China deja atrás su enemistad con Japón por la guerra comercial con Trumphttps://www.abc.es/internacional/abci-china-deja-atras-enemistad-japon-guerra-comercial-trump-201810250444_noticia.html
El primer ministro nipón, Shinzo Abe, empieza este jueves una visita de tres días a Pekín para impulsar las relaciones económicas con el presidente Xi Jinping
CORRESPONSAL EN PEKÍNActualizado:
En la primera visita de Estado de un primer ministro nipón desde 2011, Shinzo Abe llega este jueves a China, donde estará hasta el sábado y se reunirá con el presidente Xi Jinping y el primer ministro, Li Keqiang. Aunque no como viaje de Estado, la última vez que Abe visitó China fue en noviembre de 2014, cuando asistió a la cumbre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) que se celebraba en Pekín. Con ambos cariacontecidos, su apretón de manos con Xi Jinping quedará como uno de los más fríos de la Historia, ya que ninguno hizo el esfuerzo de disimular su antipatía mutua. A sus espaldas arrastraban no solo la reclamación china de las islas Senkaku (o Diaoyu en mandarín), nacionalizadas por Abe en 2012, sino también las atrocidades cometidas por Japón durante la invasión de China desde 1931 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Una sangrienta historia que, para escarnio de China y otros países ocupados por Japón en esa época, Abe se atrevió a glorificar en su visita durante la Navidad de 2013 al santuario de Yasukuni, donde se honran las almas de los soldados nipones caídos en acto de servicio y, entre ellas, las de 14 criminales de guerra condenados por los tribunales de Tokio.
Cuatro años después de su última visita, Abe regresa a Pekín y el recibimiento que le dispensará Xi será muy distinto. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Para empezar, ambos parecen haber dejado atrás su enemistad histórica y la tensión territorial en torno a las Senkaku-Diaoyu. «Desde noviembre de 2014, las relaciones bilaterales han mejorado mucho y Abe y Xi parecen tener buena sintonía personal», explicaba el año pasado a ABC el profesor Akio Takahara, de la Escuela de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Tokio. En septiembre, Abe anunciaba que las relaciones con China habían vuelto «a la normalidad» y, solo un mes después, vuelve a Pekín para ver a Xi Jinping.
«Nueva trayectoria»
Pero, al margen de ese acercamiento personal, lo más importante que ha ocurrido es la llegada de Trump a la Casa Blanca. Su agresiva política le ha llevado a imponer aranceles al acero y aluminio de Japón pese a ser su principal aliado en Asia, así como a enzarzarse en una guerra comercial con China que amenaza con afectar al crecimiento global. En este agitado contexto, el primer ministro nipón llega a Pekín con una delegación de 500 grandes empresarios que celebrarán un foro con sus homólogos chinos para impulsar sus relaciones económicas bilaterales. Aprovechando que se cumplen 40 años de su Tratado de Paz y Amistad, Tokio quiere empezar una «nueva trayectoria» con el régimen de Pekín. «No queremos ver que las fricciones comerciales entre EE.UU. y China dañen el sistema internacional», reconocía a la agencia Kyodo un funcionario japonés.
Antes de emprender viaje, el propio Abe abría este miércoles la nueva sesión del Parlamento nipón prometiendo «profundizar los intercambios entre los dos pueblos a todos los niveles, desde la cooperación en los negocios hasta los deportes». Como China ya es su principal socio comercial, a Japón la preocupa que el impacto de la guerra comercial con EE.UU. merme sus exportaciones. Con proyectos de cooperación, también pretende subirse al carro de las inversiones en infraestructuras que el régimen de Pekín está llevando a cabo por todo el mundo dentro de sus «Nuevas Rutas de la Seda», apodadas «Una Franja, Una Ruta» por la propaganda oficial. Para ello, está previsto que se firmen una serie de acuerdos económicos durante la visita de Abe. Pero también tendrá que mostrarse cauto para no desairar al siempre irascible Trump, que observará con lupa su cumbre con Xi en plena controversia por su retirada del pacto nuclear con Rusia contra misiles de alcance medio, muy criticada por Pekín. En este contexto tan revuelto, China y Japón se «olvidan» de su rivalidad histórica para acercarse frente a la guerra comercial de Trump.
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