Artur Mas se venga de la CUP
La indignación de la CUP va en aumento desde el martes. Los antisistema, acostumbrados a salirse con la suya en todos los momentos clave del procés, vieron cómo Carles Puigdemont cambiaba a última hora de discurso y no declaraba explícitamente la independencia de Cataluña, sino que «asumía» los resultados del referéndum del 1 de octubre y dejaba «en suspenso» su aplicación.
Los dirigentes de la CUP ven una sombra detrás de esa decisión: la de Artur Mas, el presidente catalán al que ellos mismos se jactaron de haberlo descabalgado después de las elecciones plebiscitarias de 2015.
Mas ha aparecido en los últimos días en todos los escenarios críticos de la crisis catalana. Acompañó el lunes a Puigdemont hasta la noche en el Palau de la Generalitat, y también fue la persona con la que el president abandonó el hemiciclo después de pronunciar su discurso. Pero, sobre todo, Mas participó en la reunión que provocó que la sesión del martes se suspendiera durante una hora; allí se vio de nuevo las caras con diputados de la CUP, entre ellos con Benet Salellas, el que presumió de haberlo enviado «a la papelera de la Historia».
La CUP creía, porque así lo había negociado con Puigdemont, que el presidente de la Generalitat iba a leer en el pleno la declaración de independencia solemne que después del Pleno del martes firmaron, de tapadillo y con nulos efectos legales, todos los diputados independentistas. Los antisistema amenazaron enseguida con abandonar el Parlament, y ayer ese enfado seguía en aumento. El enojo es con Mas y el PDeCAT, pero también con ERC: algunos cargos de la CUP sospechan que existen contactos para apartarlos del protagonismo que han tenido hasta ahora en el procés.
Los antisistema se volvieron ayer herméticos de cara al exterior, a la espera de que, como partido asambleario que son, sus bases discutan qué hay que hacer ahora. Salellas fue uno de los pocos que expresó en TV3 el sentir general de que el martes el soberanismo perdió una oportunidad única, quizás irrepetible. «Sin la declaración de independencia no podemos dialogar de igual a igual», sostuvo. Tras el anuncio de que se ponía en marcha la aplicación del artículo 155 de la Constitución, el ambiente dentro del partido era de funeral.
Arran, la organización juvenil más influyente de la CUP, ya afirmó durante el pleno que Puigdemont había cometido «una traición inadmisible» al «frenar el mandato popular claro y rotundo del referéndum». Ayer emitieron un comunicado en el que insistían en que es «un error» no establecer plazos en la suspensión de la declaración de la independencia -ellos han dado un mes- y en el que llamaban a volver a la calle. Los antisistema se sienten engañados por el establishment. Y creen que la vuelta de Mas al primer plano confirma sus peores augurios.
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