BERIT KNUDSEN
Irán y Hezbollah, amenaza en América
Con terrorismo, narcotráfico y crimen organizado
La República Islámica de Irán figura en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo (SSOT, por sus siglas en inglés) como Siria, Corea del Norte y Cuba. Irán ha extendido su influencia en Medio Oriente con proxies como Hezbollah en el Líbano, chiitas en Irak, Huties en Yemen y Hamas en Gaza, fuerzas terroristas paramilitares con intereses ideológicos y religiosos que desafían los valores occidentales.
Latinoamérica atestigua la creciente presencia de Hezbollah –respaldada por Irán– con actividades ilícitas, crimen organizado y alianzas de larga data con gobiernos de izquierda. Fidel Castro apoyó al terrorismo en Oriente Medio –con milicias– desde inicios de la Revolución, organizando encuentros como la Tricontinental de Asia, África y América en 1966. Hugo Chávez estrechó relaciones con líderes como Mahmoud Ahmadinejad (Irán), Muammar Gaddafi (Libia), Bashar al-Assad (Siria) y Saddam Husseub (Irak), entre otros.
Durante la Guerra Civil Libanesa en la década de 1980, la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay se convirtió en la base donde clérigos de Hezbollah recibían apoyo financiero para operaciones de lavado de dinero, reclutamiento y capacitación.
En 1992 los ataques terroristas contra la Embajada de Israel en Argentina y en 1994 el bombardeo de la AMIA fueron atribuidos a Hezbollah, respaldado por Irán. Mohsen Rabbani, clérigo radical chií iraní, implementó la red de inteligencia argentina como diplomático, artífice del complot contra la AMIA. Hezbollah diversificó sus operaciones terroristas con atentados no convencionales como envenenamiento de un lote de carne destinado a Israel; urdido por Imad Mughniyeh.
Participan en tráfico de drogas, contrabando de armas, falsificación de dinero y piratería de software, enviando 300 a 500 millones de dólares anuales a grupos extremistas de Oriente Medio, con el apoyo de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, cárteles mexicanos y grupos guerrilleros, compartiendo el sentimiento antiestadounidense.
La conexión entre narcotraficantes del cártel mexicano Los Zetas y Hezbollah quedó expuesta con Ayman Joumaa, colombiano-libanés, acusado de enviar cargamentos de cocaína a Estados Unidos y lavado de dinero. Usaron a Lebanese Canadian Bank lavando US$ 850 millones. En 2019 Luis Almagro, secretario de la OEA, calificó a Hezbollah como una organización terrorista que, apoyada por Irán, mantiene bases de operaciones en América. Ese año Argentina declaró a Hezbollah grupo terrorista y en 2020 Colombia agregó a Hamas y la Guardia Republicana de Irán.
En 2021, agencias de seguridad de Estados Unidos, Brasil y Paraguay desmantelaron la red de tráfico de cocaína liderada por el libanés Nasser Abbas Bahmad de Hezbollah; mafia con contactos gubernamentales.
El caso del libanés Muhamad Ghaleb Hamdar, arrestado en Perú en 2014, mostró la convergencia del crimen organizado transnacional y el terrorismo. A pesar de las evidencias, posesión de explosivos, vínculos con Hezbollah y presunta planificación de actos terroristas, Hamdar fue absuelto en 2017 por supuestos errores procesales, demostrando la complejidad y peligros del sistema judicial frente a la amenaza terrorista.
En 2021 se intensifican las reuniones entre Ahmed Abdullah Qasem –asesor yemení del congreso boliviano, cercano a Evo Morales y Hezbollah–, con el régimen de Pedro Castillo, incluyendo 11 reuniones con el primer ministro; con Vladimir Cerrón y encuentros con delegaciones árabes. En 2023, Evo Morales ingresa a territorio peruano con Qasem.
Son ejemplos de las actividades ilícitas de Irán en América, con campos de entrenamiento terroristas, narcotráfico y crimen organizado amenazando nuestra seguridad con sedes en la Isla Margarita venezolana, en Bolivia y Cuba. A pesar de los arrestos y esfuerzos internacionales, Irán busca perpetrar la yihad islámica contra Estados Unidos y sus aliados.
Listar a Irán como “Estado Patrocinador del Terrorismo” y Hezbollah como terrorista es fundamental para derrotar a esta red criminal en suelo americano. El gobierno peruano y América en general deben luchar contra la corrupción, redes delictivas y terrorismo internacional como imperativo para garantizar su estabilidad y seguridad, y para proteger a nuestras naciones.
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