto nos preocupa. Pero confiamos en que las instituciones brasileñas sepan resolver esta situación”, señaló Norberto Frigerio, ministro del Interior. Desde Japón, donde está Macri en viaje oficial, se siguen las noticias con inquietud. “Creemos que las instituciones brasileñas son lo suficientemente fuertes para manejar esta situación”, aseguró desde Tokio Susana Malcorra, la canciller.
Al Gobierno argentino le conviene que siga Temer, con quien ya ha trenzado una relación estrecha. Lo que más preocupa en Argentina es que la crisis se alargue, como sucedió con la destitución de Rousseff. “Si a Brasil le van bien es buena noticia si le va mal es un problema. Justo ahora se estaban viendo buenas señales económicas”, asegura Frigerio.
En Argentina ya se especula con todo tipo de escenarios y tanto el Gobierno como la oposición lo viven como una batalla clave que afecta a la política interna. Un regreso de Lula da Silva a la presidencia en las elecciones de 2018 sería un escenario político complicado para Macri, porque animaría a los peronistas que se están tratando de reorganizar para volver al poder. El eje Lula-Kirchner fue clave para la década dorada de la izquierda latinoamericana. El brasileño hizo varios mítines en la campaña de 2015 para apoyar al peronismo frente a Macri. Pero sobre todo hay una cuestión más de fondo. El giro latinoamericano actual, en el que, con la excepción de Ecuador, se produce un lento goteo de salidas del poder de gobiernos de izquierdas, es ideal para la consolidación de Macri como líder regional de un giro hacia políticas ortodoxas. Un cambio de tendencia en Brasil dejaría más solo al presidente argentino en un momento en el que necesita aliados.
En cualquier caso la principal preocupación inmediata es económica. La bolsa y la moneda locales empezaron a caer con las primeras noticias en el país vecino y la tendencia sigue aunque sin un hundimiento total. Argentina depende mucho de Brasil, que tuvo un superávit comercial con su vecino de 4.333 millones de dólares en 2016 y 2.515 millones en 2015, provocado por el frenazo económico. Se estima que la caída de este mercado explica al menos un punto de bajada del PIB argentino. Argentina necesita urgentemente que Brasil vuelva a crecer.
“Es una mala noticia para Argentina. Se estima que por cada punto de PBI que crece Brasil, el de Argentina crece un 0,25%. Sobre todo porque se lleva buena parte de nuestras exportaciones industriales, aunque en el total ahora solo suponga el 15%, explica Dante Sica, director de la consultora Abeceb y un especialista en las relaciones económicas entre ambos países. “Esto está demostrando la fragilidad de la recuperación de Brasil. En Argentina hay sectores muy afectados, además del automovilístico. Por ejemplo las peras y manzanas de Río Negro (una provincia de la Patagonia) casi en un 40% se exportan a Brasil. Temer ha elegido el camino de no renunciar, con lo cual es más lenta la salida. La recuperación económica será más lenta de lo esperado, las reformas clave van a quedar suspendidas, como la previsional y la laboral”, remata.
“Brasil estaba jugando muy en contra en los últimos años. Estamos exportando la mitad de autos de los que se vendían en 2013”, explica Marina Dal Poggetto, directora del estudio Bein, una de las consultoras más respetadas. “Han llegado buenos datos de Brasil del primer trimestre. Si esto dura seis siete meses va a ser un grave problema. Si lo resuelven rápido y el nuevo presidente sigue la misma línea económica no tanto. Ahora mismo hay sobrereacción del mercado”, sostiene. Dal Poggetto cree que en lo inmediato puede tener incluso alguna consecuencia positiva. El peso argentino, que está muy alto –Buenos Aires es ya de lejos la ciudad más cara de Latinoamérica- se está devaluando ligeramente arrastrado por la crisis brasileña. “Eso va a hacer respirar al banco central. El problema es si esto se alarga. Y más en año electoral. Aunque lo realmente riesgoso para Argentina es lo que pueda pasar con la economía de EEUU si siguen los problemas de Trump. Ahí hay un coctel explosivo”.
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