domingo, 22 de enero de 2017

¿Y cuando el presidente Trump tendrá que imponer aranceles de 45 % o impuestos para demostrar que no se trata de retórica vacía? encontrado en el WSJ

¿Y cuando el presidente Trump tendrá que imponer aranceles de 45 % o impuestos para demostrar que no se trata de retórica vacía?

EE.UU.: ¿paz comercial con garrote y zanahoria?
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Si demuestra su voluntad de castigar el comercio desleal, el nuevo gobierno podría disuadir las malas conductas


Si el gobierno de Donald Trump se excede, corre el riesgo de desatar una guerra comercial con otros países.
Si el gobierno de Donald Trump se excede, corre el riesgo de desatar una guerra comercial con otros países. PHOTO: ROSLAN 
RAHMAN/AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES

Actualizado domingo, 22 de enero de 2017 17:37 EDT

Tal vez la mayor pregunta que se cierne sobre la política económica de Donald Trump es si sus decisiones como presidente de Estados Unidos reflejarán la retórica beligerante de su candidatura.


El primer discurso de Trump como mandatario, en el que sacó a colación los temas nacionalistas que lo catapultaron a la Casa Blanca, sugiere una respuesta afirmativa. “Durante muchas décadas, hemos enriquecido a las empresas extranjeras a costa de las empresas estadounidenses”, declaró. “De ahora en adelante, una nueva visión gobernará nuestro país. Todas las decisiones sobre comercio, impuestos, inmigración y relaciones internacionales serán hechas para beneficiar a los trabajadores y las familias estadounidenses”.


Sin embargo, en otros foros tanto el presidente como sus asesores enviaron la semana pasada un mensaje más sutil que puede ser calificado como la paz mediante la fuerza. Si EE.UU. demuestra que cuenta con las herramientas y la voluntad de castigar el comercio desleal podría disuadir tales conductas sin que los conflictos escalen y se conviertan en auténticas guerras comerciales.


Si Trump extrae concesiones de otros países y muestra que los electores de clase obrera dejaron de ser las víctimas arrolladas por la globalización, podría sentar bases más sólidas para el libre comercio. Uno de sus asesores, el gestor de fondos de cobertura Anthony Scaramucci, le dijo a una escéptica élite global reunida en Davos que, en realidad, Trump “es una de las últimas grandes esperanzas del globalismo”.


Mucho dependerá de la forma de negociar de Trump. Si presiona al resto de los países demasiado lejos o castiga como comercio desleal algo que no lo es, el resultado será una guerra comercial.

Los comentarios más reveladores sobre las tácticas del flamante mandatario fueron pronunciados por Wilbur Ross, el inversionista que Trump designó como secretario de Comercio.

Durante su comparecencia el miércoles ante el Senado, que debe aprobar su nombramiento, Ross dijo que prefería concentrarse en aumentar las exportaciones y usar zanahorias para impedir que los empleos industriales emigren a otros países. “Tenemos que lograr que Toyota y otras compañías semejantes instalen aquí sus plantas (…) y pienso que con las políticas tributarias y regulatorias adecuadas, y otras medidas, lo podemos lograr”.


¿Y los garrotes? Trump amenaza con imponer aranceles de entre 35% y 45%. Ross insinuó que esto depende de cada caso y no se trata de una política generalizada como lo fue la ley Smoot-Hawley de los años 30, que en opinión de la mayoría de los historiadores agravó la Gran Depresión.


“Los aranceles tienen un papel útil (…) al corregir las prácticas inapropiadas y como una herramienta de negociación”, dijo Ross ante el Congreso. “Estoy muy al tanto de Smoot-Hawley (…) esa clase de estrategia no funcionó muy bien en ese entonces y, probablemente, no funcionaría muy bien ahora”.

El departamento que encabeza Ross es el encargado de presentar quejas contras las importaciones que son subsidiadas o son vendidas por debajo de su costo de producción en su país de origen, una práctica conocida como dumping. Ross prometió “iniciar” acusaciones de dumping en vez de esperar las quejas del sector afectado. También quiere darles menos tiempo para responder a los acusados y mejorar el cobro de los impuestos adeudados.


EE.UU. exigiría mayores concesiones en los pactos de libre comercio vigentes y futuros y podría renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) con México y Canadá. El periódico canadiense The Globe and Mail informa que Ross quiere imponer reglas de origen más estrictas, es decir, qué cantidad de contenido no norteamericano puede contener una importación para entrar a EE.UU. sin pagar aranceles. Ross sugirió que EE.UU. le pediría a México subir el salario mínimo.

Hay otros indicios de que las posturas de Trump sobre el libre comercio podrían ser menos antagónicas de lo previsto. El presidente le dijo a The Wall Street Journal que no catalogaría a China como manipulador de su divisa, tal y como había prometido. “Hablaría con ellos primero”, manifestó.

Trump agregó que un plan de la Cámara de Representantes, dominada por el Partido Republicano, para gravar todas las importaciones como parte de una reforma de los impuestos que pagan las empresas es demasiado complicado. Eso no quiere decir que se opone a gravar las importaciones. Tal vez lo prefiera hacer caso por caso. “Para ciertas compañías que trasladan empleos (…) puede haber repercusiones”, dijo Steve Mnuchin durante su comparecencia ante el Senado, que debe confirmarlo como secretario del Tesoro. Trump “no ha sugerido de ninguna forma un arancel fronterizo generalizado de 35%”, enfatizó.



Mnuchin les restó importancia a los lamentos previos de Trump sobre los efectos negativos de una apreciación del dólar y dijo que el fortalecimiento de la moneda es señal de un entorno de inversión atractivo.


Trump y Ross esperan que los castigos selectivos rindan grandes frutos. Los remedios comerciales funcionan mediante “un efecto curativo, su efecto preventivo y el efecto psicológico sobre quienes violan las normas”, señaló Ross.


Trump le dijo a The Wall Street Journal que decirles a algunas automotrices que no deben trasladar su producción a otros países hace que otros fabricantes presten atención. “Ni siquiera voy a hablar con el resto de los fabricantes. No tengo que hacerlo”, indicó.

La estrategia puede ser efectiva, siempre y cuando las empresas y los países cuestionados piensen que habrá consecuencias si no cumplen las exigencias de EE.UU. Eso quiere decir que, en algún momento, Trump tendrá que imponer aranceles o impuestos para demostrar que no se trata de retórica vacía. Será más complicado que un tuit.

Las acciones contra las importaciones están cubiertas por los estatutos administrados por el Departamento de Comercio y la Comisión de Comercio Internacional. Los afectados pueden apelar ante la Organización Mundial del Comercio.

El presidente estadounidense conserva una gran discreción sobre la imposición de aranceles. Robert Lighthizer, quien será representante de Comercio de EE.UU., resaltó en 2010 que las condiciones bajo las cuales China ingresó a la OMC permiten a EE.UU. imponer salvaguardias contras alzas bruscas de importaciones. El presidente George W. Bush no utilizó esa medidas, pero Barack Obama lo hizo contra los neumáticos chinos. Aunque tal provisión expiró, el nuevo gobierno puede presentar nuevos casos casi con seguridad.

La imposición de aranceles en unas pocas oportunidades puede lograr el efecto deseado. Si Trump se excede o los socios comerciales emprenden represalias, aumenta el riesgo de una guerra comercia



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