Optimismo idiota ¿Creían que con decir “ya crecemos” los agentes económicos se iban a calmar, o los iban a ver, como lo hacen ahora, como unos evasores de la realidad incapaces de afrontar un problema obvio?
A
l gobierno de Boluarte y
Otárola hay que entenderlos siempre al revés.
Dijeron que no habían
violado derechos humanos durante las protestas, y la
evidencia va en su contra. Luego dijeron que querían adelanto de elecciones, pero hicieron todo lo posible
por evitarlo. Después dijeron que
Boluarte colaboraría ante la Fiscalía,
pero guardó silencio y su abogado
intenta archivar el caso.
Ahora, dijeron que no había recesión, a pesar de que la había y era
hasta corroborable con cifras. Tuvieron que admitirlo.
Sin embargo, el gobierno -e n especial, el m inistro de Econom ía- lo
negó lo más que pudo, estiró la m entira como un chicle. Reprochable,
pero entendible. Lo único que tenía
el Perú para regodearse era su estabilidad económica, y decir “recesión”
es confesar no solo que se acabó,
sino que se acabó contigo. Además,
la prom esa de este gobierno era que
con ellos regresaba la estabilidad
económ ica que, ciertam ente, fuimos
perdiendo con Pedro Castillo. Pero
no llegó, y culpar de esto a Castillo es
cada vez menos creíble. Podía funcionar en enero, pero hacerlo casi
en noviembre, como lo han hecho
Alberto Otárola y Ju lio Demartini,
no solo es inefectivo sino hasta un
poco idiota.
Es cierto que m anejar protestas
-m a l- y m anejar la econom ía -m al
tam bién- son cosas distintas, pero
alguna similitud debe haber en el
manejo. A fin de cuentas, son las
mismas personas a cargo.
Una es el optimismo idiota. Las
expectativas falsas que ha tenido
el gobierno en econom ía (“ahorita
levantam os”, “ya empezamos a crecer”) han sido las que tuvo en política
al inicio de año (“son solo vándalos,
senderistas”, “no tienen propuestas,
solo quieren caos”). Es decir, m inimizar el problema y reducirlo a una
caricatura para no adm itir el problema real: la economía estaba en caída
y nadie en el Perú te quiere.
Alguien podrá decir que esto es
solam ente discurso, “narrativa”.
Que el gobierno no cree realm ente eso, sino que lo dice como parte
de su estrategia comunicacional. El
problema es que Boluarte y Otárola
han actuado como si su propio discurso fuese cierto: pasivos en econom ía y m ortalm ente represivos
con los m anifestantes. Además, ¿es
realm ente una estrategia inteligente
decir ambas cosas, cuando no son
solo falsas sino contraproducentes?
¿Creían que con decir “ya crecemos”
los agentes económicos se iban a
calmar, o los iban a ver, como lo hacen ahora, como unos evasores de
la realidad incapaces de afrontar un
problema obvio? ¿Creían que con
decirles “vándalos” la gente se iba a
alinear con ellos en defensa del orden, o los iba a ver como unos buitres agarrándose desesperados del
poder?
Otra es la cobardía. En diciembre
y enero manejaron las expectativas
de la gente con los pies, al dejar el
adelanto de elecciones en manos de
un congreso que quería quedarse a
como dé lugar. Hacer lo más sensato
-en fren tar al congreso, renunciar a
la presidencia, adelantar elecciones
como fuese, destensar al p aís- requería valentía, coraje, audacia, todo
lo que este gobierno no tiene. Más
fácil fue esconderse detrás del congreso y no pelear con él, porque los
podía dejar en la calle.
Ahora, ¿ese mismo gobierno cobarde, tim orato, asustado, tendrá
de pronto audacia y coraje para
afrontar la crisis que se le viene?
¿Este mismo gobierno que entierra
la cabeza cada que puede, que recién
admitió la recesión cuando tuvieron
que pedirle al congreso que le aprueben sus créditos suplementarios?
Varios actores económicos y
asociaciones de empresarios ahora están preocupados y pidiéndole
explicaciones al gobierno. Si no le
hubiesen dicho en enero al gobierno
“hagan lo que quieran”, ¿estaríamos
ante esto? ¿No fueron ellos mismos
los que les perm itieron todo, por
miedo, con tal de que les calmen
la calle? Dieron carta libre a unos
ineptos en lugar de ponerles lím ites.
Usaron su ineptitud en todo el aparato del Estado. Ahora los afecta a
ellos tam bién.
La salida del gobierno seguirá siendo la misma de seguro: “comunicación”. Unas entrevistas armadas, unas
fotos tontas. Parchan las deficiencias
políticas y de gestión con entrevistas,
como si la realidad se pudiese ocultar
con tres mensajes fuerza.
No lo consiguieron a inicios de
año, porque nadie quiso tom arse
una foto con ellos. Tampoco lo consiguieron a nivel internacional, porque quiso tom arse una foto con ellos
de nuevo. Y no lo conseguirán ahora
porque las fotos no sirven, y porque
nadie se tom a una foto con una proyección económ ica mal hecha
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