Los sondeos muestran al peronismo recuperando el poder en Argentina
La recesión, la inflación disparada y el creciente desempleo pesan más que cualquier promesa
- Elecciones. Argentina vota con miedo a otro 'lunes negro'
El peronismo recuperó este domingo el poder en Argentina, según coinciden en señalar los sondeos difundidos por los medios de comunicación del país. Así, si los resultados oficiales lo confirman, Alberto Fernández será el nuevo presidente a partir del 10 de diciembre y Cristina Fernández de Kirchner regresará a la Casa Rosada, esta vez como vicepresidenta. La tercera economía sudamericana pondría así fin a los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, un social-liberal que buscó modificar profundamente al país y terminó estrellándose precisamente contra el principal problema estructural de la economía del país: la incontrolable inflación.
Según los primeros datos, no oficiales, Fernández-Fernández evitaron el ballotage al lograr la diferencia necesaria con la fórmula de Macri y Miguel Ángel Pichetto, hasta hace seis meses portavoz del grupo peronista en el Senado y hoy furibundo antikirchnerista.
"¡Alberto presidente!", corearon entusiasmados un grupo de dirigentes, los más cercanos al nuevo presidente, una vez que la votación se cerró a las seis de la tarde. Fernández, acompañado de Fabiola Yáñez, su pareja, sonreía abrumado mientras iba abrazando uno a uno a sus amigos, con los que se reunió en una sala del edificio en el que vive en Puerto Madero, el barrio más caro de Buenos Aires.
Según el canal de noticias TN, entre quienes esperan saludar en el 'bunker' del peronismo al nuevo presidente argentino se cuenta José Luis Rodríguez Zapatero, ex presidente del gobierno español, quien dijo que brindó "con un poquito de champagne" el día de la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco.
Fernández puede ser quien "lidere un proyecto, un discurso y una acción de unidad latinoamericana que supere los muchos fiascos que ha habido de uniones parciales que ha habido, estará ayudando a la propia credibilidad de Argentina", según Zapatero. También aprovechó para acusar a Macri de haber "olvidado a España". "Es curioso, (Macri) tenía una devoción norteamericana, pero no hizo una tarea de acercarse a España como un factor de cercanía natural por los intereses comunes, por la historia", dijo el ex jefe de gobierno.
Los 34 millones de argentinos habilitados para votar lo hicieron sin engañarse: saben que lo que se viene es muy complejo. Curtidos en crisis -el país sufre una de envergadura más o menos cada década-, no se dejan engañar: los candidatos podrán haberles prometido un nuevo tiempo, pero son bien conscientes de que lo que se escuchó en una campaña electoral no se debe tomar en serio. La recesión, la inflación disparada y el creciente desempleo pesan más que cualquier promesa.
Esos votantes son los mismos que el viernes pasado buscaron retirar de los cajeros automáticos la mayor cantidad de pesos posibles para cambiarlos a dólares ante la temida megadevaluación que podría llegar este lunes. El recuerdo de la depreciación del peso tras las primarias del 11 de agosto que le dieron un abrumador triunfo al peronista Fernández -49 a 33%- está bien presente: un 23%o en pocos minutos. ¿Volverá a suceder? No pocas empresas adelantaron para el viernes 24 de este mes el pago del sueldo mensual, porque empleadores y empleados temían -temen- que ese salario perdiera valor el lunes. Con la renegociación de la deuda con el FMI como inevitable horizonte, los días previos a las elecciones el peso siguió perdiendo valor y el diario 'El Cronista' destacó que, a este ritmo de compra de dólares por parte de los particulares, el Banco Central se quedará sin divisas suficientes antes de que se inicie el nuevo período presidencial.
"No va a pasar nada", dijo esta semana el analista económico Willy Kohan. "Macri ya hizo lo que el mercado temía: cepo (restricciones a la compra) del dólar, devaluación, medidas populistas". Augusto Darges, consejero delegado de la consultora Silver Cloud, dijo a EL MUNDO que ve peligros según lo que suceda en la larga noche electoral del domingo: "Si este domingo por la noche los dos principales candidatos no dan un mensaje de moderación y colaboración, la situación de aquí al 10 de diciembre va a ser aún más compleja".
Pese a que sus segundas líneas han venido teniendo un contacto constante para evitar que la situación económica se desmadre, la mala relación personal entre Macri y Fernández echa sombras sobre la transición que se abre: los números de la economía son delicados, y Macri necesitaría el apoyo de la oposición peronista. Todo podría comenzar por algo tan elemental como hablarse por teléfono y felicitar al ganador una vez confirmados los resultados de a elección. ¿Y después?
"No descarto una foto conjunta de Macri y Fernández el lunes", dijo a EL MUNDO Ignacio Zuleta, analista político del diario 'Clarín'. ¿Y los cuatro próximos años? ¿Qué pueden ofrecer? "El país y la región de 2019 no son los mismos de 2015. Todo está envuelto en un manto de incertidumbre", destacó a EL MUNDO Mariano Vila, director general de Llorente y Cuenca en Argentina. "La Argentina de 2020 recién la vamos a conocer en marzo, abril. Argentina necesita recuperar confianza política, además de crédito. Hay que ver primero quién queda como líder de la oposición para trabajar con ellos".
Darges se dice optimista, básicamente porque prácticamente todos los caminos están cerrados para hacer experimentos en la economía argentina: "Soy optimista. No se puede financiar el déficit ni con emisión monetaria ni con deuda. Estamos en situación límite y hay que hacer un programa integral en serio. Además, cualquiera que gane tendrá una fuerte oposición que limite, y ello es bueno en cualquier democracia. Creo que desde que arribó la democracia en 1983 no hemos vivido igual situación. Los desafíos inmediatos no cambian, gane quién gane: hay que estabilizar el tipo de cambio para así comenzar las negociaciones con el FMI y demás acreedores de deuda".
Más allá de la pelea por la presidencia del país, este domingo puso en juego también la mitad de las bancas en la Cámara de Diputados. Y ahí hay un dato prometedor: no se avizora mayoría absoluta para ningún grupo político. La realidad, entonces, obligará a negociar. A hablar, a acordar, uno de los grandes déficits de la política argentina, y que es lo que la Unión Cívica Radical (UCR), socia de la coalición oficialista Juntos por el Cambio, vino intentando promover sin éxito. El radicalismo apuntaló a Macri, sobre todo en el Parlamento, sin dejar de expresarle sus desacuerdos y críticas en privado, y a veces en público. Macri no los escuchó demasiado, incuso los despreció en privado, pero en el final debió admitir que la construcción política de un partido con casi 130 años de historia fue un activo que debió tomar más en cuenta.
Las elecciones ponen también en juego la estratégica provincia de Buenos Aires, escenario en las primarias de agosto de un resultado que llamó la atención: Axel Kicillof, el polémico último ministro de Economía de Cristina Kirchner, ganó por 49 a 32 sobre Maria Eugenia Vidal, popular figura de la política argentina y, hasta pocas semanas antes, señalada insistentemente por no pocos analistas como una opción muy superior a la de Macri para luchar por la presidencia. En la provincia, que concentra el 38% de los votos del país, no hay ballotage: gana el que suma un voto más que el rival. Y nada hace pensar que no vaya a ser Kicillof.
Diferente es la situación en la ciudad de Buenos Aires, que todo indica que seguirá en manos de Horacio Rodríguez Larreta, del partido de Macri. La meta de Larreta es superar hoy el 50% para evitar un ballotage con Matías Lammens, presidente del club de fútbol San Lorenzo de Almagro, uno de los cinco grandes del país, y candidato del heterogéneo arco kirchnerista-peronista. Larreta es un serio aspirante a buscar la presidencia en 2023, y en eso ha venido trabajando toda su vida. Pero antes hay que llegar a 2020. Y superar sin heridas el lunes.
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