La inflación baja y la pobreza aumenta mientras Milei ataca con motosierra la economía argentina
La reducción del gasto público trae cambios significativos a la economía argentina bajo el liderazgo de Milei.
Buenos Aires, Argentina – A fines del mes pasado, el presidente argentino Javier Milei subió a las redes sociales una foto característicamente extraña. En ella aparecía posando con su gabinete detrás de una motosierra dorada, un guiño al recurso de campaña que Milei utilizó en los mítines para enfatizar su apoyo a los recortes de gastos. Un epígrafe que acompañaba la foto decía: “El mejor gobierno de la historia”.
Esa bravuconería puede resultar prematura pero, por ahora, los partidarios de Milei dicen que ha cumplido al menos algunas de sus promesas, incluso si muchos argentinos están sufriendo las consecuencias .
En su primer año de presidencia, el compromiso de Milei con un ajuste fiscal draconiano ha comenzado a cambiar un país que era propenso al estancamiento económico y a la inflación galopante, impulsados por años de impresión desenfrenada de dinero que pagó los déficits gubernamentales.
Milei, quien se describe a sí mismo como anarcocapitalista, puso en marcha su motosierra inmediatamente después de asumir el cargo y rápidamente comenzó a recortar el gasto, eliminar ministerios gubernamentales y despedir a cientos de burócratas.
Al mismo tiempo, se redujeron las pensiones y los salarios públicos, reduciéndose su valor real, y se descartaron proyectos de infraestructura pública.
El recorte de gastos se tradujo en un superávit fiscal en el primer mes completo de Milei en el cargo, en enero, y en todos los meses desde entonces, una racha casi sin precedentes en la historia reciente de Argentina. En general, Milei ha reducido el gasto público en un 30 por ciento en relación con el año pasado.
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El desprecio del presidente por el Estado administrativo le ha ganado a Milei admiradores influyentes fuera de Argentina, especialmente entre el círculo ascendente del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. El vencedor de las elecciones estadounidenses del mes pasado ha elogiado repetidamente a Milei, llamándolo su "presidente favorito".
Tanto Elon Musk como Vivek Ramaswamy, los acólitos de Trump encargados de reducir el tamaño del gobierno federal de Estados Unidos, han hablado bien de las medidas de austeridad de Milei, y Ramaswamy aboga por "recortes al estilo Milei, con esteroides".
En el ámbito interno, las reformas de Milei han producido el santo grial de la política argentina: la caída de la inflación.
Cuando Milei fue elegido en 2023, Argentina tenía la tasa de inflación anual más alta del mundo: 211 por ciento. Los precios subían un 13 por ciento mes a mes, y en diciembre de 2023, después de que Milei fuera elegido presidente, se dispararon al 25 por ciento tras una enorme devaluación de la moneda por parte de su gobierno. Pero la inflación mensual ahora es del 2,4 por ciento, según los datos de noviembre, la más baja en más de cuatro años.
“La inflación fue el gran fenómeno que realmente preocupó a los votantes”, dijo Federico Robles, coordinador del programa de América Latina del Wilson Center en Washington, DC. “Este es un gobierno que llegó y dijo que iba a resolver la inflación, y ningún otro tema iba a importar tanto como ese”.
Otro indicador positivo: el banco central de Argentina ha comenzado a ingresar miles de millones de dólares en nuevas reservas de moneda extranjera, gracias en parte a un régimen monetario más estricto y a un plan de amnistía fiscal que incentivó a los argentinos a devolver sus ahorros en dólares al sistema bancario.
Aun así, a pesar de la reciente afluencia, las reservas generales siguen en números rojos.
La renovada estabilidad macroeconómica del país está cambiando la percepción de Argentina en los mercados. El índice de riesgo país, una influyente medida del riesgo de impago de JP Morgan, ha caído de alrededor de 2.000 cuando Milei asumió el cargo a aproximadamente 750 a principios de mes, su nivel más bajo en cinco años.
Impacto en los pobres
Sin duda, el ajuste de cinturón que restableció el orden en las cuentas de Argentina tuvo un alto costo social: desencadenó una dura recesión, un aumento del desempleo y una caída de los salarios reales tanto en el sector público como en el privado.
La peor parte del sufrimiento ha recaído sobre la clase trabajadora. La pobreza aumentó al 53 por ciento en el primer semestre de 2024, frente al 40 por ciento en 2023, el aumento más alto registrado en dos décadas. Desde entonces ha bajado ligeramente al 50 por ciento, aunque se estima que el número de personas que viven en la pobreza extrema sigue siendo superior a los 6 millones.
Según UNICEF, casi siete de cada diez niños argentinos crecen en situación de pobreza, una cifra ligeramente superior a la de 2023. Además, un millón de niños y niñas se van a dormir todos los días con el estómago vacío.
“Nada de la dinámica desinflacionaria actual tiene mucha incidencia en la calidad de vida de las familias o el poder adquisitivo de los trabajadores”, dijo Sergio Chouza, el economista detrás de la consultora local Sarandi, en su cuenta de TikTok centrada en la economía .
La demanda en los centros de distribución de alimentos y comedores populares ha aumentado en todo el país. Mientras tanto, los bolsillos de los trabajadores argentinos se han visto aún más afectados por la eliminación de los subsidios a la energía y al transporte público, lo que ha provocado un aumento desmesurado de las facturas.
Hay algunas señales de que la fase más dolorosa del ajuste de Milei puede haber terminado: el gasto de consumo y la manufactura están mostrando avances. En septiembre, el crecimiento de los salarios superó a la inflación por sexto mes consecutivo. En general, se estima que la recesión de este año dará paso a una expansión económica del 5 por ciento en 2025, según el Banco Mundial.
“Esto es Argentina. El país todavía está en una situación difícil. Pero hay que entender cuál era la situación de partida”, dijo Juan Ignacio Carranza, de Aurora Macro Strategies. La crisis económica heredada por Milei “era como una bomba a punto de explotar”.
“La actividad económica y el poder adquisitivo de los ciudadanos no han mejorado todavía… Es una situación todavía muy frágil”, dijo Carranza. “Pero ahora al menos tenemos un camino [a seguir]”.
Gestión de expectativas
En el momento de su toma de posesión hace un año, las posibilidades de éxito de Milei parecían, en el mejor de los casos, escasas.
Los desafíos que enfrentaba el país eran acuciantes y las deficiencias del presidente entrante, abundantes. Milei, un político impetuoso que había adquirido prominencia nacional gracias a sus grandilocuentes apariciones en televisión, no tenía antecedentes de haber guiado propuestas políticas a través del proceso legislativo.
Algunos expertos han expresado su preocupación por una era de disfunción bajo Milei similar a la traumática crisis económica y política que vivió Argentina a principios de los años 2000, cuando el país tuvo cinco presidentes en el transcurso de dos semanas.
“Muchos, muchos analistas predijeron un final catastrófico para su gobierno a principios de año”, dijo Robles.
Milei evitó ese destino en parte porque sus partidarios lo han apoyado en gran medida durante los momentos difíciles de la política de austeridad. Cabe destacar que los índices de aprobación de Milei se mantuvieron relativamente estables durante su primer año en el cargo, una hazaña que no lograron sus tres predecesores en el cargo, aunque inicialmente registraron picos de aprobación más altos. Según la encuestadora Poliarquia, Milei concluyó su primer año como presidente con un 56 por ciento de aprobación, frente al 52 por ciento del mes anterior.
Robles atribuye los esfuerzos de Milei a la gestión de las expectativas. En su primer discurso como presidente y durante toda su campaña, Milei no minimizó los problemas a corto plazo de sus reformas económicas, y señaló que la situación del país empeoraría antes de mejorar.
“Estamos acostumbrados a escuchar a los candidatos presidenciales hacer promesas optimistas de prosperidad y hablar de un futuro paradisíaco”, dijo Robles. En cambio, lo que Milei dijo a los votantes fue que “primero tendríamos que pasar por el infierno”.
Milei ha logrado sacar adelante sus políticas a pesar de que su partido cuenta con una pequeña minoría de legisladores federales y cero gobernadores provinciales en todo el país. La aprobación de un paquete legislativo emblemático a principios de este año destinado a impulsar el crecimiento y aumentar los ingresos requirió pragmatismo político, y Milei respaldó una versión diluida del proyecto de ley original para obtener el apoyo de otros partidos.
“La forma en que está manejando la situación política ha sido lo más sorprendente para todos nosotros”, dijo Carranza. “Estar en una posición realmente débil y sin apoyo en el Congreso… creo que ese ha sido su principal logro”.
Pero los logros económicos de Milei en su primer año no son necesariamente indicativos de crecimiento futuro.
“El resultado final en términos de productividad, gasto de consumo, inversiones, todo depende de cómo reaccione el sector privado a la nueva economía política”, dijo Camilo Tiscornia, economista y director de la consultora argentina C&T Asesores Económicos. “En otras palabras, el gobierno no puede decidir cuándo crecerá la economía”.
Para ayudar a estimular el crecimiento, la administración de Milei ha comenzado a derribar el laberinto regulatorio que durante mucho tiempo ha dificultado hacer negocios en Argentina. Pero Tiscornia dijo que el “paso de desregulación más importante” aún está pendiente, refiriéndose a los controles de capital que heredó, una gran señal de alerta para los inversores preocupados por no poder sacar dinero de Argentina si fuera necesario.
El gobierno tampoco ha liberalizado el tipo de cambio.
La sobrevaluación del peso complica la atracción de capitales y presiona a la baja las exportaciones, lo que dificulta al banco central acumular reservas de dólares, un recurso crucial para pagar la deuda externa.
Según Chouza, esta es una receta para “una crisis muy severa”. En su opinión, la fortaleza actual del peso es el producto de las maquinaciones técnicas de Milei, incluida su ampliación de los controles de capital, y no refleja el estado real de la economía argentina. No será sostenible en el mediano y largo plazo.
Depreciar el peso ayudaría a resolver algunos de esos problemas, pero probablemente desencadenaría otro episodio de inflación, erosionando el principal logro de Milei en su primer año.
“Todos los indicadores económicos empeoraron, excepto la inflación”, dijo Chouza en un video que resume el primer año de Milei. “La pregunta es: ¿Vale la pena registrar una disminución en el PIB, la producción industrial, el empleo, el poder adquisitivo, los salarios reales, las reservas internacionales de divisas sólo para reducir la inflación? Creo que no vale la pena”.
“No creo que haya mucho que celebrar, aunque Javier Milei, increíblemente, diga que éste es el mejor gobierno de la historia. Vamos a ver qué pasa en el segundo año de Milei”.
