Siria en el tablero regional: la apuesta iraní ante las nuevas amenazas.....es un análisis.
La alianza entre Irán y Siria, forjada en un escenario de tensiones regionales y rivalidades sectarias, se ha consolidado como una de las más firmes en Asia Occidental.
Por: Xavier Villar
Este vínculo estratégico, que combina intereses políticos, militares y geopolíticos, ha permitido a ambos países resistir presiones externas y afirmar su influencia en una región profundamente fragmentada.
Desde sus inicios, esta relación ha sido mucho más que un acuerdo de conveniencia. Durante la guerra Irán-Irak (1980-1988), Damasco desempeñó un papel clave como aliado estratégico de Teherán, proporcionando armamento y sirviendo de enlace con el mundo árabe en un periodo marcado por el aislamiento iraní. En los años siguientes, esta cooperación se expandió hacia otros ámbitos, reforzando la alianza mediante iniciativas conjuntas en seguridad, inteligencia y apoyo mutuo frente a adversarios comunes.
El eje Teherán-Damasco, cimentado tras la Revolución Islámica de 1979, encontró un nuevo pilar en su relación con Hezbolá, el grupo chií libanés que se convirtió en un aliado indispensable para ambos. Siria, en este esquema, se transformó en un corredor estratégico para el envío de armas y recursos a Hezbolá, fortaleciendo así la capacidad de proyección de poder de Irán en el Levante y su posición en el tablero geopolítico regional.
En la última década, marcada por la guerra en Siria, esta alianza ha sido crucial para la supervivencia del Gobierno de Bashar al-Asad. La intervención militar iraní, junto con la de Rusia, ayudó a revertir el curso del conflicto en favor del Gobierno sirio, mientras que Damasco se convirtió en un símbolo del Eje de Resistencia frente a Estados Unidos, Israel y sus aliados en la región. Ahora, con nuevos desafíos en el horizonte, Teherán y Damasco vuelven a coordinarse frente a lo que describen como una “nueva conspiración” diseñada por sus tradicionales adversarios.
En este sentido, la tregua alcanzada recientemente entre Hezbolá e Israel en el sur del Líbano ha sido aprovechada para reconfigurar frentes en otros escenarios clave del conflicto en Oriente Próximo (Asia Occidental). En Siria, grupos armados respaldados por Turquía lanzaron una ofensiva sorpresa contra posiciones gubernamentales en la provincia de Alepo, desencadenando una nueva ola de violencia en una de las regiones más disputadas del país.
La operación, que incluyó apoyo logístico y aéreo turco, permitió a los rebeldes tomar el control de varias aldeas y localidades estratégicas en el centro de Alepo. Los enfrentamientos, que se prolongaron durante varios días, dejaron un saldo de decenas de muertos y heridos en ambos bandos, además de provocar un importante desplazamiento de civiles que huían de las zonas afectadas. La ofensiva amenaza con desestabilizar aún más un territorio ya fracturado tras más de una década de guerra.
La participación de Turquía en estos ataques no ha pasado desapercibida. Según analistas iraníes, los movimientos militares en Alepo podrían estar vinculados a una coordinación tácita entre Ankara e Israel, cuyo objetivo sería debilitar al Gobierno de Bashar al-Asad y dificultar las operaciones logísticas que conectan a Siria con Hezbolá en el Líbano. Esta hipótesis gana fuerza en un contexto en el que ambos países comparten intereses estratégicos en contrarrestar la influencia iraní en la región.
Desde la perspectiva de la República Islámica de Irán, cualquier intento de “desconexión” entre Siria y Hezbolá representa una amenaza estratégica de gran envergadura, vista como un avance directo de los intereses israelíes en la región. La capacidad de mantener un corredor terrestre que conecte a Teherán con Beirut, pasando por Damasco, es crucial para el Eje de Resistencia que lidera Irán, tanto en términos logísticos como geopolíticos.
Analistas iraníes interpretan la reciente operación de los grupos armados respaldados por Turquía en el norte de Siria como un movimiento calculado para debilitar este corredor estratégico. En un momento en que Rusia, el principal aliado militar de Bashar al-Asad, está distraída por su guerra en Ucrania, y Hezbolá concentra sus esfuerzos en el Líbano frente a Israel, las fuerzas yihadistas han encontrado una ventana de oportunidad para intensificar sus ataques en territorio sirio.
La desconexión entre Damasco y Hezbolá supondría un golpe significativo para Irán, limitando su capacidad de proyectar influencia y socavando su estrategia de apoyo a grupos aliados en la región. Para Israel, en cambio, este escenario reforzaría su seguridad estratégica, reduciendo la capacidad de Hezbolá para recibir suministros militares y apoyo operativo desde Siria.
En este contexto, Teherán observa con preocupación los movimientos de Ankara, cuyo respaldo a las fuerzas rebeldes en Siria se interpreta como una pieza más en un juego más amplio que podría estar coordinado con Israel.
La operación militar turca, bautizada como Disuasión de la agresión, ha puesto de manifiesto las complejas dinámicas que atraviesan el conflicto en Siria. Según fuentes iraníes, esta ofensiva, facilitada por el respaldo tácito de Ankara, busca presionar a Bashar al-Asad para que acceda a dialogar en términos favorables a Turquía, después de que el mandatario sirio condicionara cualquier negociación al retiro completo de las tropas turcas del norte de Siria.
La estrategia de Turquía parece responder a múltiples objetivos: la creación de una zona de amortiguamiento que garantice su seguridad frente a la guerra civil siria y, al mismo tiempo, frene la expansión de las milicias kurdas, consideradas por Ankara como una extensión del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), un grupo catalogado como terrorista por Turquía. La ofensiva turca, aunque presentada como una medida defensiva, redibuja los límites del control territorial en la región y complica aún más el frágil equilibrio de poder en Siria.
Mientras tanto, Moscú, tradicional aliado de Damasco, ha adoptado una postura más calculada ante los enfrentamientos en Alepo. Fuentes cercanas al Kremlin aseguran que Rusia ha optado por retrasar una intervención militar directa, priorizando sus recursos y esfuerzos en Ucrania. Sin embargo, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, no ha dudado en condenar la operación turca, calificándola de “violación de la soberanía siria”. A pesar de estas declaraciones, las fuerzas rusas han mantenido una relativa contención en la zona, limitándose a expresiones diplomáticas de apoyo al Gobierno de Al-Asad
Irán observa con creciente inquietud los últimos acontecimientos en Siria, un país cuya estabilidad considera crucial para mantener su influencia regional. En respuesta a los recientes avances de grupos rebeldes respaldados por Turquía en la región de Alepo, milicias aliadas de Irán, incluidas fuerzas iraquíes, han comenzado a concentrarse en las afueras de esta estratégica ciudad. Este despliegue, según fuentes locales, sería el preludio de una contraofensiva destinada a frenar el avance rebelde y asegurar la permanencia de Siria en el Eje de Resistencia liderado por Teherán.
En paralelo, se especula con una mayor coordinación entre Irán y las autoridades iraquíes para facilitar el uso del espacio aéreo de Irak en operaciones contra grupos yihadistas vinculados a Turquía. Este movimiento subraya la importancia que Irán concede al conflicto sirio, especialmente en un momento en que las dinámicas regionales están en proceso de reconfiguración y el segundo mandato de Donald Trump, considerado hostil hacia Teherán, se perfila en el horizonte.
El presidente del Parlamento iraní, Mohamad Baqer Qalibaf, reforzó esta narrativa al reiterar el compromiso de Teherán con la lucha de Siria contra el yihadismo. En una publicación en su cuenta de X, Qalibaf denunció los ataques recientes como parte de un “complot de Estados Unidos y del régimen sionista ilegítimo”, al tiempo que prometió apoyo continuo al gobierno y al pueblo sirios.
“Tras derrotar al régimen sionista, la República Islámica de Irán y el Eje de Resistencia respaldarán a Siria frente a esta nueva conspiración, como lo han hecho en el pasado”, afirmó el político iraní.
La postura de Irán refleja no solo su interés en frenar la expansión de grupos respaldados por Turquía, sino también su determinación de contrarrestar los intentos de desestabilizar el corredor estratégico que conecta Teherán con el Líbano a través de Siria. En este sentido, los movimientos de Teherán son una clara señal de que no está dispuesto a ceder terreno en un conflicto que define su posición en la región.
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