Cómplices en crímenes de Estado
La inoculación de la población con sustancias de mutación genética con ARN mensajero (ácido ribonucleico de seres no identificados), denominadas falsamente “vacunas contra el covid, influenza, neumonía y dengue”, continúa en el Perú, a pesar de que se han reportado millones de víctimas con enfermedades autoinmunes y fallecidos por sus graves efectos adversos en todo el mundo, y ha sido prohibida en los países que han puesto término a los protocolos anticientíficos de la OMS y a sus recomendadas falsas vacunas.
Se ha comprobado científicamente que las “vacunas ARNm” nada tienen que ver con la salud humana, y que han sido fabricadas para ocasionar la muerte programada en el tiempo, con el objetivo de reducir la población mundial e implementar un sistema de control digital de los sobrevivientes mutados y esterilizados.
A este genocidio por medio de vacunas se suma ahora la inyección de gallinas ponedoras, pavos y pollos con ARNm que denominan “vacunas contra la gripe aviar”, que el Senasa ha dispuesto se apliquen obligatoriamente, y que sin ningún escrúpulo los voceros de la élite mundial han declarado es para “vacunar”, por los alimentos, a los que se niegan a “vacunarse”.
Sorprende cómo la mayor parte de la población no entiende que aplicarse el ácido ribonucleico de las células de un ser extraño provocará la mutación de sus propios genes, y que una intencional mutación genética no tiene nada que ver con impedir la infección por un virus, parece que no entendieron su clase de “La Célula” de 4to de Primaria, porque siguen acercándose a inocularse las inyecciones de la muerte, y no han dicho nada sobre la “vacunación” obligatoria de las aves de corral que las volverán mutantes y producirán desde sus huevos transgénicos: daños irreparables a la salud y vida de la población.
Es evidente que lo que buscan los promotores de estas falsas vacunas no sólo es el enriquecimiento ilícito por medio de la corrupción de los gobiernos, sino la destrucción de los pueblos en que tienen intereses de dominación económica y, por ende, política.
Lo extraño es que todas las instituciones oficiales llamadas a investigar, denunciar, juzgar e impedir estos crímenes de Estado, no sólo no lo están haciendo, sino que demuestran una inocultable complicidad con el sistema de corrupción internacional y nacional que está detrás de estos execrables crímenes de lesa humanidad.
El tiempo que tenían para imponer el Nuevo Orden Mundial se acabó, y la nueva Corte Penal Internacional juzgará y condenará a todos los culpables.
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