miércoles, 27 de abril de 2016

Informe del Wall Street Journal sobre el manejo corporativo del negocio del petróleo por el Estado Islámico. Y aunque Abu Sayaff está muerto su red logística está intacta.//Por Benoit Faucon y Margaret Coker encontrado en el WSJ

Informe del Wall Street Journal sobre el manejo corporativo del negocio del petróleo por el Estado Islámico. Y aunque Abu Sayaff está muerto su red logística está intacta.

El ascenso y caída del magnate petrolero de Estado Islámico

http://lat.wsj.com/articles/SB10977839675679644140504582032261700029338?tesla=y


Una refinería improvisada en la provincia Deir ez-Zor, en Siria.


Una refinería improvisada en la provincia Deir ez-Zor, en Siria. PHOTO: ANDREE KAISER/TNS/ZUMA PRESS

Benoit Faucon y

 Margaret Coker

miércoles, 27 de abril de 2016 19:47 EDT

Abu Sayyaf, el magnate petrolero de Estado Islámico, estaba en la cima hace un año. Pese a su inexperiencia en el sector, había armado una red de operadores y revendedores de petróleo sirio que, en un momento, llegó a triplicar los ingresos energéticos del grupo terrorista.

Su agenda estaba marcada por los desafíos característicos de cualquier ejecutivo de la industria:
Aumentar la producción,
Mejorar las relaciones con los clientes y
 Eludir las directrices de sus jefes.
Sin embargo, también tenía labores propias de una organización extremista, como
Aprobar gastos para financiar la mantención de esclavos,
Reconstruir instalaciones petroleras dañadas por los bombardeos estadounidenses y
 Contar torres de dinero en efectivo.

En mayo del año pasado, las Fuerzas Especiales de EE.UU. mataron a Abu Sayyaf, un alias, en el complejo en el que residía en la provincia de Deir ez-Zor, en Siria. En el asalto también capturaron un verdadero tesoro de información que ayuda a explicar cómo Estado Islámico se convirtió en el grupo terrorista más rico del mundo.






Los documentos, a los que tuvo acceso The Wall Street Journal, describen la construcción de una operación petrolera multinacional por parte del organismo terrorista con la ayuda de ejecutivos del grupo obsesionados con la maximización de sus ganancias. También muestran cómo Estado Islámico se relaciona con el régimen sirio, maneja las acusaciones de corrupción entre sus líderes y, lo más importante, cómo los ataques de la coalición internacional que lo combate han mermado, pero no han destruido, sus ingresos.


En los once meses transcurridos desde el ataque que dio de baja a Abu Sayyaf, el 16 de mayo de 2015, EE.UU. y las fuerzas aliadas han realizado cientos de ataques contra instalaciones petrolíferas en poder de Estado Islámico y matado a decenas de militantes que trabajan en la parte petrolera y financiera de la organización.

EE.UU. estima que al menos 30% de la infraestructura petrolera del grupo ha sido destruida y los impuestos han reemplazado al crudo como su principal fuente de ingresos.



Las ventas de petróleo a Siria e Irak, aunque han caído, rondan casi US$1 millón al día.
Dos ex gerentes de petróleo de Estado Islámico señalaron que la estructura corporativa creada por Abu Sayyaf permanece intacta, incluyendo acuerdos con empresarios vinculados al régimen sirio.

Hojas de cálculo y archivos de Excel muestran que la división a cargo de Abu Sayyaf aportó 72% de los ingresos de US$289,5 millones obtenidos por Estado Islámico en los seis meses que cerraron a fines de febrero de 2015.

Los documentos que revisó The Wall Street Journal solo representan una parte de los archivos recuperados en el asalto del año pasado. Esta versión de la forma en que Abu Sayyaf estableció y operó el negocio petrolero de Estado Islámico se basa en los documentos y entrevistas con cinco fuentes que trabajaron con él y conocen a fondo sus operaciones en Siria.


Abu Sayyaf nació en un vecindario de clase obrera de Túnez, la capital del país de igual nombre, a comienzos de los 80 como Fathi Ben Awn al-Murad al Tunisi. No está claro cómo se transformó en terrorista.
Se mudó a Irak tras el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003 a manos de EE.UU. y pasó a integrar el grupo yihadista entonces conocido como al Qaeda en Irak. Su objetivo era expulsar a las fuerzas estadounidenses y combatir contra el gobierno encabezado por los chiítas.



En 2010 se casó y pasó a llamarse Abu Sayyaf al-Iraqui, que significa padre del portador de la espada. Estado Islámico se había hecho con el control de muchos de los yacimientos más productivos de Siria y formado un Ministerio del Petróleo. Su avance vertiginoso sobrepasó a otros grupos rebeldes que compartían el control del territorio sirio. Estado Islámico también derrotó al ejército iraquí para quedarse con los yacimientos petrolíferos y el territorio en torno a Mosul, la segunda mayor ciudad de Irak.

 EE.UU. y sus aliados han bombardeado la infraesttructura de Estado Islámico, como esta refinería.


EE.UU. y sus aliados han bombardeado la infraesttructura de Estado Islámico, como esta refinería. PHOTO: REUTERS

El ministro de Petróleo puso a Abu Sayyaf a cargo de las provincias sirias que más producían petróleo, Deir ez-Zor y Hasaka. Entre sus 152 empleados figuraban gerentes de países que hablan árabe que se habían unido al grupo extremista:
un saudita que administraba los yacimientos de mayor producción;
un iraquí encargado de la mantención de los pozos;
un argelino responsable del desarrollo de refinerías y
 un tunecino que gestionaba las operaciones de refinerías.

Abu Sayyaf se instaló en el gigantesco yacimiento Al Omar que antes fue administrado por la petrolera anglo-holandesa Royal Dutch-Shell PLC.

Estado Islámico no demoró en expandir sus ventas a operadores de Irak y Siria. Empezó a aceptar dólares en lugar de libras sirias, lo que facilitó la transferencia de fondos del grupo terrorista al exterior y el pago de los bienes importados a través de una red internacional de casas de cambio.

El sistema estatal sirio para la venta de petróleo a los compradores internacionales mediante oleoductos y buques cisterna fue sustituido por un grupo de pequeños contrabandistas que compraban el crudo en los yacimientos y lo transportaban en camiones.


Estado Islámico retuvo a muchos ejecutivos experimentados que habían trabajado para el gobierno sirio, en parte, pagándoles salarios altos. Dos trabajadores en las operaciones de Abu Sayyaf dijeron en entrevistas que los empleados más experimentados eran bien remunerados, con salarios de US$160 mensuales para un contador y de US$400 mensuales para un técnico en perforaciones, comparado con un sueldo promedio de US$50 en Siria.





Todos estaban aterrorizados de Estado Islámico, cuenta Ibrahim, un ex empleado petrolero de 36 años. “Las tribus locales se peleaban por los yacimientos”, relata, pero ahora todos se someten a la voluntad del grupo terrorista.


Los gerentes de Estado Islámico exigían el pago en efectivo por su petróleo y supervisores de seguridad decidían quien era lo suficientemente confiable para contar el dinero.


Abu Sayyaf fue un gerente estricto e impopular, manifestó Ibrahim, quien trabajó en los yacimientos bajos sus órdenes. Los empleados eran amenazados con ser transferidos a Irak, señaló, donde temían a jefes que eran incluso más severos.


Las áreas en torno a los pozos se convertían a veces en escenarios de terror, dijo el especialista en perforaciones que huyó de Siria el año pasado. “Uno iba a trabajar y encontraba a alguien decapitado”, recuerda.


Hacia fines de 2014, Abu Sayyaf enfrentaba una presión cada vez mayor de Estado Islámico. La gente al interior de los territorios controlados por los terroristas se quejaba de los altos precios del combustible y Abu Sayyaf recibió instrucciones para mantener a raya los precios y elevar los márgenes en las ventas de crudo, en ese entonces la principal fuente de ingresos de Estado Islámico.

A su vez, los vendedores de petróleo realizaron su propia revuelta. Molestos por la decisión de reducir los márgenes de ganancia acusaron a los ejecutivos de Estado Islámico, entre ellos Abu Sayyaf de cobrarles en exceso y malversar fondos.

Abu Sayyaf establecía diferentes precios por el crudo procedente de diferentes yacimientos. Los compradores creían que Estado Islámico ofrecía un trato preferencial a algunos de ellos.

Un memorándum del Ministerio del Petróleo con fecha 22 de diciembre de 2014 reprendió a los empleados por no tratar a todos los compradores por igual.

Un informe del Comité de Gobierno General de Estado Islámico fechado el 25 de febrero de 2015 concluyó que no hubo corrupción y eximió de toda culpa a Abu Sayyaf.

No tuvo tiempo para saborear el triunfo. Los precios internacionales del petróleo estaban cayendo. Los ingresos de su división bajaron 24% en el mes concluido el 20 de febrero, frente al lapso previo, para llegar a los US$33 millones.

Abu Sayyaf y su equipo se abocaron a una nueva tarea:
encontrar capital para invertir para reanudar las operaciones en yacimientos que habían estado inactivos debido a la escasez de mano de obra.

El memorándum 156 con fecha 11 de febrero de 2015 procedente del Ministerio de Petróleo de Estado Islámico y dirigido al jefe de Abu Sayyaf pidió asesoría para establecer relaciones de inversión con empresarios vinculados al régimen del presidente sirio Bashar el Asad. El documento dice que el grupo terrorista ya tenía acuerdos que permitían el tránsito de camiones y oleoductos desde los yacimientos en manos del gobierno al territorio controlado por Estado Islámico.


En la madrugada del 16 de mayo, las Fuerzas Especiales de EE.UU. volaron desde una base naval en Irak hacia Al Omar, donde mataron a varios guardias y a Abu Sayyaf, según fuentes estadounidenses.


Ahora, los yacimientos de Estado Islámico producen a una capacidad reducida. Un yihadista francés con cara de bebé asumió parte de la responsabilidad de Abu Sayyaf en marzo en calidad de contador sénior de los pozos sirios.

Nota del autor del blog: cuando EEUU dice que ha matado a miles de yihadistas en los bombardeos de los pozos petroleros , tal vez en realidad esta matando a los esclavos.

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