¿Qué perseguía canciller alemán en visitas a Brasil, Argentina y Chile?
La visita del canciller alemán, Olaf Scholz, a Brasil, Argentina y Chile, tenía dos objetivos claros, uno en torno del conflicto en Ucrania y el otro reforzar lazos con Latinoamérica.
Por un lado, intentar que estos tres países se involucrasen, política y militarmente, en el conflicto ucraniano, y por otro, crear un contrapeso regional a la creciente presencia china en América Latina.
El primer punto de la agenda, el apoyo a Ucrania, no tuvo los resultados deseados por parte alemana. Es más, se podría calificar de fracaso absoluto. A pesar de que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva condenase enfáticamente la "violación rusa de la integridad territorial ucraniana", también dejó muy claro, en una comparecencia conjunta con el canciller alemán, que Brasil no estaba dispuesto a enviar armas a Ucrania, tal y como le había pedido Alemania. En esa misma comparecencia conjunta -calificada de tensa por varios medios -, Lula añadió que Ucrania no estaba buscando la paz de manera activa y que su país estaba dispuesto a trabajar con otros países -Indonesia y China, entre otros-, para intentar lograr una solución diplomática al actual conflicto. El presidente brasileño criticó, también, la inacción de Occidente y en concreto la ausencia de una estrategia de mediación que pusiese fin al conflicto.
Varios medios vieron en esta actitud de Lula, más allá de las palabras de rechazo a la "invasión rusa", una negativa política a formar parte de la respuesta occidental al conflicto. Esos mismos medios vieron en las palabras de Lula una afrenta directa a Occidente. Lula declaró que "las razones del conflicto no están suficientemente claras aún", y apuntó a que esas razones podrían estar bien en la actitud de la OTAN, bien en reivindicaciones territoriales. Lo que Lula parecía querer decir es que la narrativa del conflicto defendida por Occidente es una parte interesada del ese mismo conflicto y que no debe tomarse como la única narrativa posible.
La visión de Lula es una visión que comparten varios de los países del llamado sur global, entre ellos la República Islámica. A pesar de reiterar en numerosas ocasiones que el conflicto en Ucrania debe resolverse mediante una negociación diplomática, Irán como Brasil entienden que las instituciones internacionales, en concreto la ONU y su Consejo de Seguridad, deben ser capaces de hablar en otro lenguaje político, un lenguaje que permita acomodar visiones políticas distintas a la hegemónica. Más allá del conflicto de Ucraniana lo que se está criticando es el llamado lenguaje liberal que funciona como lenguaje universal y único, cerrando el campo político a cualquier lenguaje que no comparta sus bases ideológicas.
Las reuniones con los presidentes de Chile, Gabriel Boric, y de Argentina, Alberto Fernández, tampoco fueron un éxito en el tema del apoyo a Ucrania. Si bien ambos presidentes condenaron de manera rotunda la "invasión Rusa de Ucrania", ninguno de los dos aceptó mandar armamento.
Es cierto que Boric se comprometió a ayudar de forma activa en la reconstrucción ucraniana una vez termine el conflicto -se especula con que Chile podría ayudar al desminado del país-. Por su parte Alberto Fernández, en rueda de prensa, declaró que "ni Argentina ni América Latina están pensando en enviar armas a Ucrania".
Podemos, por tanto, señalar que la visita de Scholz fue un fracaso absoluto a la hora de conseguir apoyos para la estrategia Europea en Ucrania. Para varios expertos iraníes este fracaso sirve para problematizar la categoría de "comunidad internacional". La idea de "comunidad internacional" es vista desde la República Islámica, así como desde el resto del sur global, como un significante más dentro de una cadena de equivalencia cuyo punto nodal es Occidente. Es por esa razón por la que Irán comparte la necesidad de rearticular esa comunidad internacional para, como ya se ha apuntado más arriba, dar cabida a otras voces que representen distintas sensibilidades políticas.
No podemos dejar de mencionar el intento por parte de Olaf Scholz, en su visita a Argentina, de comparar a la Junta militar de ese país, encabezada por el dictador Videla, con la República Islámica. Las declaraciones, además de no tener ningún tipo de base política -ya que se compara una junta militar con un sistema post-revolucionario cuyo objetivo es la creación de una identidad musulmana-, pasan por alto que en los años 70 del siglo XX , Alemania Occidental, en aquel entonces con un gobierno encabezado por el SPD, partido al que pertenece Scholz, apoyó a la Junta militar argentina, mientras que fue la Alemania oriental la que se opuso de manera rotunda a a la dictadura en el país latinoamericano.
Las declaraciones de Scholz hay que enmarcarlas dentro de ese discurso político que busca la criminalización constante de la República Islámica. Un discurso ve a la República Islámica como un cuerpo extraño dentro de la norma liberal y como tal debe ser extirpado por todos los medios posibles.
Como también se ha señalado al comienzo del artículo, la gira latinoamericana del canciller alemán tenía un segundo objetivo. Intentar ganarle a China en la búsqueda por obtener litio en un esfuerzo por acelerar su transición energética. Alemania manifestó un interés especial por el litio chileno. En su parada en Chile, Scholz firmó varios acuerdos de cooperación en materia minera -así como en otros ámbitos como la innovación y la tecnología-. El objetivo de estos acuerdos es intentar poner fin a lo que Alemania considera como el "control chino del litio". Todo esto porque Berlín reconoce que se está quedando atrás en la batalla por la materia prima del futuro -el litio tiene una gran demanda porque es necesario para la producción de baterías para coches eléctricos.
Alrededor del 57 por ciento de los yacimientos mundiales de litio se encuentran en el triángulo formado por Argentina, Bolivia y Chile. China es el actor principal en la región, con acuerdos recientes con Bolivia para la construcción de dos plantas para la producción de baterías eléctricas en el país andino, se trata de una inversión de más de 1 billón de dólares. También hay que mencionar la reciente adquisición por parte de la compañía china Tianqi Lithium de un 24% de la chilena SQM, que explota uno de los mayores depósitos de litio de mundo.
La empresa china Ganfeng ha adquirido recientemente la compañía argentina Lithea, propietaria de las licencias de dos lagos salados de litio, por 962 millones de dólares. Tibet Summit Resources, también de China, quiere invertir dos billones dólares en proyectos de exploración de litio en Argentina.
Alemania está muy rezagada en la carrera por el litio de Sudamérica. Y a pesar de la gira del canciller por la región y la firma de varios acuerdos con Chile, no parece que esto vaya a hacer peligrar la posición de dominio chino.
Por Xavier Villar
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