Trump en la ONU: “Puerto Rico ha quedado absolutamente arrasado”
El director de emergencias de la isla pide a la población "prepararse para por lo menos 72 horas de no tener un Gobierno funcionando"
Miami
24 horas después del paso del ojo del huracán María, Puerto Rico (3.500.000 habitantes) se encuentra con sus infraestructuras colapsadas, sin electricidad, con las telecomunicaciones bajo mínimos, decenas de miles de viviendas arruinadas, ríos desborados y bajo alerta roja aún de graves inundaciones. Donald Trump, presidente de EE UU –del que la isla es Estado Libre Asociado– la ha declarado "zona de desastre" y ha afirmado en la ONU: "Puerto Rico ha quedado absolutamente arrasado. Muy, muy golpeado". La tormenta no ha acabado y el gobierno de la isla aún no es capaz de cuantificar daños. Los distintos organismos oficiales a duras penas logran mantenerse en contacto. Los equipos de emergencia recién empiezan a recorrer el territorio. La mayoría de la población está incomunicada y muchos desesperados por saber cómo están familiares y amigos.
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El gobernador puertorriqueño Ricardo Rosselló está acompañando operativos de rescate de personas atrapadas en inundaciones. Las lluvias torrenciales no cesan y hay numerosos pueblos bajo alerta de inundaciones súbitas. Como ya se avisaba ayer, pasados los efectos directos de María –huracán de categoría 4 con vientos de más de 200 kilómetros hora; el mayor ciclón en la isla desde 1928– el gran enemigo de los puertorriqueños, ahora, es el agua. Toda la población civil está sujeta a un toque de queda hasta al menos el sábado por la tarde.
El director de Emergencias y Desastres ha pedido al pueblo "prepararse para por lo menos 72 horas de no tener un gobierno funcionando" y ha dicho que tampoco los miembros del ejecutivo no han tenido ocasión todavía de poder comunicarse con algunos de sus familiares. La destrucción de la isla es generalizada. De momento solo se ha registrado una víctima mortal pero medios locales hablan ya de media docena más aún sin confirmación oficial. EE UU ha empezado a enviar ayuda y equipos de su Guardia Nacional trabajan ya sobre el terreno. Desde Florida llegará mañana un barco con toneladas de alimentos, medicamentos y material de primer auxilio.
"María nos ha dado duro", ha dicho la alcaldesa de la capital, San Juan (390.000 habitantes), Carmen Yulín. "El San Juan y el Puerto Rico de hoy es otro. Pero vamos a reconstruirlos".
La zona sur de la isla, por donde entró con más fuerza el ciclón, se encuentra aislada. Desde allí hasta el centro de Puerto Rico, el tramo recorrido con más furia por el huracán, todo está desolado, con las carreteras cerradas y la frondosa vegetación de la isla tumbada por el machete de María. En San Juan, el aeropuerto se ha inundado y está cerrado, con daños en dos terminales. Se espera que abra mañana.
El huracán, que entró el martes en el Caribe arrasando la isla de Dominica (que ha reportado al menos 15 fallecidos) ha seguido hacia el noroeste y está azotando con categoría 3 y vientos de hasta 180 kilómetros por hora la costa oriental de República Dominicana. Se prevé que golpé también Islas Turcas y Caicos y las Bahamas, y que no afecte a Haití, Cuba ni Florida.
Trump ha afirmado que visitará Puerto Rico –sin dar fecha– y ha dicho que se asignarán fondos para su recuperación. La isla se encuentra en bancarrota con una deuda de 120.000 millones de dólares tras dos décadas de nefastas políticas de enedeudamiento público y ahora María ha venido a añadir ruina a su ruina. La única opción a corto-medio plazo a la vista para sacar a la isla del hoyo es un rescate multimillonario de Washington, lo que requeriría la voluntad del presidente y la aprobación del Congreso de EE UU.
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