viernes, 23 de octubre de 2020

México, Venezuela y Cuba en la mira: enfoques de Trump y Biden hacia Latinoamérica

 Bandera de EEUU

AMÉRICA LATINA
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Mientras Donald Trump y Joe Biden están compitiendo por los votos de los estadounidenses en las próximas elecciones presidenciales en EEUU, Sputnik intentó averiguar cuál de los dos potenciales dirigentes sería más favorable para Latinoamérica. Ambos políticos incluyen en sus agendas a México, Venezuela y Cuba.

Los tres países son prioritarios por distintos aspectos en cuanto a política exterior, pero también son funcionales en las campañas electorales por el voto latino, que ya es primera minoría en Estados Unidos, opinan los expertos de la Unidad de Análisis Geopolítico de CELAG, consultados por Sputnik.

Los analistas opinan que una de las principales diferencias entre los dos candidatos se encuentra en la estética política y la predisposición a negociar y utilizar la vía diplomática.

El músculo imperial de Trump

Trump se caracterizó por declaraciones polémicas y provocadoras con respecto a temas de América Latina, recuerdan los expertos. En particular, amenazó con que México pagara el muro para evitar el flujo de migrantes, calificó a los países de Centroamérica como "países de mierda" y declaró abiertamente que existe la posibilidad de una intervención militar en Venezuela.

No obstante, tanto la Casa Blanca como otras reparticiones del Gobierno de EEUU se mostraron muy interesadas en estrechar lazos comerciales, financieros y de seguridad con la región, señalan los autores de un análisis hecho a solicitud de Sputnik. 

Es evidente el interés de EEUU por llegar a acuerdos con México y por las inversiones en infraestructura, observa el texto, firmado por los analistas de CELAG Silvina Romano, Aníbal García Fernández, Arantxa Tirado y Tamara Lajtman.

"El Gobierno de Trump no solo presta atención a América Latina, sino que se ha dedicado a exacerbar las medidas intervencionistas implementadas por anteriores gobiernos, pero esta vez, desde una sinceridad que evita ocultar este intervencionismo".

Según los autores, los miembros de la Administración Trump mostraron "su músculo imperial" y retomaron sin vacilar la doctrina Monroe.

"El mismo Trump habla de la amenaza comunista en la región (marcando un vínculo inmediato con el discurso de derecha durante la Guerra Fría), confluyendo en lo que denominamos un imperialismo recargado. Eso es el trumperialismo", dicen los analistas. 

El estilo más sutil de Biden 

A diferencia de Trump, el candidato demócrata Biden, según los expertos, probablemente apueste por aumentar el rol de la USAID y la asistencia para el desarrollo, sobre todo en el marco de un abordaje positivo a la migración, que asume la necesidad de resolver el problema en su origen, es decir, en la crisis de los países centroamericanos.

Los analistas consideran probable que anule la Ley de Emergencia Nacional que dedica fondos a construir el muro y mejore la política de asilo.

En cuanto a la política con gobiernos progresistas, se esperaría mayor capacidad de diálogo y negociación, pero esto no quita la posibilidad de que persistan en estrategias de desestabilización y presión por diversas vías (económicas, diplomáticas, jurídicas), aunque de modo más sutil que durante la gestión de Trump.

México

En el caso de México está claro que además de ser el país vecino con el que se comparten más de 3.000 kilómetros de frontera, forma parte de la política exterior e interior, además hay más de 11 millones de mexicanos en territorio estadounidense, esto hace que sea importante en el contexto electoral y más allá, señalan los analistas.

México, de ganar Trump, vería una continuidad en la política antimigrante, la ampliación del muro y la profundización de la presencia de empresas privadas en el país, en el marco del renovado tratado de libre comercio, T-MEC. 

Si bien la relación con AMLO es de respeto, no está exenta de momentos ríspidos o de crisis, como los que se vivieron en 2019 con la caravana migrante, agregan. 

Venezuela

Si en algo hay consenso en el Gobierno estadounidense es el cambio de régimen en Venezuela, así que una Administración Biden podría continuar esa política, pero sin ser tan confrontativa. Por ejemplo, hay varios senadores que se oponen a una intervención armada y han propuesto terminar con el bloqueo por 90 días debido al contexto de la pandemia.

Biden optaría, según los expertos, por una intervención a partir de "asistencia humanitaria", todo en una línea de recuperar el rol de la asistencia para el desarrollo.

Sin embargo, los analistas recuerdan que es el Congreso el que vota y define los presupuestos de los programas de asistencia económica y militar, y por eso es importante considerar la composición de las cámaras (Cámara Baja y Senado), así como los proyectos bipartidistas y consensos en torno a determinados proyectos. 

En términos generales, por ejemplo, tanto demócratas como republicanos apoyan las sanciones a Cuba y Venezuela, con algunas excepciones de congresistas demócratas que se oponen, pero que son minoritarias.

Cuba

En el caso de Cuba, Biden podría retomar la política de Obama, en la que se manifestó un acercamiento, posibilidad de negociación y avances en el ámbito económico, sobre todo con el turismo. 

"Esto podría dar un poco de oxígeno a la isla", pronostican los analistas. 

Sin cambios grandes

"En general, para la región, una administración republicana o demócrata no implica grandes cambios de fondo, quizá sí en la forma, pero está claro que el establishment sigue considerando a América Latina su zona de influencia". 

No obstante, no deben despreciarse tampoco esos cambios de forma, considerando que un triunfo de Biden contribuiría a una política exterior menos incierta, basada en la diplomacia y en ciertos acuerdos básicos para promover la negociación, que fueron desconocidos por Trump. 

Sobre todo interesa que habría una desescalada en el discurso de Guerra Fría que fue revivido por Trump y que incide en la región de modo pernicioso, clasificando en "buenos y malos", reviviendo los prejuicios anticomunistas y contrainsurgentes que han calado profundo en América Latina (y el mundo) desde la Guerra Fría, concluyen los analistas.

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