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miércoles, 26 de febrero de 2020

¿Por qué sistemas Patriot de Riad no pueden con misiles yemeníes?

  • Una batería de sistema de defensa antimisiles Patriot, de fabricación estadounidense, desplegada en las inmediaciones de un sitio estratégico de Arabia Saudí.
Publicada: miércoles, 26 de febrero de 2020 13:03
Actualizada: miércoles, 26 de febrero de 2020 13:30
¿Por qué el sistema de defensa antimisiles Patriot de EE.UU. entregado a Arabia Saudí es incapaz de contrarrestar a drones y misiles del Ejército de Yemen?
Desde un tiempo atrás se viene registrando una serie de ataques de represalia con aviones no tripulados (drones) y misiles balísticos de cualquier rango de alcance por parte del Ejército y el movimiento popular Ansarolá de Yemen contra las instalaciones estratégicas y petroquímicas de Arabia Saudí.
Estos ataques aéreos están comprendidos dentro de la gran ofensiva militar que las fuerzas yemeníes vienen realizando en represalia a las continuas e indiscriminadas agresiones de una coalición liderada por Arabia Saudí que desde marzo de 2015 agrede al pueblo yemení con el beneplácito de los países occidentales, encabezado por Estados Unidos.
Las naciones occidentales, como es el caso de EE.UU. y el Reino Unido, han estado haciendo caja al proporcionar sus armas más avanzadas al reino saudí para que las pudiera utilizar sin ningún impedimento contra los objetivos de las fuerzas del Ejército y el movimiento popular Ansarolá de Yemen y, de paso, como quien no quiere la cosa, contra los blancos civiles, es decir, las ciudades y aldeas yemeníes, ignorando por completo los protocolos del Convenio de Ginebra que prohíbe expresamente a la partes enfrentadas extender el conflicto armado a las zonas urbanas.
Los jugosos contratos millonarios del suministro de armas y equipamiento militar a Arabia Saudí han aportado unos beneficios estratosféricos por valor de 8100 millones de dólares a la industria armamentística de Estados Unidos.

Como ejemplo de estas adquisiciones saudíes se puede destacar la compra de misiles anti-tanque por valor de 670 millones de dólares, repuestos de vehículos de combate Bradley y blindados por 300 millones, sistemas de armamento de proximidad (CIWS, por sus siglas en inglés), sistemas de radar Sentinel o MK-15 Phalanx, utilizado en la Fuerza Naval saudí por valor de 400 millones y una decena de sistemas de defensa THAAD (sistema de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud), al igual que sistemas de misiles Patriot, valorados cada uno en tres millones de dólares, entre otras armas.
Por su parte, los británicos han estado lucrándose por la venta de armas por unos 7400 millones de dólares a Riad y sus aliados, equipándoles, entre otras cosas, con aviones Panavia Tornado y Eurofighter Typhoon.
Con todo este respaldo occidental a los países agresores contra Yemen, y la pasividad pasmosa de la comunidad internacional ante los reiterados reclamos de las autoridades yemeníes de que el mundo dejara de condenar estas agresiones con simples y vacías declaraciones y, en su lugar, hiciera algo efectivo para que pusiera fin a los constantes bombardeos de la coalición liderada por Arabia Saudí sobre su población, a los yemeníes no les quedó más remedio que hacer uso de los drones y misiles balísticos en su poder para lanzar ataques aéreos contra los sitios estratégicos aeroportuarios y petrolíferos del reino árabe, eso sí, con previo aviso, ya que el Ejército yemení ha venido advirtiendo a Riad de que si no detenía sus ataques indiscriminados tendría que hacer frente a una dura campaña aérea proveniente de su vecino sureño.
De allí que, las instalaciones de la estatal petrolera saudí Aramco, entre otros blancos sensibles en el suelo del reino, empezaron a ser objetivos de duros ataques aéreos de los drones y misiles yemeníes a partir de mayo de 2019, luego de que Riad desoyera las reiteradas advertencias del Ejército y el movimiento popular Ansarolá de Yemen.
Estos bombardeos dejaron en evidencia que los costosos sistemas de defensa antimisiles Patriot, vendidos por EE.UU., no eran nada efectivos ante los ataques misilísticos y drones de Yemen y, ante esta realidad, surgieron dudas entre algunas autoridades saudíes sobre el hecho de gastar tanto dinero en compra de unas armas estadounidenses que no eran en absoluto útiles para el propósito que se había destinado. Obviamente, toda voz díscola y discrepante aparecida en la corte de los Al Saud respecto a la mencionada política errónea de Riad fue rápidamente reprimida y eliminada por el séquito del príncipe heredero a la corona saudí, Muhamad bin Salman.

La ineficacia demostrada de los Patriot para proteger los lugares estratégicos del reino árabe puso en alerta a los propios estadounidenses que, por temor a que otros clientes habituales de este sistema de antimisiles de EE.UU. se lo pensaran dos veces antes de encargar más pedidos, abrieron una serie de líneas de investigación para descubrir las razones que condujeron a tales fallos operativos.
A partir de las pruebas halladas en el campo, los investigadores descubrieron que los saudíes para proteger sus instalaciones estratégicas aeroportuarias y petroleras habían desplegados sistemas de misiles de Capacidad Avanzada Patriot-2 (PAC-2, según sus siglas en inglés), adquiridos en la década de los 80 a Estados Unidos, y, por su parte, el Ejército yemení había empleado contra los objetivos saudíes misiles balísticos de largo alcance denominados Barkan-1 (Volcano-1) con rango de hasta 800 km.
Los expertos llegaron a la conclusión de que los misiles utilizados por la parte yemení habían sido diseñados para detonarse en varias fases, es decir, las ojivas de estos cohetes se separaban del cuerpo principal del misil mientras se aproximaban al blanco fijado y, de este modo, su intercepción por sistemas de defensa antimisiles era casi imposible.
Así pues, quedó claro que los saudíes para disminuir los elevados costes de guerra habían recurrido a un tipo de sistema de antimisiles Patriot aptos para contrarrestar los misiles balísticos de corto y mediano alcance y no preparados para neutralizar los cohetes de largo rango. De todas formas, los informes aclaran que aun en el caso de que los yemeníes hubieran lanzado misiles de corto o mediano radio a objetivos más cercanos en el suelo saudí, los Patriot tampoco hubieran podido hacer mucho para evitar sus impactos sobre los blancos, puesto que los cohetes yemeníes al volar a una menor velocidad y baja altura serían muy difíciles de ser interceptados.
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En cuanto al poder efectivo de los drones yemeníes, los investigadores resolvieron que esta coyuntura se da porque estos aparatos no tripulados vuelan en muchas ocasiones por debajo del ámbito de superficie de la detección de los radares de los saudíes.
Así pues, los mandos estadounidenses desconcertados ante tal revelación no han tenido más remedio que reconocer que una de sus armas más avanzadas a nivel tecnológico no es tal como venían promocionando y vendiendo a su clientela internacional.
En esta tesitura, el comandante de las Fuerzas Aéreas estadounidenses en Europa, el General Tod D. Wolters, llegó a afirmar en unas declaraciones recientes ante el Senado de EE.UU. que el sistema Patriot necesita ser mejorado después de ver su ineficacia para proteger los sitios claves de Arabia Saudí.

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