Una mujer pasa un control de coronavirus en Pekín el pasado 28 de junio.
Una mujer pasa un control de coronavirus en Pekín el pasado 28 de junio.
THOMAS PETER (REUTERS)
CHINA
Al dragón le crecen los achaques mientras lucha contra la covid
MACARENA VIDAL LIY
La reunión telemática del primer ministro de China, Li Keqiang, con funcionarios el 25 de mayo fue insólita. Por sus dimensiones: cerca de 100.000 funcionarios locales participaron en la videollamada. Pero, sobre todo, por su franqueza. Las dificultades que encara la economía de la segunda potencia mundial son más graves que en lo peor de la pandemia en 2020, cuando se contrajo por primera vez en 30 años, reconocía el jefe de Gobierno.
Una combinación letal de confinamientos en algunas de las principales ciudades del país —incluido el cierre de Shanghái, su corazón financiero, durante todo abril y buena parte de mayo—, la guerra en Ucrania y la crisis del sector inmobiliario dejaba números alarmantes en abril y ha llevado a la mayoría de los analistas a rebajar sus perspectivas de crecimiento para el gigante asiático este año. Pocos, siquiera dentro de los círculos oficiales, creen que se cumplirá el objetivo gubernamental de un alza del PIB en torno al 5,5% para este año. El Banco Mundial calcula un 4,3%. Otras entidades, como la suiza UBS, reducen su vaticinio a un 3%.
La confianza de los consumidores ha sufrido un duro batacazo. En abril, las ventas al por menor caían un 11,1%; en mayo, un 6,7%. Ha descendido incluso el consumo de cosméticos, unos productos que nunca habían dejado de ver crecer sus ventas desde que China entró en la Organización Mundial del Comercio hace 20 años. El desempleo juvenil se encuentra en el 18,4%, el más alto desde que se empezó a calcular de manera oficial en 2018 y por encima de la media de la Unión Europea (un 13,9%) o de Estados Unidos (7,8%). La entrada en el mercado de 10,76 millones de recién graduados universitarios este verano disparará esa cifra. “En estos momentos, lograr la meta oficial de crecimiento es inalcanzable”, apuntaba en una charla reciente Andrew Polk, fundador de la consultora Trivium. Iris Pang, de ING Economics, calcula que la economía china se contraerá en el segundo trimestre en un 1%.
Los confinamientos masivos, junto a las pruebas PCR, la gran herramienta de Pekín en su aplicación de su política de covid cero, son los principales responsables de esta anemia económica, denuncian los expertos. “Lo único predecible sobre China ahora mismo es su impredecibilidad, y eso es veneno para el clima empresarial”, sostenía la vicepresidenta de la Cámara de Comercio Europea en China, Bettina Schoen-Behanzin, en la presentación del informe anual de su institución sobre la confianza de las empresas europeas en el país asiático. Un 60% de las compañías incluidas en el informe aseguraron que hacer negocios en el gigante asiático se ha hecho más difícil, y un 49% cita la covid entre los tres factores principales.
Aunque una contracción en un trimestre no implica una recesión. Y la charla —más bien la arenga— de Li el mes pasado tenía como objetivo evitar siquiera esa reducción, en un año en el que las autoridades desean estabilidad por encima de todo: en otoño se celebrará la gran reunión quinquenal del Partido Comunista, en la que el presidente Xi Jinping quedará nombrado para un nuevo mandato y se renovarán el resto de cargos de gobierno, incluido el del propio Li Keqiang. El llamamiento del primer ministro a “estabilizar” la situación, según Polk, tiene un significado implícito: que es imperativo conseguir que la etapa abril-junio se cierre con crecimiento, aunque sea por la mínima. La firma de inversión Nomura espera un 0,3% para este segundo trimestre.
Medidas modestas
Hasta el momento, Pekín ha introducido unas medidas de estímulo relativamente modestas, que incluyen desgravaciones fiscales para pequeñas y medianas empresas o un aumento del gasto en infraestructuras, entre otras medidas.
Los datos más recientes comienzan a mostrar brotes verdes. La producción industrial de mayo creció un 0,7%, tras una contracción en abril del 3%. La inversión en activos fijos mejoró un 6,2% interanual. Pero, según recuerdan los analistas de Nomura, aunque las reaperturas de las ciudades tras los confinamientos “han elevado el optimismo a corto plazo, no lo vemos como un cambio de tendencia, dado que la política de covid cero continuará hasta comienzos de 2023″.
Entre los riesgos en los próximos meses figuran la posibilidad de nuevos confinamientos para atajar brotes de covid, una corrección drástica en el debilitado mercado inmobiliario o problemas relacionados con la deuda oculta de los gobiernos locales, apunta Nomura.
Pero, aunque por debajo de las previsiones originales, y lejos de repetir el papel de motor que jugó en la crisis financiera de 2008, la economía china continuará creciendo. “China no va a entrar en recesión”, zanja Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia del banco de inversión Natixis. Tampoco “va a ser fuente de recesión global, pero sí de desaceleración, a la que contribuye en la medida en la que no crece tanto como su potencial”. Pero, matiza Herrero, aunque su propia inflación es reducida debido a la anémica demanda y su índice de precios al consumo solo crecía un 2,1% interanual en mayo, “sí exporta inflación al resto del mundo”. Nota del autor del blog: se refiere a que como no se fabrican cositas chinas , entonces escasean en el otro lado del mundo y suben de precio
El Gobierno de Pekín ha impuesto restricciones a la venta al exterior de rubros como los fertilizantes o algunos productos del acero, que han disparado sus precios fuera de sus fronteras. “Eso es una fuente adicional de tensiones, dado que China exporta un tercio de los bienes intermedios del mundo, pues genera más inflación en países donde sí es un problema grave”, advierte la economista de Natixis.
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