La recesión no es segura, pero los focos apuntan a la segunda mitad de 2020 (fue escrito una semana antes que le de la pataleta al presidente Trump)
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España y la UE, los más expuestos por su dependencia de exportaciones
El 'dopaje' financiero del BCE y de la Fed amortiguará la desacelaración
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Foto: Dreamstime
Eduardo Ortega Socorro
Carmen Obregón
8:25 - 17/08/2019
Durante los últimos días, tras el anuncio de la contracción del PIB de Alemania -con su consecuente impacto en Europa-, las palabras más repetidas en el mundo de la economía han sido el de la recesión global. Pero, ¿es cierto que la desaceleración y la caída de las previsiones pueden resucitar este fantasma al mismo nivel que en 2009? No del todo, y menos a corto plazo. El grupo de expertos consultados por elEconomista admite los focos de alarma, pero también que de llegar un retroceso económico no lo hará hasta la segunda mitad de 2020. Con todo, también se asume que el frenazo será inevitable, sobre todo una vez que haya pasado el efecto amortiguador del dopaje financiero del Banco Central Europeo (BCE) y el de la Reserva Federal.
Todo ello a pesar de que el órgano europeo pondrá en marcha en septiembre medidas como bajar más los tipos de interés, recuperar las compras de deuda y adquirir bonos. Con todo, Miguel Ángel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), ve poca solución en ellas. "Al BCE le quedan muy poquitas balas. A la Fed le quedan más, pero no muchas", opina.
Para Bernal, la acentuación de la desaceleración y el advenimiento de una posible recesión global -que cree que hay un 20% de posibilidades de que se produzca en la segunda mitad de 2019- se debería a problemas que son "más políticos que económicos", que es lo que considera está dinamitando las relaciones comerciales internacionales: la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China -con la UE en un rol secundario- y las incertidumbres ante un Brexit duro que se puede producir el 31 de octubre
"Los datos del verano están siendo mucho peores que los de la primavera. El tercer trimestre de la economía mundial va a ser bastante peor que el segundo. La cosa se está agravando", argumenta por su parte el economista Carlos Díez. "En el caso europeo, los datos de Alemania son muy malos. La producción de automóviles de julio está en el nivel más bajo desde 2009. El gran motor alemán se ha parado.". De hecho, considera que en julio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) va tener que hacer una considerable rebaja de las perspectivas de Europa y de otras economías "importantes", revisiones a la baja que incluirán a España.
Una economía inflada
La caída de los intercambios comerciales tiene mucho que ver con la crisis alemana y la desaceleración europea, debido a la dependencia del Viejo Continente de las exportaciones. "Recesión y contracción del comercio mundial, que es el principal motor de la economía, ya las hay", opina Díez. "Eso ya está activado". Con todo, matiza que "una recesión mundial con un PIB contractivo global -que es muy difícil, fundamentalmente porque Asia sigue creciendo- como la de 2009, no parece que vaya a llegar, pero el frenazo está siendo muy intenso". Recuerda que para ello también tendría que haber una crisis financiera "muy, muy intensa" en los mercados, algo que parece que no se está produciendo, con las bolsas estadounidenses en máximos.
No lo entiende así Antonio Pedraza, miembro del Consejo Andaluz y del General de Colegios de Economistas. Para este experto, en líneas generales, "la economía está inflada, los valores no son reales, las bolsas tienen una exuberancia irracional, y ese es el caso de la bolsa americana, donde suben básicamente cuatro empresas tecnológicas".
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Por tanto, sustancia Pedraza, la recesión se acercará "en 15 o 20 meses". "Hoy podemos hablar de una desaceleración constatada, con el riesgo de ser pronunciada".
Observa Pedraza que en el efecto de los bonos de EEUU se comprueba "un retraso de 15 o 20 meses más de lo anunciado, distinguiendo no obstante que, hay presión compradora a largo plazo para que se mantenga la rentabilidad, pero en el corto plazo es menos".
Pero es que además, "existen otras circunstancias homogéneas, Brexit, relaciones comerciales EEUU-China, proteccionismo de Donald Trump, petróleo, América o el bajo crecimiento del gigante asiático, que crece a la mitad". Y todo ello sin dejar atrás el precio de los bonos en la UE, "lo que está produciendo el miedo de los inversores". "En la actualidad -ahonda-, el bono a 10 años está a punto de rentabilidades negativas, mientras se benefician el franco suizo o el yen de Japón".
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En el caso de Estados Unidos, en opinión de Pedraza, es el propio "Trump quien está presionando sobre la Reserva Federal", una institución que no es neutral.
Para el consultor y analista de mercados, Javier Santacruz, "tiene toda la pinta" de que estamos ante una recesión mundial. La duda está en si las señales han llegado antes de la cuenta, pues parece que lo lógico es que nos quede un año de crecimiento y la recesión llegue sobre los dos últimos trimestres de 2020.
¿Una guerra irreal?
"La inversión de la curva de interés en EEUU es un indicador que enciende las alarmas", sostiene. No en vano, la economía funciona por ciclos, y Estados Unidos lleva un crecimiento en positivo desde 2009. No obstante, Santacruz piensa que la guerra comercial de Estados Unidos con China acabará en un acuerdo, cuando lleguen las elecciones y Trump se vuelva a presentar.
Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, mantiene que la guerra comercial entre Estados Unidos y China, no es tal. "Llevamos así desde 2001", señala. Pero lo que es cierto es que existe "una profunda desaceleración de los datos en un entorno de estimulo brutal", dice. Solo a nivel mundial, "hemos dejado de crecer un 30%".
"En cuanto a Europa, el problema está en su actitud supremacista y expectante", apunta. "La economía europea ha disfrazado sus problemas estructurales con exportaciones y la bajada de los tipos de interés. Pero no tenemos resortes. No los tuvimos con el plan Juncker y no los tuvimos con el plan de 2009. Por eso ahora tenemos que ser cautelosos. No podemos penalizar la alta productividad y subvencionar la baja productividad", sostiene.
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